Escenas de angustia y llanto de familiares de trabajadores reportados como desaparecidos se repetían ayer en las cercanías de la petroquímica de Pajaritos, en el este de México, sacudida el miércoles por una poderosa explosión que deja un saldo preliminar de 13 muertos.
Por momentos, los militares batallaban por contener a los civiles, cuyos reclamos mezclados con llanto se agudizaron cuando llegaron camionetas de servicios periciales y vehículos castrenses.
Un obrero sobreviviente a la explosión relató a periodistas que había unos 300 trabajadores al momento de la deflagración y que la fuga comenzó por la mañana, unas cinco horas antes del estallido fatal. “Estaba en la parte de atrás cuando se vino la primera explosión, vimos cómo los vidrios se colapsaban, los fierros cómo se doblaban porque es un material viejísimo. Con la segunda explosión vi cómo volaban los cuerpos desde los andamios”, añadió antes de irrumpir en llanto pues compañeros suyos murieron.
La explosión se registró a las 15.15 hora local del miércoles (17.15 de Argentina) y estremeció a una amplia zona de Coatzacoalcos, desencadenando escenas de pánico y obligando al desalojo de unos 2.000 pobladores, que regresaron a sus hogares ayer tras descartarse riesgos de contaminación.
En los últimos años se han registrado distintos percances en instalaciones de Pemex ya sea por accidentes dentro de las plantas o por explosiones en ductos que son perforados por grupos criminales para robar y traficar el combustible.
Uno de los siniestros más graves se registró en enero de 2013 cuando 37 personas murieron por un estallido en la sede de Pemex en Ciudad de México. En setiembre de 2012, una explosión de gas en una planta en la ciudad de Reynosa (Tamaulipas, noreste) dejó un saldo de 30 trabajadores muertos. Pemex bajó su producción de 3,4 millones de barriles diarios en 2004 a 2,2 millones en 2015.