Posgrados: ahora sólo con el título no alcanza

“Coleccionar” títulos ya no es exclusivo de los académicos: la cantidad de gente que hace una especialización, una maestría o un doctorado creció más de 5 veces desde 2001. La explicación: las carreras de grado pierden valor.

Posgrados: ahora sólo con el título   no alcanza

A principios del siglo XX, desde el teatro argentino se inmortalizó la expresión “M’hijo el dotor” para mostrar el ascenso social de un sector de la población como resultado del sistema educativo público.

Un siglo después, aquella frase se resignifica con el auge de otro nivel educativo: el de los estudios de posgrado. Según los últimos datos del Ministerio de Educación, en 2014 144.152 personas estaban haciendo una especialización, una maestría o un doctorado en el país, lo que representa un 420% más que en 2001 (cuando había 27.298 estudiantes de posgrado).

En el mismo lapso, la matrícula universitaria (es decir, quienes estudian carreras de grado) solo creció 25%: de 1.413.000 a 1.872.000 estudiantes.

Según coinciden especialistas, este boom de los posgrados se debe a la mayor demanda de profesionales especializados que se ha impuesto en las últimas dos décadas, a la par del impulso que le dio el Estado a la ciencia para que, desde 2004, se triplicara la cantidad de investigadores del Conicet con un doctorado.

Los mismos datos del Ministerio de Educación confirman además una tendencia que ya se evidenciaba en la educación superior: las mujeres son las más interesadas en seguir capacitándose una vez recibidas, ya que son el 60% de la matrícula de los posgrados.

Además, el 80% de estos profesionales está cursando en  universidades públicas, la mayoría haciendo una especialización (44%) o una maestría (40%), mientras que los doctorados son minoría (16%).

El fenómeno también se evidencia en Mendoza: si en 2001 había 2.058 personas haciendo un posgrado, 13 años después eran 5.387 (260% más).

Y en este crecimiento mucho tuvieron que ver las maestrías, que eran un 25% de la matrícula en todas las universidades de la provincia en 2001 y pasaron  a ser 45% en 2014.

Dígame magíster

A la hora de explicar las causas de este auge por continuar capacitándose tras el egreso de la universidad, Martín Ferreyra (40) -doctor en Sociología e investigador del Conicet- lo atribuye a una tendencia mundial que se instaló también a nivel local.

Aunque con una diferencia: “Afuera el posgrado se hace de muy joven porque los estudios de grado son muy cortos, entonces con 22 años empezás a hacer una maestría y a los 25 o 26 sos doctor o magíster. Acá el grado es más exigente pero es gratis, entonces el ‘negocio’ de la educación viene en el posgrado, que lo hace gente más grande que puede pagarse los estudios”.

Para Ferreyra, la razón de que más gente se inscriba en una carrera de posgrado se debe a que “agrega valor al título y a las competencias que podés ofrecer en tu profesión: un abogado con un máster en Derecho Internacional cotiza más a la hora de ofrecer sus servicios”.

Y compara: “El grado te habilita y el posgrado te da experticia en un campo que no siempre se corresponde con la carrera de grado”.

¿Esto significa que el título de grado ya no garantiza una carrera profesional? Así lo remarca Osvaldo Gallardo (29), otro investigador mendocino del Conicet -es licenciado en Historia y está haciendo un doctorado en Internacionalización del Sistema Científico-, quien ubica el origen del fenómeno hace unos 20 años.

"La expansión de las carreras de posgrado viene desde los años 90, sobre todo maestrías y especializaciones. En el 95 se aprueba la Ley de Educación Superior, en plena era de la globalizacion y la sociedad del conocimiento, y de un discurso de los organismos internacionales sobre la formación continua. Esto significa que tu desarrollo profesional no está garantizado por tu título universitario. Según la visión de la época, es solo el primer escalón y tenés que seguir actualizándote porque el mercado laboral se hace más competitivo. Ese discurso permanece hoy, porque está claro que la formación profesional no está de ninguna manera garantizada por el título de grado”.

