Menores, inseguridad y padres

Hay una tendencia entre los padres mendocinos de intervenir más en el cuidado de sus niños frente a potenciales hechos de inseguridad.

Menores, inseguridad y padres
Menores, inseguridad y padres

Son tiempos de inseguridad, y por eso en muchos hogares mendocinos se ha adoptado la sencilla fórmula de estar lo más cerca posible de los chicos y no correr riesgos.

¡Qué distinta sería la realidad si en otros lugares del país otros progenitores adoptaran el mismo proceder! Estar en proximidad a su prole y protegerla en los años en los que están muy expuestos, entre los 13 y 16. Tal vez muchas de esas inocentes víctimas estarían vivas o no habrían sufrido los distintos peligros que se ciernen sobre los menores, causándoles  trastornos psicológicos difíciles de superar.

Por eso es acertada la conducta adoptada por muchos padres de nuestra provincia, en virtud de las asechanzas que eventualmente pesan sobre sus hijos en la niñez y la adolescencia cuando abordan el espacio público.

El domingo 10 de noviembre Los Andes reveló, tomando datos oficiales, que 7 de cada 10 padres dejaron de permitir que los menores salieran solos. Son datos de la Encuesta Nacional de Victimización del Indec 2017, que arrojó que 64,6% de los consultados procede con ese criterio de protección. Pero otro relevamiento, en este caso de 2018 y de carácter local, realizado por el Ministerio de Seguridad, elevó el guarismo a casi 70% de los entrevistados. En una palabra, se restringe un poco la libertad de los pibes pero se los libera del estrés de tener que soportar que, en la vía pública, les roben el celular o la bicicleta  al desplazarse solos o con amigos, pero sin la protección de algún mayor.

Las estrategias desplegadas por los jefes de hogar van desde llevar a sus hijos a los lugares de diversión e ir a buscarlos, o compartir ese procedimiento con otros progenitores. Las plazas y calles de los barrios tienen menos chicos en circulación o jugando en las veredas y otros espacios, y los infantes que realizan esas prácticas de diversión, tan habituales en otras épocas, tienen siempre la cercanía de un mayor que está vigilando.

Algo que está por encima de  padres sobreprotectores y ultracontroladores, proceder que, eventualmente, puede tener un efecto negativo en el desarrollo del niño para manejar de forma correcta sus emociones y comportamientos.

También dentro de los hogares, hoy  conectados por las redes sociales al resto del mundo, hay técnicas empleadas por los mayores para neutralizar el cyberacoso y el grooming (engaño de un adulto para ganarse la amistad de un chico con bajos propósitos).

La actitud de los padres para neutralizar la inseguridad y adaptarse a los tiempos actuales, no puede menos que elogiarse por el empeño en construir tranquilidad y sosiego para las propias familias, situación que se extiende  al resto de la comunidad.

Todos los episodios que se traducen en delitos contra las personas producen impactos en la sociedad, mucho más cuando los que sufren esos ilícitos son menores de edad.

Llegarán tiempos mejores, la esperanza no se pierde, en que juegos, costumbres y hábitos comunes y habituales de la infancia se puedan recuperar. Ahora prima como hecho positivo la actitud de hombres y mujeres que complementan la función de seguridad del Estado que, dicho sea de paso, no llega siempre con la premura y la contundencia que el ciudadano pretende.

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