El denominado nuevo derby de Catalunya ofreció un gran espectáculo en otra fría tarde de pleno invierno. El de Rosario volvió a brillar con luz propia en un ambiente festivo que rebosaba catalanidad en todo el estadio, casi lleno para la ocasión. Volvieron a verse las muestras de apoyo a los encarcelados en el proceso de secesión catalana pero, sobre todo, hubo fútbol, goles y Messi.
El Barça saltó al campo con toda la artillería para enfrentar al equipo revelación del año. Dembelé y Coutinho acompañaban a Messi y Suárez por primera vez tras sus millonarios fichajes. La misma primera vez en la que el Girona visitaba el Camp Nou. Pero el equipo del norte de Catalunya no tiene complejos y dejó claro en la previa que no tenía nada que perder y venía a disfrutar del partido. Novenos en la tabla, ya le quitaron muchos puntos al Real Madrid y al Atlético jugando bien al fútbol. Sólo les faltaba un grande.
Y así salieron, a comerse al Barça. El choque arrancó eléctrico y en el minuto 2 el Girona hizo historia adelantándose en el marcador con una gran contra que remató Portu. El ritmo era frenético y antes de que el público se sentara, Messi asistió a Suárez para empatar de tiro cruzado. Minuto 4 y el partido estaba roto, empatado y hermoso. Las ocasiones se sucedían en una y otra área y no parecía haber dueño. Hasta que el dueño de la casa agarraba la pelota; ahí siempre se notaba la diferencia. Le puso una a Dembelé que el francés no supo aprovechar. Un instante después le puso otra a Jordi Alba y el lateral tampoco pudo. Cada contacto de Messi con el balón era asistencia de gol. No había manera de detenerle, ayer tampoco. Si el rosarino no la tocaba, el choque se igualaba. El Girona tenía claro a quién cubrir, pero no sabía cómo. Cuando Messi juega así todo el mundo sabe lo que va a pasar.
El ritmo no daba tregua y no permitía parpadear a la grada. Poco a poco el Girona fue reculando rodeando a Messi para intentar contenerlo. Pero no hubo manera. No importan las coberturas, los espacios, ni el rival ni el frío. Lionel agarró otra pelota y se fue gambeteando gente hasta que quiso dejarla en el fondo del arco. 2 a 1 y el público gritaba su nombre entregado, por enésima vez. Llega un momento en que después de tantos recitales ya no quedan palabras para definirlo. Fútbol total. Protagonismo absoluto. Es él, y después los demás.
Cinco minutos después volvió a abusar de sus compañeros de profesión y metió una falta por debajo de la barrera. 3 a 1 y la inspiración y el talento absoluto volvían a inclinar la balanza. Antes del descanso pasó otra vez. Lio agarró otra en la mitad de la cancha y atrajo defensas hacia él hasta dejar solo a Coutinho, que se la dio a Suárez a placer. Jugadón, 4 a 1 y descanso en una primera parte histórica ya no sólo para los jugadores del Girona, que se miraban entre ellos camino al vestuario en silencio y encogiéndose de hombros.
En la segunda parte las cosas parecieron calmarse con el partido aparentemente resuelto. Lio pareció decidir que era hora de dejar jugar a los demás. Y así fue como se pudo ver un poco más a Coutinho y a Dembelé mientras la posesión del Barça era cómoda. El Girona parecía aceptar su destino en esta noche de debut. Pero lo cierto es que siguió peleando e intentando acortar distancias para meterse en el partido. Los locales siguieron en lo suyo, tocando con comodidad y de vez en cuando amenazando con agrandar la distancia. Suárez mandó una al palo en el 52'. Parecía que Barcelona no quería hacer sangre, pero el quinto era cuestión de tiempo.
Dembelé empezó a animarse mientras Rakitic y Busquets hacían lo que querían en el centro del campo. Coutinho afinaba la puntería y todos los azulgranas jugaban. Messi los miraba y de vez en cuando ayudaba a circular la pelota rápido. De verdad que parecía un acto de piedad del diez. Así llegó el quinto, con un golazo de Coutinho desde fuera del área. Partido cerrado. Los visitantes querían irse ya pero el tiempo pasaba lento para ellos.
En medio del toquerío Rakitic puso un pase interior a Dembelé y éste asistió a Suárez para el sexto, todavía con más de diez minutos por jugarse. Los de Girona parecían perseguir sombras sobre el campo y hasta el final del encuentro estuvieron fuera del mismo.
Barcelona parecía no tener compasión y lo siguió intentando hasta el final, a pesar de jugar con diez por lesión de Semedo los últimos minutos.
En una de ésas acabó el partido, con un Barcelona intratable y demostrando que no piensa relajarse hasta volver a levantar la copa del torneo local. Para la historia de la Liga quedará que el primer nuevo derby catalán se lo llevó el Barça goleando al Girona. De puro fútbol. De puro Messi.