Andrés Manuel López Obrador caminó por la Plaza del Zócalo de Ciudad de México como en sus épocas de campaña: estrechó manos, firmó autógrafos, se dejó querer y en un mensaje de dos horas prometió un mundo nuevo.
Con López Obrador, que el sábado asumió la Presidencia de México como sucesor de Enrique Peña Nieto, un nuevo discurso y una era antineoliberal se instalaron en la segunda mayor economía de América Latina detrás de Brasil.
Después de tres décadas de liberalismo económico y apertura al mundo, con México convertido en una potencia exportadora pero amplios sectores de la población marginados de los beneficios, López Obrador está decidido a poner a la gente por encima del mercado y a mirar hacia adentro, más que hacia afuera. Para eso enunció tres mandamientos ("no mentir, no robar y no traicionar al pueblo") y presentó 100 compromisos que guiarán su Gobierno.
Prometió empleo, mejores salarios, un sistema de salud comparable con el de Canadá o los países nórdicos europeos, consultas ciudadanas, revocación de mandato, Internet gratuito en espacios públicos, petróleo en abundancia, gasolinas más baratas, becas, créditos, 100 nuevas universidades.
"No aumentará la deuda pública, no gastaremos más de lo que ingrese al erario", aseguró. "Haremos a un lado la hipocresía neoliberal. El Estado se ocupará de disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá desplazando a la justicia social de la agenda del Gobierno", prometió.