La historia de Doña Tota tendrá un espacio central en la serie Maradona, sueño bendito, de Amazon. Y Mercedes Morán fue la elegida para encarnar en la piel curtida de la madre del mejor futbolista de todos los tiempos, la misma que inventaba dolores de estómago para que en la mesa del Diez alcanzara la comida para todos.
La actriz que brillo con Gasoleros, novela que cumple 22 años, caracterizará a la mamá del actual técnico de Gimnasia La Plata, pero que conquistó al mundo por sus maravillas ‘con la redonda’.
Diego Armando Maradona nació a las 7.05 de aquel 30 de octubre. Es el primer varón del matrimonio que tuvo Doña Tota con Don Diego (alias ‘Chitoro’).
Tota y Don Diego (alias "Chitoro") se habían enamorado en Esquina, Corrientes, en los '50, y se instalaron en Villa Fiorito cuando ya eran padres de Ana, Rita, María Rosa y Lili. Llegaron a una casa de la calle Azamor al 500, paredes de material, techo de chapa y piso de tierra. Él consiguió trabajo en la molienda Tritumol y al poco tiempo se enteró del quinto embarazo, el esperado varón, el primero de los tres que engendrarían luego.
Morán tiene una trayectoria impecable y exitosa no sólo en nuestro país sino también en España e Italia. Y pese a recorrer distintas ciudades emblemáticas del mundo, no fue sino en La Paternal la que le produjo piel de ‘gallina’.
Ella y Pepe Monje (Don Diego) recrearon escenas en la casita posterior a la que se había mudado el clan después de su paso por Fiorito, más precisamente cuando Maradona se entrenaba en Argentinos Junior.
"Pocas veces tiene uno posibilidad de grabar en espacios reales y estar ahí me emocionó: los lugares están cargados de la energía que dejó la gente que los habitó", explicó la actriz en la entrevista realizada por Clarín, donde dio detalles y sensaciones de su papel, de los más retadores.
-Decías que esa casa era un matriarcado. ¿Por qué lo ves así?
-El rol de la madre era muy respetado. Una mujer fuerte que tenía autoridad, tomaba las decisiones. Siento que estoy encarnando a "la madre", con mayúsculas. La incondicional, la que tenía debilidad por ese hijo ya antes de que se convirtiera en un gran futbolista. Su amor era potente, muy celosa del amor de su hijo, era incluso la que al principio ejercía el control sobre las noviecitas de él. Y era la única que tenía comprensión de la soledad.
-Es interesante ese concepto. Entender la soledad del astro...
-Ella tenía un grado de compresión de esa vulnerabilidad de su hijo en medio de ese mundo nuevo que se le abría. Atenta a sus vínculos, no quería que ninguna relación lo distrajera cuando empezaba a destacarse. Entendía como nadie ese lugar de único, de asediado, de amado. Se tiene una fantasía de plenitud en personas que logran semejantes hitos, pero no de la soledad que puede llegar a habitarlos.
-¿Qué transformación física o qué cambio te exigió ser Doña Tota?
-Tuve que intentar acercarme a una manera de mirar, de sonreír, de caminar. Más allá de que no se trate de una imitación, queríamos rescatar el espíritu. Ella era una mujer sufrida, que en el mayor éxito de su hijo no podía dejar de ver los riesgos que corría ese hijo en ese nuevo mundo. Su marido era un hombre sensible, pero ella era lo contrario, administraba las emociones de otro modo, le costaba emocionarse.
-¿Cuál es tu relación con el mundo del fútbol en la vida real?
-Cero. Por mi padre tengo una simpatía por River Plate, pero siempre me generó atractivo el concepto del hincha de Boca, de corazón caliente. Este fue para mí un acercamiento interesante al universo futbolero.
Rita Cortese toma la posta de Morán una vez que el personaje de Diego Maradona (Nicolás Goldschmidt) llega a los veintipico. Los otros dos Diego (Nazareno Casero y Juan Palomino) desarrollan el inquebrantable vínculo maternal con Cortese -Mario Rissi es el Maradona padre ya entrado en años-.
A Nazareno le toca el rol del que abandona la ingenuidad, del que toca el pico máximo de gloria y comienza su descenso a los infiernos. El barrilete cósmico, el que dejó heridos a los ingleses y minutos después, todopoderoso, se desarma cuando el relator José María Muñoz lo pone en comunicación con la madre: "Andá a descansar, m'hijo. Que me hiciste la madre más feliz del mundo hoy", llora la doña en uno de los audios más memorables de la historia radial futbolera. "Yo juego para vos, mamá".
Hay algo que en la vida de Diego Maradona nunca se manchó: su relación con Doña Tota. "Ella no se equivoca nunca, ella me defiende de los molinos de viento", decía. El día que Tota murió, a los 81 años, en el Sanatorio Los Arcos, los diarios del mundo titulaban igual: "Se murió la madre del fútbol". Diego lloraba, pero a la vez se reía: "Se fue mi novia, mi reina, mi todo". En esa Tota, reflejadas todas las otras, nuestras madres. Los hinchas del Napoli la despidieron llorando, con un canto y una bandera: "Descansa en paz, Mamma".