Meteoro, el fugitivo: “Todos cometieron un delito alguna vez”

Preso y acusado de diez estafas, Víctor Ignacio Suárez (41) se hizo conocido por sus fugas no violentas más que por sus engaños. Hijo de un senador radical cordobés y peligroso hacker, le calculan una fortuna de más de 3 millones de pesos. Espera “sin dem

Meteoro, el fugitivo: “Todos  cometieron un delito alguna vez”
Meteoro, el fugitivo: “Todos cometieron un delito alguna vez”

No es sencillo saber en qué se destaca más Meteoro. ¿Es un gran hacker?; ¿es un estafador complejo? o ¿es un fugitivo creativo? Sea lo que fuere, hoy el hombre de 41 años nacido en Rosario se encuentra preso en una celda de máxima seguridad en la cárcel Boulogne Sur Mer.

"Lo mejor que se podría decir es que soy una persona que a veces ha cometido delitos", sugiere. "Todos hemos cometido un delito alguna vez; conozco jueces que golpean a sus mujeres. Y hay gente teóricamente respetable que tiene cuentas no declaradas en Suiza".

Víctor Suárez está acusado de estafa genérica. Cuenta con hechos diseminados en su ciudad, Córdoba (donde tiene residencia), y en San Luis y Mendoza. Pero además cobró notoriedad por sus fugas ingeniosas -algo de lo que está visiblemente orgulloso-, "hechas sin armas, sin violencia".


A Suárez no le agrada el alias de Meteoro pero parece resignado. "Me lo pusieron los policías de Córdoba en referencia a mi gusto por los autos".
Se lo ve culto y se nota que le gusta que la gente se entere.

Dice que es ingeniero en sistemas, recibido en la UTN de Rosario, "pero antes estudié Derecho, Psicología y Economía. Yo salí del secundario con 16 años. Vengo de una familia inteligente, mi único hermano, dos años menor, también es ingeniero".

La entrevista se llevó a cabo en una de estas tardes muy calurosas, cuando la cárcel de Boulogne Sur Mer, con más razón, bien puede aparecer como una sucursal del infierno. Y se nota que Meteoro lo padece: cada tanto frena su relato para dejarle lugar al llanto. "No sé si voy a seguir vivo mucho tiempo", susurra.

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"Mis comienzos con las estafas fueron a los 20 años. Pequeños engaños que de a poco fui perfeccionando. Comencé con cheques. Me había peleado con mi padre (un ex legislador de la UCR de Córdoba, según él, "uno de los fundadores de la corriente interna llamada sabatinismo'), con quien llevaba una vida de lujos, y de pronto me quedé sin nada. No quería dejar aquel tren de vida y así empecé.

Pero si bien tengo 41 años y empecé a los 20 con estafas, no hay que decir que viví 21 años en el delito. Tuve épocas en las que fui un comerciante, por ejemplo".

Se puede decir que la vida de lujos que Suárez no quería abandonar comenzó a hacerse más lujosa. Sus estafas eran cada vez más complejas y le dejaban mucho dinero. Sólo en Rosario, en el año 2010, lo pescaron en una con la que llevaba “recaudado” más de 200 mil dólares.

La revista rosarina Nova Digital publicó el 3 de mayo de 2010: "Suárez fue localizado mientras realizaba desde su netbook transacciones para desviar fondos de clientes bancarios y direccionarlos a sus cuentas que poseía en diferentes entidades.

La Policía le incautó su computadora portátil y celulares para los peritajes correspondientes, ya que el desvío de fondos se realizaba de manera informática. El hacker, en su computadora y con información confidencial, entraba en los registros de los Rapipagos y hacía figurar en las pantallas de éstas los pagos de los clientes, también saldos y giros inexistentes".

Para entonces, Meteoro, de 36 años, estaba de lleno en el terreno de las estafas. Ya había estado preso en la cárcel de Clorinda y en una comisaría de Rosario, de donde escapó a pie luego de engañar a los guardias vestido de traje para no despertar sospechas.

Según él, tuvo momentos de "decencia". "Me puse un negocio de perfumes. Por eso es que digo que no se puede decir que delinquí 20 años sin parar". Sus dos fugas de Rosario lo llevaron a las portadas de los diarios y, como hacen muchos de los que se dedican a este tipo de engaños, Suárez se mudó a hacer lo mismo en otras ciudades.

"Lo mío tiene que ver con cuestiones de hacker. Yo sé cómo meterme en sistemas de seguridad bancaria para fraguar un pago. Por eso muchas veces digo que quienes me denuncian a mí (prefiero no hablar de víctimas sino de denunciantes) lo deberían hacer con los bancos, que son los responsables de las cuentas de sus clientes".

En Mendoza Meteoro cuenta con 10 casos de estafas que lleva adelante el fiscal Gustavo Pirrello. Su mecanismo acá consistía en buscar a alguien que vendiera su auto por internet. Se reunía en un bar del Centro y acordaban la transacción, que se haría por medio de una transferencia bancaria.

