Para nadie resultó un factor de sorpresa que Lionel Messi haya sufrido una lesión de índole muscular, más que nada porque el ritmo de las exigencias de quien ha ganado consecutivamente cuatro Balón de Oro como mejor futbolista del mundo ya implica que su actividad orilla entre 46 y 47 semanas de las 52 anuales. No sólo en España, sino también en cualquier otra parte del mundo donde le toque jugar al Barcelona o al seleccionado argentino.
Leo es un ícono a escala planetaria desde hace al menos un lustro, cuando ya había terminado definitivamente la transición de promesa a realidad. A nivel internacional, ya con la camiseta de la Selección, tuvo su irrupción dominante en el Mundial Sub20 2005, en el cual se convirtió se consagró goleador y además ganó el premio al mejor jugador.
Un año después, participó con acierto del Mundial 2006 de mayores, en el cual conquistó su, hasta ahora, único tanto mundialista, en el 6-0 frente a Serbia y Montenegro, en Gelsenkirchen. Su temporada 2006/2007 en el Barça ya lo mostraba tomando decisiones de juego en el más alto nivel. A partir de allí, corrió los límites siempre hacia delante.
Por entonces, cuando sus primeros pasos en el Barcelona pre Guardiola lo encontraban en una escala ascendente, la “Pulga” terminó contratando a un fisioterapeuta, Juanjo Brau, especialista en el trabajo personalizado con futbolistas. En ese momento, el plantel estaba en pleno proceso de depuración en la antesala del final de ciclo de Rijkaard, etapa en la cual Leo pasó a cobrar un protagonismo creciente e inversamente proporcional al de la despedida anunciada de Ronaldinho y de cuatro jugadores más del grupo de los brasileños.
La relación profesional entre la “Pulga” y Brau, quien había llegado en 1997 al Barça, fue convirtiéndose, además, en una amistad propia de amigos confidentes. No hay secreto para el catalán de parte de Messi, quien le confía absolutamente todo lo que le concierne. Durante la breve estadía en Mendoza, por ejemplo, el 11 y 12 de octubre de 2012, era común verlos en sesiones de acondicionamiento físico en el Diplomatic Hotel. Así, todos los días y en cualquier parte del planeta.
Leo, al igual que varios de sus compañeros del Barça, ha sufrido dolencias varias en los isquiotibiales. Según los especialistas, esta situación es absolutamente común porque cada jugador blaugrana ha estado sometido en las últimas cinco o seis temporadas a un calendario exigente, casi generalmente de dos partidos por partidos durante la mayor parte del año.
Prácticamente todas las lesiones de cualquier jugador del plantel catalán ha tenido que ver con la musculatura en el tren inferior, en todos los casos por la sobreexigencia de tener que afrontar la liga española, la Champions y la Copa del Rey, además de la agenda de amistosos, las fechas FIFA y las correspondientes eliminatorias para la Selección de cada país.
Brau fue un elemento clave para la conexión con los respectivos cuerpos técnico y médico de la Selección desde 2006 hasta hoy. Supo establecer redes de contacto con Pekerman, Basile, Maradona, Batista y Sabella, además de hacerlo con los profesionales de la salud respectivos en cada proceso.
Es más, muchas veces hubo rondas de interconsulta entre las cuatro partes afectadas: Messi, el entrenador, el jefe del cuerpo médico y el fisioterapeuta. Inclusive, hasta podría esperarse una cierta distancia y desconfianza de Maradona para con el español, pero de ninguna manera ocurrió y, por el contrario, fue un momento en el cual se reforzó el trabajo conjunto.
El ciclo de interconsultas se expande hasta incluir a la junta médica del Barcelona, que está al tanto de cuanto suceda con su futbolista insignia. Este trabajo especial ha redundado en un beneficio especial para el propio Messi. Cuando recién comenzaba su carrera en primera división, Leo había sufrido tres rupturas fibrilares en las temporadas 2005/2006 y 2007/2008. Entre medio de esos ciclos, padeció la rotura del quinto metatarsiano de su izquierdo, en 2006; ésta, hasta el momento, ha sido la que más tiempo lo alejó de los campos de juegos, ya que estuvo tres meses sin poder jugar.
Dos meses después de la estrepitosa caída de la Selección en el Mundial 2010, cuando se perdió 4-0 contra Alemania, Messi tuvo un gran esguince de tobillo y su inactividad orilló casi una quincena. A partir de ese momento, su recuperación y permanencia ininterrumpida en la actividad de alta performance fue asombrosa. Salvo alguna que otra molestia menor, por la cual sólo necesitó reposo, Leo tuvo una presencia permanente tanto con el seleccionado nacional como con el Barcelona.
Junto con Brau, la “Pulga” realiza un acondicionamiento físico diario fuera del que tiene con su club y con la Selección. Es habitual verlo en una larga sesión de elongación antes y después de cada entrenamiento y partido, siempre supervisado por quien se conoce como “el ángel de la guarda”; tal es su apodo, consentido entre los dos.
A principios de abril, en ocasión del encuentro contra el PSG, en Paris, Messi sintió un dolor intenso en la zona del sóleo derecho, por lo cual hizo señas inmediatas hacia el banco de suplentes. Durante el entretiempo, entre los médicos y Leo se convino en su reemplazo. La conmoción en la prensa deportiva llegó de inmediato y las especulaciones, a través de la información generadas desde fuentes confiables, marcaba que el Diez había sufrido una ruptura fibrilar, todo una señal de la inminencia de un desgarro.
Las urgencias del Barcelona por recuperar a su as de espadas en un momento de baja de tensión del equipo llevaron a que la “Pulga” se exigiera más de lo debido y las consecuencias estuvieron a la vista: si bien fue determinante con su ingreso para lograr la clasificación a cuartos en la revancha contra el Paris Saint Germain en el Camp Nou, su falta de equivalencia física se notó demasiado contra el Bayern Munich. En la liga española, además, su presencia en cancha seguía amenazada por el agravamiento de su dolencia. Ya no tenía sentido arriesgarlo, con un campeonato ganado al trotecito.
Messi viajó el primer fin de semana de junio con Brau y de entrada se hospedaron en Rosario. Tras el primer examen, ya en el predio de AFA, en Ezeiza, la ronda de interconsultas decantó en que no convenía exigir a la “Pulga” más de lo que el físico se lo permitiese. Un acierto del trabajo interdisciplinario, en vez de arriesgarlo sin sentido contra Colombia.
El viernes pasado, apenas Messi salió del banco de suplentes y se encaminó hacia el centro de campo para esperar su ingreso al partido, la corriente de afecto y de esperanza que bajó desde las tribunas y las plateas del Monumental no hizo más que ratificar que se está frente al gran estandarte que llevará la Selección a Brasil 2014. Por eso, vale la decisión de preservarlo y quizá le toque no ser titular en otro momento. Es que aún sin estar en plenitud, Leo juega aunque no juegue, y está aunque no esté.