Pueden jugar en La Bombonera, en el Monumental, en cualquier provincia de la Quiaca a Ushuaia, pero el sentimiento siempre será el mismo.
Un Superclásico se vive de manera especial y generalmente es un partido que atrapa no solamente a los seguidores de ambos equipos, sino también a hinchas “ajenos” alrededor del mundo y a más de uno desprevenido que suele pagar miles de dólares para presenciar el derby más lindo del mundo.
En estas latitudes, la pasión no es ajena a lo que se genera en Buenos Aires. Muchos mendocinos salieron a pasear con sus familias, pero claro, había una excusa.
El River-Boca no iba por señal de aire, por lo tanto, los bares céntricos se llenaron una hora antes del comienzo.
Con camisetas, banderas, cornetas y gorritos, los hinchas le pusieron color al centro provincial.
Obviamente la alegría fue para los xeneizes, quienes por los goles de Cardona y Nández, volvieron a sonreír ante su rival eterno.
Una semana a pedir de Boca. La victoria de ayer, le suma la eliminación de la Libertadores del Millo.