Suárez, que cambiaba de nombre y se hacía pasar por abogado, le decía al incauto que depositaría el dinero y para eso le pedía su número de cuenta bancaria. Al otro día, luego de las 13 (cuando los bancos cierran), el vendedor recibía desde su home banking, un news-letter supuestamente proveniente de su banco que le indicaba que en su cuenta se había depositado el dinero.

Entonces ambos firmaban los boletos de compra-venta y los 08 y Suárez se iba en el auto que acababa de comprar. Ese auto era vendido a un tercero que compraba de buena fe ya que en definitiva era de legítimo propietario.

Al otro día, cuando la víctima se comunicaba con su banco se enteraba que no había nada depositado. "Mi trabajo consistía en hacer desaparecer el documento del banco de la cuenta del denunciante".

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A Meteoro lo abandonó la suerte en Mendoza el 10 de mayo pasado, cuando se metió al quiosco de Montevideo y 9 de Julio y entró una de sus víctimas: un hombre de Tupungato al que le había birlado el auto. "Se armó una pelea y me escapé hasta calle Colón, donde fui atrapado". Detenido,  fue a parar a lo del fiscal de Capital Gustavo Pirrello. El funcionario judicial lo envió a prisión y lo acusó de "estafa genérica".
"No tenía domicilio en la provincia, vivía de hotel en hotel, así que no quedaba más que enviarlo a la cárcel", contó Pirrello.

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El lunes 3 de agosto, Meteoro conoció la fama en Mendoza. Fue cuando escapó de la cárcel de Boulogne Sur Mer con un documento apócrifo. "Fue un día de visita. Me llevé la tarjeta que le dan a quienes visitan. Me hice pasar por él en los controles y salí a pie. Luego me tomé un taxi".

Otra vez lo había hecho sin armas ni rencores. Pero la prensa se hizo eco del caso y le pasó lo que a ningún fugitivo le conviene: hacerse famoso. Cinco penitenciarios fueron sancionados por su fuga y la idea de dejar a todos como idiotas hizo que la lupa de la justicia se afinara sobre su cabeza. Cayó en San Luis el 23 de agosto. Y regresó a Mendoza como una estrella del delito.

Aunque le faltaba su golpe maestro, que por poco no pudo cristalizar: escapar de la cárcel disfrazado como anciano.

"Steve Jobs decía -leí su biografía- que las circunstancias no se dan, hay que crearlas. Bueno, me enteré de un caso de un atracador de bancos norteamericano que era negro. Cuando lo detuvieron se dieron cuenta de que hacía sus robos con una máscara y que en realidad era rubio.

Comencé a interiorizarme y me enteré de que la máscara que usaba el ladrón era de la fábrica de California llamada SPFX Mask, que las hace con espuma de siliconas. Mandé a comprar una por internet a 1.500 dólares y me la trajeron acá".

El mediodía del 16 de octubre pasado, Meteoro estuvo a metros de ganar la calle una vez más. Estaba caracterizado como un anciano y caminaba encorvado y ayudado con un bastón.

En el último control -después de haber saludado a todos a su paso como hizo en cada fuga- fue descubierto y desde entonces está confinado en máxima seguridad de Boulogne Sur Mer, junto con 20 presos "muy difíciles", como dicen los penitenciarios". La imagen de la máscara de anciano de Meteoro recorrió todo el país por los medios de prensa.

“¿Por qué cree usted que siempre me fugo caminando? Por la sencilla razón de que los penitenciarios están preparados para las fugas violentas y cubren los muros con personal armado. Esperan eso, esa modalidad. Jamás nos esperan por la puerta. Ahí radica el punto neurálgico de este asunto que tanto llama la atención”.

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El rey de la fuga y de las estafas, el hacker, hoy no luce bien por más que se permite algunos alardes: "De las veces que estafé, el 98 por ciento no fui atrapado". Ojeras muy oscuras contornean sus ojos como los osos panda. Su estado de ánimo es de melancolía.

Sus quejas recurrentes: "Pedí llegar a un acuerdo con mis denunciantes; a ellos les interesa más recuperar su plata que yo esté preso. Pero no me dejaron hacerlo y deberé esperar el juicio, si es que llego con vida para entonces".

Según los pesquisas, la fortuna amasada por Meteoro supera con creces los tres millones de pesos.

Igual, ese dinero no mitiga el encierro ni la lejanía de Meteoro con su familia, a la que asegura extrañar horrores.

Pidió, para cerrar el artículo, publicar una suerte de pequeña carta para su hijo: "Elian, hijito, te he amado desde antes de que nacieras. Perdón por mis errores, por haber colocado la vergüenza en el lugar del orgullo y por este papá ausente. Gracias por enseñarme a ser y sentirme padre. Sos todo".

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