Por Fabián Galdi - editor de MÁS Deportes digital -
Desde la época de Alfio Basile que en una conferencia de prensa de un entrenador del seleccionado argentino no asomaba el tono descontracturado de las preguntas y la correlación simétrica en las respuestas del entrevistado. Quizá había sucedido en el último tramo de la gestión de Alejandro Sabella, pero previo a su abrupta desvinculación del cargo. La etapa post Gerardo Martino estuvo marcada por los mensajes entrelíneas, las frases altisonantes y la sensación a cosa juzgada que se le advertía a Edgardo Bauza en lo que podríamos denominar más un interinato que un proyecto a largo plazo. Ahora es el tiempo de Jorge Sampaoli. El blanqueo de una situación que ya era un secreto a voces desde diciembre pasado, aún bajo el mandato del Patón. Ya se percibía dentro y fuera de la AFA: la base del plantel no guardaba sintonía con el cuerpo técnico vigente. Se sabía, aunque aún se trate de minimizar. Y lo sabían todas las patas de la misma mesa: los jugadores, la dirigencia, el DT del momento y el DT por venir. Nadie podría hacerse el sorprendido ahora. Hasta se podrían haber evitado sendos papelones: el escándalo con el diez de la Selección y su entredicho con el árbitro asistente en el final del juego contra Chile más la negativa de varios futbolistas para no concurrir a jugar días después en la altura de La Paz. A la larga, todo se sabe. Y ojalá que a la corta, también sea así.
Sampaoli se retiró ridiculizado del Sevilla debido a ciertos claroscuros en el manejo de su salida. Desde marzo en adelante ya era vox pópuli entre los periodistas españoles que los días del casildense estaban contados en la entidad andaluza. Sin embargo, el director técnico se las ingeniaba para salir airoso del paso con frases evasivas. Hasta llegó a expresar que desconocía personalmente todo tipo de tratativas con los dirigentes afistas, cuando era absolutamente obvio que su hermano era quien llevaba adelante las conversaciones. No vale la pena juzgar con un imperativo categórico al involucrado: el fútbol está teñido de estas intrigas palaciegas cual si fuera un hecho culturalmente aceptado en el ambiente. Y sus protagonistas son parte de ese círculo viciado de toxicidad que se halla naturalizado como propio de la identidad.
Lionel Messi tampoco es ajeno a este cúmulo de situaciones desencadenadas. Es más, en su propio entorno se aseguraba desde febrero de este año - tal como se publicó oportunamente en este mismo espacio - que el cinco veces Balón de Oro iba a sentirse muy cómodo si es que alguna vez le tocase ser dirigido por Sampaoli. Ya en el semestre pasado, el entrenador le había arrojado flores en público: "Comparar a Messi con el resto es como comparar a un gran policía con Batman". Esa declaración, realizada en el programa de Jorge Valdano en beIN Sports se encadenaba con otras en las que el DT sostenía que a Leo había que darle todos los años el premio al mejor del mundo y que el resto de los futbolistas se dedicara a competir por otro trofeo. Resta saber qué opinará Cristiano Ronaldo al respecto y más luego de sus goles en la reciente final de la Champions League ganada por goleada ante Juventus.
En Viamonte 1366 se captaban las indirectas llegadas desde tierras sevillanas y aún en medio del proceso Bauza había entrado a tallar una lista de candidatos en la que asomaban Diego Simeone y Sampaoli como prioridades a la hora de un eventual reemplazo. Por una rara señal del destino - quizá - otra vez Sampa quedó ocupando el lugar que probablemente en otro momento le toque al Cholo. Ya había sucedido una circunstancia semejante a finales de 2010, cuando sendos nombres habían ganado la consideración para convertirse en el DT de la U de Chile, hasta que finalmente el pulgar fue levantado para el santafesino. El hoy conductor del Atlético de Madrid deberá volver a esperar una nueva oportunidad. También conocido por su amistad personal con Mauricio Macri, el entrenador colchonero tiene contrato hasta fines de junio de 2018 con la entidad rojiblanca, pero el vínculo contractual del nuevo cuerpo técnico del seleccionado argentino fue convenido hasta finales de la Copa del Mundo Qatar 2022.
Los dos se enfrentaron en la final de la Copa América Chile 2015. (Archivo)
Serán los dos mundiales que vienen, tanto el cercano de Rusia 2018 como el posterior del emirato árabe, los últimos con Messi en plenitud. Leo cumplirá 32 años a fines de junio de la próxima competencia ecuménica y llegara a tierra catarí con casi 36. Sus chances para alzar la máxima Copa quedaron truncas en Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, por lo que su cercanía con Sampaoli le representa la posibilidad final de quedar inmortalizado en la misma foto que Daniel Passarella en 1978 y Diego Maradona en 1986. Más allá de haberse colgado la medalla dorada olímpica en Beijing 2008, ésto implica un sabor a poco para quien ha dejado un tajo en la historia futbolística de todos los tiempos gracias a sus sostenidos logros en el Barcelona.
No hace falta indagar en la carrera del crack para darse cuenta que la empatía con Pep Guardiola le permitió consolidar su proyección hasta convertirse en la estrella más fulgurante en la constelación de astros que conformaron el excepcional ciclo del Barça con el hoy técnico de Manchester City. Ni siquiera los logros con Tito Vilanova y Luis Enrique pueden compararse con aquella versión de fútbol arte en estado puro junto a Xavi, Iniesta, Busquets, Mascherano, Dani Alves, Puyol y Pique, entre otros. En la Selección, las etapas con José Pekerman, Basile, Maradona, Sergio Batista, Sabella, Tata Martino y Bauza nunca reflejaron el convencimiento pleno del excepcional futbolista con su respectivo orientador. Ahora, la fluidez en la comunicación con Sampaoli abre un espacio de esperanza respecto de si podrá consumarse un matrimonio que - esta vez - no sea por conveniencia mutua.
"Nosotros queremos que venga Leo. No que venga Messi. Queremos su versión más genuina y placentera. Que sea feliz acá", expresó el flamante comandante del sueño albiceleste en su primer contacto masivo con el periodismo argentino. Y volvió a enfatizar cuánto de importancia le da al estado de ánimo del gran referente de la Selección: "Queremos que el mejor jugador del mundo se sienta feliz estando aquí".
Messi es el primero que lo tiene claro: su extraordinaria trayectoria futbolística no puede cerrarse sin una conquista de nivel premium con el seleccionado argentino. Ya lo dijo previo al Mundial en suelo brasileño: "Cambio todos mis títulos por ganar un Mundial con la Selección". Hoy día, quizá, perciba que llegó quien mejor puede interpretarlo como alguna vez lo hizo Pep. Dentro de doce meses, parafraseando el título del filme de James Bond, un país se desvive por verlo a Leo exclamar: Desde Rusia, con amor.