Según reconoció el propio
Juan José Campanella
, si él hubiera sabido que el proyecto de “Metegol” iba a llegar a superar los 20 millones de dólares, quizá no lo hubiera concretado. Pero se trata de la primera superproducción nacional en 3D con proyección mundial, por lo cual su costo, si bien enorme para un film nacional, es pequeño si se lo compara con un producto de Disney/Pixar o de DreamWorks, que largamente superan los 170 millones en los Estados Unidos.
Lo cierto es que la película que se estrena hoy en todo el país demandó más de dos años de trabajo y se anuncia con la calidad técnica de los mejores estudios internacionales. Y además con las dosis casi perfectas de entretenimiento, diversión y emotividad, el campo donde mejor se mueve el premiado director argentino quien también reconoció que “en un país como la Argentina, aunque todos vayan a verla dos veces, no se recuperaría la inversión”.
“Metegol” (Foosball, en inglés) es ante todo una buena historia que habla sobre la fraternidad, el amor y los grandes ideales. Pero también es una apuesta muy ambiciosa para dejar un sello distintivo en el mercado internacional de la animación, donde compiten grandes jugadores como los ya citados.
Finalmente el deseo se impuso a los obstáculos y Campanella logró llevar a la pantalla una película animada, el primer género que le gustó en la vida, según él mismo reconoció.
Cinco años de trabajo
El día de la presentación de la película en Buenos Aires, el director dijo que sentía “un gran alivio, porque en el cine no existe la felicidad sino el alivio”, refiriéndose a esta coproducción hispano-argentina que está siendo distribuida internacionalmente por el sello Universal.
El cineasta estuvo inmerso en este proyecto unos cinco años, quizá los más largos y trabajosos de su vida.
“Con la película nos fuimos entusiasmando de a poco y fue creciendo el nivel de exigencia propia; nos dimos cuenta de que podíamos hacerlo”, dijo el director de “El secreto de sus ojos”.
Finalmente, y después del esfuerzo, vio la luz esta película que, tanto a Campanella como a todos los que trabajaron en ella, hoy les llena de orgullo.
Una historia sencilla
“Metegol” pretende ser un canto a la vida sencilla, a la gente anónima que no necesita del estrellato para brillar con luz propia. Para ello, el director se vale de lo que representa hoy en día el ambicioso mundo del fútbol y parodia a las estrellas agrandadas. En contraposición, reivindica a los jugadores de barrio, que ponen por delante la unidad y el sentido de equipo.
El protagonista del film es Amadeo González, un joven que trabaja en un bar, juega al metegol mejor que nadie y está enamorado de Laura. Su rutina se viene abajo cuando Grosso, otro joven del pueblo que se ha convertido en el extranjero en el mejor futbolista del mundo, vuelve dispuesto a vengarse de la derrota que sufrió con Amadeo años atrás jugando al metegol.
Grosso, poderoso y acaudalado, con una autoestima superior al promedio de los porteños, forma un equipo de atletas invencibles para enfrentar a Amadeo, quien apenas puede juntar en su elenco al cura del pueblo, al subcomisario y a un linyera, entre otros personajes.
El único propósito del bravucón es destruir a su rival, quedarse con Laura y convertir el pueblo en un gran parque temático.
Durante la destrucción del pueblo que encabeza Grosso, los muñequitos de plomo del metegol van a ir cobrando vida de manera casi mágica para convertirse en el sostén de Amadeo en su intento por recuperar el amor de Laura y la dignidad de sus habitantes a través de ese partido, en una sucesión de efectos especiales que se anticipa de gran factura.
El espíritu de Fontanarrosa
“Metegol” se inspira en el cuento “Memorias de un wing derecho”, del fallecido escritor y humorista gráfico rosarino Roberto Fontanarrosa, que no es otra cosa que el monólogo de un jugador de fútbol en el que uno se va dando cuenta, por algunas pistas, que en realidad se trata de un jugador de metegol.
En el cuento de Fontanarrosa sólo existe un personaje, por lo cual Campanella debió inventar una nueva historia y crear todo un universo imaginario a partir de ese cuento.
Para ello contó con la ayuda del productor Gastón Gorali, el crítico, escritor y productor Axel Kuschevatzky y del escritor Eduardo Sacheri, autor de la novela en la que se basó la oscarizada “El secreto de sus ojos”. Así fueron surgiendo todos los tipos de jugadores: el filósofo, el fanfarrón, uno rudo y uno más miedoso, y así se fue armando el equipo.
Según contó Sacheri: Juan (Campanella), Gastón (Gorali) y Axel (Kuschevatzky) hicieron una primera versión del guión, pero les faltaba una mirada futbolera. Estos tres, de fútbol no saben nada”, dijo el autor.
Fue Sacheri quien dotó al relato de un lenguaje generoso en guiños y marcas de identidad futbolera, cualidades que los vuelven ideales para ser narrados, relatados en voz alta, casi como la transmisión radial de un partido.
El ostentoso personaje del villano Grosso, generoso en caprichos, fue también un aporte de Sacheri. “Ezequiel El Grosso, re macho, concentra lo que más aborrezco del gran fútbol”, dijo el escritor.
Los técnicos
En el film participó un equipo de trabajo de más de 300 personas, el que incluye a unos 50 profesionales de la animación entre los que se encuentran principalmente hispanoamericanos. Sergio Pablos fue el supervisor de este equipo con sede principal en Buenos Aires. El reconocido animador fue también creador de la historia que inspiró la exitosa “Mi villano favorito”, cuya segunda parte sigue en cartel entre nosotros.
Ha sido “un gran trabajo de los animadores. Las actuaciones son muy realistas... Esta es la primera película de este nivel que se hace sin inversión de los Estados Unidos, será interesante ver lo que pasa”, dijo Campanella.
La producción estuvo a cargo de Jempsa, de Argentina, y Plural-Jempsa, de España, entre otras empresas. Los productores ejecutivos son 100 Bares Producciones, del mismo Campanella, y CatmanduEntertaintment, de Gastón Gorali.
Distintas personalidades
Las voces de los personajes principales son de los conocidos actores argentinos Pablo Rago (Capi), Miguel Ángel Rodríguez (Liso), Fabián Gianola, Horacio Fontova (El Loco), Diego Ramos (Grosso, el villano), David Masajnik (Amadeo) y Lucía Maciel (Laura). El propio Campanella, por su parte, le pone voz a un personaje secundario de la película.
Algunas figuritas del metegol de Amadeo, una vieja máquina inspirada en las que hoy sobreviven en bares de pueblos tanto de España como de Argentina, evocan a famosos jugadores latinoamericanos de los años 70 y 80, como el argentino Jacinto Leopoldo Luque o el colombiano Carlos Valderrama.
Todos tienen una personalidad o característica fisonómica que los diferencia. Uno de ellos es el líder nato, un segundo es el filósofo y un tercero el vanidoso y así.
Los actores trabajaron sus interpretaciones como si se tratara de la puesta en escena de una obra teatral, mientras eran filmados por cámaras de video, imágenes que luego sirvieron para el proceso de animación.
Campanella elogió el trabajo de improvisación de los actores que, según él, enriqueció el diálogo entre los personajes y la historia.
En tanto, el tema original del film, “Me vieron cruzar”, fue compuesto e interpretado por el dúo puertorriqueño Calle 13.