Corrupción, narcotráfico, pobreza, migración, discriminación étnica y un capitalismo depredador. La cruz de México no desaparecerá “milagrosamente” tras el paso del papa Francisco, que aunque abordó sin empacho algunos temas espinosos, también guardó silencio sobre heridas abiertas como los sacerdotes pederastas y la desaparición forzada, estiman expertos.
En una maratónica gira, el Pontífice visitó durante cinco días sitios claves de México: Ecatepec, epicentro de feminicidios; Chiapas, el estado menos católico y cuna de empobrecidas comunidades indígenas; Michoacán, históricamente bastión narco; y la frontera con Estados Unidos, escenario de la trágica migración de miles de latinoamericanos.
En su peregrinaje, Francisco envío duros mensajes a las élites políticas y religiosas del país. En un discurso frente al presidente Enrique Peña Nieto y otros dirigentes mexicanos, el Papa sostuvo que tenían la responsabilidad de ofrecer una “justicia real” y “seguridad efectiva” a sus ciudadanos.
A los obispos, les pidió “coraje profético” contra la violencia. Pero también pidió a los mexicanos que resistan la tentación del demonio, y dijo a los jóvenes que Jesús “nunca nos invitaría a ser sicarios”.
Exhortó a la sociedad que pida perdón a los indígenas por su exclusión, y terminó su gira denunciando la “tragedia humana” de los migrantes. Para Elio Masferrer, investigador en religión de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, “El Papa no hace trasplantes de cerebro, lo que hace es aportar a la construcción de nuevos consensos”. “Pensar que va a venir el Papa y milagrosamente va a cambiar la realidad mexicana no sería sensato”, subrayó.
La deuda que dejó Francisco
El Papa había advertido antes de su viaje que no llegaría a México "como un Rey Mago cargado de cosas para llevar, mensajes, ideas, soluciones". "El Papa no vino a México para resolver sus problemas (...). Quiere dar esperanza y fuerza", recalcó el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre.
Pero el Papa omitió algunos de los temas que han causado indignación contra el gobierno y líderes religiosos de México.
Ni una palabra sobre las numerosas víctimas de sacerdotes pederastas en México, ni una alusión a los 43 estudiantes desaparecidos por policías corruptos en Ayotzinapa, el emblemático caso que abandera a los más de 100.000 muertos y desaparecidos que ha dejado la guerra del narco desde 2006. “El Papa, en esos temas, está en deuda”, dijo Bernardo Barranco, un reconocido especialista en religión.
Los padres de los 43 estudiantes, en su mayoría católicos y que junto con otras organizaciones de desaparecidos solicitaron -en vano- una audiencia con Francisco, se quedaron con "un sabor un poco agrio" y con cierta “desesperanza con la Iglesia”, comentó Vidulfo Rosales, abogado de los padres.