Igualmente, para Gallardo el boom estaría un poco sobredimensionado porque para él “el mercado nunca va a demandar tantos recursos humanos de posgrado, porque la matriz productiva del país no cambió demasiado como para tener un sector industrial de innovación que demande este tipo de carreras”.

En este sentido, sostiene que es mayor la demanda de los estudiantes que quieren seguir formándose que de las empresas por tener empleados con muchos estudios.

Y da un ejemplo: “En carreras como Ingeniería en Sistemas ahora no hace falta pasar por la universidad sino saber hacer algo específico. Las empresas los toman antes de que se reciban y muchas veces los empleados nunca se reciben, porque el título ya no vale tanto”.

Doctorado y después

La Universidad Nacional de Cuyo concentra más del 85% de la matrícula de posgrados en Mendoza, según las cifras del Ministerio de Educación.
Su secretario de Ciencia, Técnica y Posgrado, Benito Parés, coincide en que la explosión de estos estudios responde a una tendencia mundial.

“En el mundo occidental las carreras de grado se han acotado: antes eran de 5 o 6 años, ahora casi todas son de 4. Nosotros estamos llevando muchas de las nuestras a 4, por ejemplo las carreras de docencia en la Facultad de Educación o algunas licenciaturas en Ciencias Económicas. Esas carreras se complementan rápidamente con el posgrado, la maestría o el doctorado”.

Según recuerda Parés, hace un siglo terminar la primaria era suficiente para entrar en el mundo del trabajo. Después la línea se corrió a la secundaria, de donde se egresaba con una tecnicatura o un bachillerato con salida laboral.

“Después apareció la demanda en función de las carreras de grado y en este momento las empresas e instituciones están demandando mayor especificidad en un rol. El doctorado está más orientado a la investigación, la maestría y especialización más a la capacidad de ejecución de un rol en un área. Por ejemplo, en medicina y odontología la demanda de especialistas es clave”, analiza el funcionario de la UNCuyo, universidad que ahora está incursionando en un nuevo nivel superior: el posdoctorado, es decir un posgrado después del primer posgrado, abierto a investigadores de otras universidades.

¿Dónde queda entonces el tradicional título universitario que a la mayoría le cuesta tanto conseguir?

Ese que antes era el último escalón de la trayectoria educativa hoy es solo un peldaño más en una escalera de formación y especialización que, para algunos, no tiene fin. Ni siquiera cuando ya se es doctor.

Hay muchos estudiantes pero pocos egresados

Si bien el crecimiento de la cantidad de gente que se inscribe para hacer un posgrado fue exponencial, los mismos datos del Ministerio de Educación arrojan una evolución menor de los egresados de esas carreras.

Es decir, son muchos menos los que finalmente terminan la especialización o hacen la tesis en el caso de maestrías y doctorados.

Así, mientras en 2001 egresaron 4.224 profesionales en el país, en 2014 fueron 12.389: un 200%, la mitad del incremento que tuvo la matrícula de inscriptos.

En Mendoza la situación es aún más llamativa: en 2001 egresaron 487 alumnos de distintos posgrados. Y 13 años después fueron menos: 401, pese a que, como vimos, había 260% más estudiantes.

Los profesionales y los académicos

Los diversos posgrados suelen dividirse entre “profesionalistas” (hoy son la mayoría) y “academicistas”. Pero con el nombre de “estudios de posgrado” se designan los cursos de especialización (que incluyen los de perfeccionamiento y de actualización), las maestrías y los doctorados.

Los primeros insumen muchas menos horas de clase (pueden durar un cuatrimestre o un año) y casi todos están orientados al desempeño profesional.

Una maestría, en cambio, suele extenderse 2 años como mínimo: las de orientación académica exigen la presentación de una tesis, mientras que las de perfil profesional requieren el desarrollo de una obra o aplicación práctica.

El último peldaño de la formación posuniversitaria son los doctorados, que tienen una duración cercana a los 5 años y también requieren la formulación de una tesis y su aprobación por parte un tribunal de expertos convocados especialmente.

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