A este sistema de transporte de carriles exclusivos o Metrobús, se le está adosando un discurso que no coincide con los resultados que ha generado.
Se repite que hay que desalentar el uso del transporte individual y es así. Es una de las premisas que la época impone a las ciudades. Uno de los objetivos. Pero no el único, porque las ciudades son una convivencia de variables y usos.
Hubo otras alternativas para lograr la troncalización en este tramo que cruza el departamento de Godoy Cruz. Los mismos funcionarios a cargo de estas obras han admitido en los medios que el Metrotranvía es la mejor opción pero con costos muy elevados ¿Se habrán contemplado en la ecuación económica todas las variables que intervienen en este juego? ¿Se dio valor a la alteración de la vida de los habitantes, la contaminación del aire, la preservación del paisaje, el patrimonio forestal, arquitectónico y urbanístico? ¿Se consideró el normal desarrollo de la actividad comercial, de colegios, hospitales y clínicas que abundan en esa arteria? ¿o sólo se puso en la cuenta el costo de infraestructura y vehículos?
Porque las acciones para desalentar el uso del automóvil están teniendo los efectos contrarios. Los tiempos de traslado se han incrementado, la circulación se ha hecho tortuosa y la vida de la gente se ha complicado. Son decisiones tomadas en una sola dirección, con los ojos puestos en el único objetivo de troncalizar el transporte público por calles que tiene múltiples funciones que abarcan desde los aspectos más técnico hasta lo identitario y simbólico.
Argumentan que los automóviles pueden escapar por arterias que se van poniendo en servicio a medida que se improvisan soluciones intentando mitigar los efectos no previstos. El panorama es desalentador. La calle está dejando de ser un lugar para vivir. No se transita, se huye.
Hay que dar claridad a esta discusión y mostrar el sistema de transporte público en su totalidad. Porque no es una obra departamental, aunque así se la esté presentando. Es una obra interjurisdiccional que debería ordenar el territorio del área metropolitana, desde Luján de Cuyo a Lavalle, desde el cinturón agrícola hasta el piedemonte. Pero mientras nada de esto ocurre y se hace una defensa militante de una obra que se muestra fraccionada, funcionarios de la Dirección de Planificación de Transporte de la Provincia redoblan la apuesta e insisten en la continuidad por calle San Martín en Capital y Las Heras.
Lejos han quedado los resultados esperados, nadie sabe cómo terminará todo esto, pero se descalifican las opiniones críticas acusándolas de conservadoras y reacias a los cambios. Pues bien, no conocemos ciudad en el mundo que conserve su identidad, mantenga una elevada calidad de vida y esté sometida a transformaciones que la desfiguran en su esencia. Las ciudades, esta o cualquier otra, no son laboratorios para experimentar creencias. Existen métodos y tecnología para realizar modelos y minimizar la incertidumbre. Y existen instancias de información y consulta con la población. Son obligatorias, están establecidas por ley y, en este caso, tampoco se han cumplido.