"Desde hoy nos acercamos un poco más hacia el este", fue el comentario del jefe de Tráfico del Metrotranvía, Juan José Faura, al producirse ayer la inauguración al público de la estación General Gutiérrez.
El funcionario se refería a la habilitación para ascender y descender de las duplas del sistema, que hasta el miércoles debían ser abordadas a unos 300 metros, en el parador Juan Agustín Maza, sobre el carril Hipólito Yrigoyen.
De esta forma, la antigua estación ferroviaria de la línea General San Martín, totalmente remozada, volvió a cobrar vida.
La afluencia de usuarios en las primeras horas no fue muy grande porque mucha gente se fue enterando "sobre la marcha", comentó Faura.
Por ejemplo, en el mediodía (a las 12.30) una de las formaciones salió con una sola ocupante, Zoe Castillo (13), alumna de la Escuela del Magisterio, además del policía de custodia.
"Para nosotros esta inauguración es una bendición; antes teníamos que caminar cinco cuadras desde nuestra casa hasta el sitio de embarque", señaló la mamá de la alumna, Virginia Martín.
Con la habilitación de la estación, la frecuencia del Metrotranvía sigue manteniéndose en 18 minutos, de lunes a viernes, de 40 minutos los sábados, y 43 minutos los domingos.
La zona que enfrenta la nueva terminal del tranvía, sobre el primer tramo de Hipólito Yrigoyen, tiene viviendas, ningún negocio y un centro médico. Las personas consultadas de ese sector esperan que con la puesta en marcha de la estación se genere un mayor movimiento y un crecimiento edilicio. También en esa zona se encuentra la bodega Bertona, cerrada hace tiempo.
No faltó quien mencionara que sería oportuno abrir algún negocio de comidas y refrigerios, recordando que en la esquina de Yrigoyen y Ozamis (vereda noreste) estaba la popular confitería de José "Pilo" Repetto, que cerró hace una década al fallecer su propietario.
Entre las personas que viven por allí se encuentra Susana Allende (58), quien tiene una gran nostalgia y no la oculta. Ocurre que en los años '80 ella vivió dentro de la estación ferroviaria porque su esposo, Manuel García, era el jefe del lugar.
"Él murió joven en 1991, ocupábamos una de las cuatro casas que están al oeste de la estación; para mí esta recuperación de la actividad es una hermosura, es un volver a vivir, pese a la nostalgia".
Ana Calderón, afincada a pocos metros de la casa de Susana, señaló que usa el medio de transporte como paseo, pero su esposo, Jorge Cortés, lo utiliza para ir a trabajar de radiólogo en la calle Perú de Ciudad.
Una de las titulares de la farmacia El Globo, Cecilia Farés, no cree que haya un crecimiento comercial del área, pero sí que se verá beneficiada la seguridad en general por la presencia de más uniformados, tanto en la estación como en las inmediaciones.
También turistas
En la calle Ozamis, esquina 17 de Agosto, a pocas cuadras del punto de llegada de las duplas, está el almacén de Rosa Lucca, quien también está muy contenta con la puesta en servicio de la estación. Hija de un ferroviario de la línea General Belgrano, Rosa se preocupó ayer de tener los horarios del Metrotranvía pegados en la pared, un servicio más de su surtido negocio.
Enfrente se encuentra la centenaria Bodega López, que tiene una rotación de visitantes que realizan un recorrido guiado por el establecimiento. La encargada de relaciones públicas, Carolina Rosales, comentó que muchos turistas llegan a la bodega en el Metrotranvía, dado que se embarcan en el Centro y llegan "muy cómodos a nuestra casa, haciendo un paseo extra".
Agregó que ahora se verán favorecidos con la proximidad, ya que bajando del coche motor deberán caminar dos cuadras hasta la entrada de la bodega. Inclusive, algunos visitantes salen del hotel Diplomatic, sobre calle Belgrano, toman la formación en ese punto y se bajan en Gutiérrez, sin desplazamientos extras.
Algunos pasajeros se preguntaron si a futuro no es posible habilitar una sala de espera en la estación. "Estamos pensando en el crudo invierno o en el calor del verano, y tener un techo podría servir, a pesar de que las esperas son cortas", dijo un empleado que va todos los días a su trabajo en la ciudad.