Aunque en diversas zonas del país ya se habilitó el paso de la fase de aislamiento a la de distanciamiento, se sabe que se está muy lejos de volver a la anterior normalidad y aún más de que se recupere la economía. Aquellos sectores que ya retomaron su actividad hace un par de semanas, registran una recaudación muy inferior a la habitual. Y con la incertidumbre de cuál va a ser el efecto a corto y mediano plazo de los dos meses de restricciones, el consumo está muy restringido.
Todo esto configura un escenario que muestra que la asistencia a los sectores más vulnerables deberá sostenerse en el tiempo. De ahí que desde el gobierno nacional ya estén pensando en la posibilidad de extender el beneficio pero como un "Ingreso Universal Familiar" y se estudia que excluya a los que reciben otro tipo de ayuda o tengan aportes de empleadores, cobren la AUH o sean trabajadoras domésticas (que sí han podido postularse para el IFE).
Como refleja Clarín, se había estimado que el universo de beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia iba a ser de 3,6 millones de personas, pero se inscribieron más de 12 millones y, dos meses después, lo cobraron 8,5 millones. Esto evidenció que hay 5 millones de argentinos sin salario, sin jubilación y sin ningún plan social.
Por la incertidumbre sobre cómo será la nueva normalidad y cuánto durarán la cuarentena y, sobre todo, la post pandemia, el IFE se instaló en la agenda del gobierno como una medida que se mantendrá más allá de lo que dure la crisis por el Covid-19. Y ya han manifestado que "va a continuar hasta que sea necesario que continúe".
Según aclaran desde Anses, aún está en estudio qué formato tendrá y cuál será su alcance. En su primera cuota, la medida ha significado un aporte de 89 mil millones de pesos. La segunda se empieza a pagar hoy. Y se estima que podría haber una merma en la cantidad de beneficiarios para una posible tercera cuota, porque una buena parte del sector productivo y comercial ya ha retomado la actividad.