Menos inversiones, más preocupación

Distintos actores de la actividad vitivinícola señalan que este año pueden caer fuertemente las inversiones como consecuencia de la falta de competitividad generada por un dólar desactualizado, la inflación interna y la carencia de reglas de juego claras.

Menos inversiones, más preocupación

La tendencia se venía observando en los últimos dos años y todo lleva a indicar que se profundizará en 2013. Los vinos argentinos pierden competitividad.

Se exporta más pero con un crecimiento notable de los graneles por sobre los embotellados, lo que significa pérdida de mano de obra, mientras las fuertes inversiones que se implementaron durante dos décadas retroceden como consecuencia de que no existen reglas de juego claras en la economía nacional.

Nadie puede poner en dudas el crecimiento exponencial que logró la vitivinicultura, como actividad económica en las últimas dos décadas. El cambio fundamental surgió cuando la caída en el consumo del mercado interno determinó que los industriales pusieran la mira en las exportaciones. Allí, y a pesar de que contaba con una trayectoria centenaria, la Argentina era un jugador nuevo en el mercado.

Fue comenzar de cero e incluyó hacerse conocer primero en los concursos internacionales y por el impacto que generó el malbec en el mundo. El crecimiento fue inmediato y la propia industria se fijó objetivos importantes, como por ejemplo lograr una participación del 10% del mercado de vinos, como lo establece el Plan Estratégico Vitivinícola 2020, que ha sido tomado como ejemplo por otras actividades económicas de base agrícola.

El crecimiento de las exportaciones fue permanente y los vinos argentinos ganaron un lugar en las góndolas internacionales. Hasta que, como sucedió en los últimos dos años, factores externos -como por ejemplo medidas adoptadas por el Gobierno Nacional- hicieron perder competitividad a nuestros caldos. La inflación junto a un dólar desactualizado actuaron como factores negativos porque los contratos, suscriptos en dólares, no se pueden modificar.

Así entonces, quienes cuentan con respaldo financiero como para hacer frente a la situación y con marcas ya impuestas, pueden seguir exportando, pero aquellos bodegueros pequeños y medianos, propietarios de las bodegas boutique que elaboran vinos de alta calidad, sufrieron las consecuencias. Porque a los problemas del dólar y la inflación, deben sumarse las demoras en la devolución del IVA o la retención a las exportaciones que se aplican desde el orden nacional.

Aquel momento ideal por el que atravesó la industria determinó también la llegada de fuertes inversiones, tanto locales como del extranjero. No fue casual, en ese marco, el cambio sustancial observado en el Valle de Uco, donde el crecimiento de fincas y bodegas se vio reflejado en el incremento de la mano de obra ocupada. A lo que debe sumarse la instalación de empresas proveedoras de insumos, vidrio, corchos, etiquetas, cápsulas, etc.

Con miras al futuro, incluyendo el inmediato, el panorama preocupa. Los actores de la industria coinciden en señalar que se corre el serio peligro de perder mercados por la caída en la competitividad y la alta presión fiscal; califican de “dramática” a la situación y destacan que, “como viene la cosa, 2013 se pondrá peor”.

Más grave aún, hay quienes señalan que la Argentina había recibido numerosas inversiones de extranjeros, “que se irán de a poco del país, como consecuencia de la baja rentabilidad del negocio, las restricciones cambiarias, las reglas poco claras y la inseguridad jurídica”.

Un panorama desalentador en un momento poco propicio, en razón de que la competencia se multiplica como consecuencia de la crisis europea, que ha impulsado a que sus vinos tengan precios más competitivos y con campañas mucho más agresivas.

En pocos días más, con motivo de la Fiesta de la Vendimia, Mendoza recibirá la visita de funcionarios nacionales, de representantes de las restantes provincias vitivinícolas y de todos los actores de la industria.

Será el momento propicio para plantear los problemas y, junto con el necesario apoyo de las demás provincias, lograr modificar algunos de los aspectos de las decisiones nacionales que están afectando, seriamente, a la economía regional.

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