Messi, el general del ejército desarmado de Cataluña

Leo es el gran referente del Barça siglo XXI. La marca de una región a escala planetaria. Un extranjero que derriba todo límite geográfico.

Messi, el general del ejército desarmado de Cataluña
Messi, el general del ejército desarmado de Cataluña

'Y sin embargo...se mueve'.

Parafraseando a Galileo, aunque en un contexto claramente diferente al que sostuvo el científico que no abdicó de su pensamiento frente a la Inquisición, el tiempo presente permite aludir a una metáfora que tiene una relación directa con el fenómeno a escala planetaria que generó el FC Barcelona desde hace una década. Ya no sólo se trató de un equipo de fútbol que acopiara trofeos y vueltas olímpicas por portación de estrellas dentro del campo de juego, sino de la expresión más certera que se acople al concepto de fútbol arte en lo que va de este siglo. Pocos ejemplos pueden acercarse en la centuria anterior: el Wunderteam austríaco de la década del '30, los fantásticos húngaros de los '50 - Kubala y Puskas regaron con su juego las canchas españolas - y el Santos brasileño al inicio de los '60, con Pelé junto a su socio, Coutinho. Queda una expresión simétrica entre club y seleccionado, tal como ocurrió con el Ajax de Johan Cruyff, el que luego se plasmó en la fabulosa Naranja Mecánica holandesa de los '70, con la participación de Ruud Krol, Johan Neeskens, Willem Van Hanegem, Johnny Rep y Rob Rensenbrink, entre otros.

Supo anticiparlo, a través de una sinestesia maravillosa, la pluma contundente del escritor Manuel Vázquez Montalbán: "El Barça es el ejército desarmado de Catalunya". El padre del personaje Pepe Carvalho, aquél detective que hizo las delicias de generaciones de lectores, tuvo una muerte súbita en 2003, tras una descompensación cardíaca durante una escala en el aeropuerto de Bangkok. Por entonces, su afición por el blaugrana se potenciaba con figuras de la talla de Ronaldinho, Juan Román Riquelme, Javier Saviola y Patrick Kluivert. Paralelamente, un pequeñito llamado Lionel Messi saltaba desde la cantera en La Masía hasta sus primeros roces con el plantel profesional. El literato partió de este mundo sin ver lo mejor de Leo. Vivo, muy probablemente le hubiera destinado a La Pulga un atracón de imágenes de tono artístico en sus memorables columnas del diario El País.

Messi es hoy el general de ese ejército desarmado que representa el orgullo catalán en todo el mundo. Nació a miles de kilómetros, en otro país y con otra bandera, la cual defiende deportivamente cada vez que viste la camiseta celeste y blanca. Sin embargo, lleva ya la mitad más uno de los años de su vida en Barcelona. Ama al Barça. Le costaría demasiado alejarse de su hogar en azul y grana. A su compañera, Antonella Roccuzzo, le sucede igual. Los hijos de la pareja - Thiago y Mateo - ya se divierten en la escuelita de fútbol del club. Quien amplíe la familia, sea mujer o varón, tiene claro qué le espera. Por más contrato de renovación o una eventual desvinculación hacia otro rumbo que pudieran devenir en el corto, mediano o largo plazo, lo cierto es que el apellido de cinco letras está grabado a fuego en la historia del emblema máximo de la Ciudad Condal. Y para siempre.

Mientras el desarrollo de los acontecimientos en toda España mantienen la atención en un grado de prioridad uno, lo cierto es que los interrogantes respecto de qué sucedería con el Barça fútbol ya fueron despejados. La voluntad del club que preside Josep Maria Bartomeu es la de continuar participando de las competencias organizadas por la liga española y por ende las de la UEFA - Champions League o Europa Ligue - y la FIFA, tal como el Mundial de Clubes. Es más, la Federació Catalana tampoco analiza renunciar como afiliada de la RFEF (Real Federación Española de Fútbol). Ésto rige también para el resto de los clubes catalanes que compiten en certámenes españoles en cualquier categoría, tales los casos de Espanyol, Sabadell, Nástic, Girona y Llagostera.

La comunicación surgida desde el propio blaugurana tranquilizó a la comunidad futbolística, sin distinción de camisetas ni de nacionalidades. Ya en 2013 comenzó a crecer la posibilidad de que el independentismo catalán provocase un cismo y hasta se planteó la chance de que el club pasase a integrar la liga francesa. Lo que hoy parece una rareza, en su momento fue planteado en una nota extensa en la revista Interviú. La publicación fue dada a conocer apenas dos semanas antes del debut de la Selección de España en el Mundial Brasil 2014. La Roja, que llegaba para defender el título del mundo ganado en Sudáfrica 2010, se llamó a silencio ante el tema. Uno de los pocos futbolistas que se refirió al asunto fue el francés Karim Benzema, gran referente de Les Bleus, en la concentración realizada en Clairefontaine. El atacante de Real Madrid expresó a la prensa: "Necesitamos al Barça en la Liga". Así, taxativo.

Thiago, Piqué y Xavi con la blaugrana; Leo, Iniesta y Puyol con la senyera. (Archivo).

En su momento, la advertencia había surgido desde Javier Tebas, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional española. Para el ejecutivo, no habría lugar para ningún equipo catalán en la liga BBVA si es que el secesionismo triunfaba. En ese momento - tres años y medio atrás - se analizó una modificación de la Ley del Deporte para que se estudiara la implementación de un apartado al estilo del que permitió que Andorra se afiliara a la RFEF. Es obvio que no existe ninguna equivalencia futbolística entre el fútbol catalán y el andorrano, pero al menos se explotó ese artilugio legal para dar lugar a que quedara aceptada la afiliación.

Aunque suene extemporáneo, también se hicieron estudios entre 2013 y 2014 para palpar si Barcelona podía participar de la Premier League inglesa o el Calcio italiano. A la velocidad de un rayo, nadie se animó a sostener en público si es que hubo negociaciones o no con las respectivas federaciones. Debido a la magnitud de las ligas en cuestión, es comun ver en acción a Juventus, Manchester United, Inter de Milan, Chelsea, AS Milan, Liverpool, Nápoli y Manchester City encumbrarse en fases de octavos de final en adelante de la Liga de Campeones de Europa, pero imaginarse a Messi, Luis Suárez o Javier Mascherano compitiendo regularmente en los respectivos campeonatos ligueros es de por sí poco estimulante.

Una imagen simbólica de cómo el fútbol une más de lo que destruye se dio en la celebración española apenas finalizada la final en Johannesburgo, la que consagró a la Roja campeona del mundo por primera vez. Tras el festejo de rigor, Carles Puyol y Gerard Piqué traspusieron el borde del campo de juego y recibieron la bandera estelada, de manos de un auxiliar. De inmediato, regresaron a la cancha para seguir compartiendo el momento con el resto del plantel. Catalunya también le había dado a esa formación nombres como los de Xavi Hernández, Sergio Busquets, Andrés Iniesta, David Villa y Pedro, todos emblemas del extraordinario Barça de Pep Guardiola. Y allí se respetó la pluriculturalidad de comunidades con siglos de historia e identidades que las representa como nadie. Una señal, si se quiere humanitaria, de por qué esta disciplina deportiva es una de las más fabulosas herramientas de socialización sin límite geográfico que la detenga.

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