M’hijo el burócrata - Por Luciana Sabina

Desde sus orígenes el universo estatal no hizo más que nutrirse en número, sin que ello implicara su equivalente en eficacia.

M’hijo el burócrata - Por Luciana Sabina
M’hijo el burócrata - Por Luciana Sabina

Hace pocos días finalizó la preinscripción para ingresos y ascensos a la Administración Pública Provincial. Las cifras sorprendieron: en un mes se registraron 33.326 personas que aspiran a 114 cargos en Concurso, de los cuales sólo 51 son de ingreso.

"La convocatoria a preinscripción de los concursos de ingresos generó una importante expectativa en la población de Mendoza, lo que se pudo observar. El gran registro de postulaciones marca la importancia que el mendocino ha dado a la posibilidad de ingresar al empleo público y, a su vez, a la transparencia del proceso de selección teniendo en cuenta que más del 60% de los preinscriptos tienen empleo denunciado", sostuvo Dalmiro Garay, ministro de Gobierno a cargo del concurso.

Nos interesa resaltar las declaraciones de Garay porque evidencian el inmenso valor que la sociedad otorga a los puestos estatales. Vocación argentina por excelencia, alimentada a fuerza de beneficios: mercedes adherentes a la gran ralea pública, que se hunden en las mieles burócratas.
Remontándonos en el tiempo, específicamente a Argentina hacia fines del siglo XIX, con la imposición del Estado surgió la necesidad de incorporar gente al mismo para garantizar su funcionamiento. Desde entonces, este espacio no deja de expandirse, llegando a una  prolongación verdaderamente monstruosa.

En aquel tiempo, los altos rangos eran ocupados por jóvenes universitarios, en su mayoría abogados o médicos. El Derecho permitía alcanzar el prestigio y la riqueza necesarios para actuar en política.

"La Medicina -explica Mirta Zaida Lobato, historiadora- fue la otra profesión que habló desde las instituciones. En una época en la qaue el conocimiento biológico dominaba, cuando los instrumentos de las ciencias naturales se utilizaban para analizar y diagnosticar los males de la sociedad, la organización (…   ) abrió un espacio para la intervención de los médicos en la administración estatal".

Entre los galenos se destacó, a nivel nacional, el psiquiatra José María Ramos Mejía quién, además de actuar políticamente -como Diputado o miembro del Ejecutivo- realizó estudios históricos sobre las grandes personalidades argentinas, observándolos como pacientes y diagnosticando sus padecimientos mentales.

Mendoza no se quedó atrás. Hacia 1880 llegó a nuestra provincia el médico peruano Luis Carlos Lagomaggiore que, entre 1884 y 1888, se desempeñó como intendente de la Capital.

Lejos de organizarse concursos -lo cual consideramos un gran avance-, los cargos de menor importancia eran cubiertos por hijos de profesionales, como maestros, miembros de una clase media en crecimiento.

Las cifras dan cuenta de las primeras fases de expansión estatal. A lo largo de la presidencia mitrista el gasto público llegó a    $ 13,1 millones; durante el primer gobierno de Julio Argentino Roca la cifra se elevó a $ 37,6 millones; para trepar a $ 187,4 millones entre 1910 y 1914.

La diferencia primordial con los últimos años, específicamente con la década ganada, es que el naciente Estado otorgaba empleos a la par de sus nuevas responsabilidades. Por ejemplo, en 1884 al establecerse la educación Pública o posteriormente con la creación del Registro Civil.

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