La elección primaria de Mendoza del pasado domingo puede funcionar como tubo de ensayo de las distintas estrategias electorales de las fuerzas de oposición a nivel nacional. Lo primero a remarcar entonces es el hecho de que si una parte mayoritaria del arco no K pudo celebrar en nuestra provincia, esto se debió fundamentalmente a que se aglutinó detrás de un solo candidato, el radical Alfredo Cornejo. La importancia de esta decisión que tomaron en conjunto la UCR, el PD, el PRO, el Frente Renovador, el socialismo, Libres del Sur y la Coalición Cívica, es fácil de advertir: si todas o algunas de estas fuerzas se hubieran dispersado, el Frente para la Victoria (FpV) habría triunfado en las PASO provinciales. Los menos de cinco puntos de diferencia entre Cambia Mendoza y el oficialismo, permiten colegir esto sin inconvenientes.
Para poner aún más en relieve la estrategia que lideró Cornejo hay que observar lo que sucedió hace dos años. En las PASO de 2013, cuando se eligieron diputados nacionales, estos seis partidos presentaron tres listas diferentes. El radicalismo y Libres del Sur llevaron a Julio Cobos, que obtuvo 47,72% de los votos. El PD y el PRO postularon a Luis Rosales, que sacó 5,16% de los sufragios. Finalmente, el socialismo y la Coalición Cívica fueron a las urnas con Alberto Montbrun, que logró sólo 2%. Si se suman estos números, se observa que los partidos que hoy integran Cambia Mendoza cosecharon casi el 55% de los votos, es decir 10 puntos más que los que el pasado domingo obtuvo Cornejo. La explicación es sencilla: siempre la oposición tiene mejores performances en elecciones legislativas y debe esforzarse más en las ejecutivas.
Lo opuesto pasó con el peronismo oficialista. En 2013, el candidato fue Alejandro Abraham, con el visto bueno de la Casa Rosada. Sacó 27,13%. Hace cuatro días, los tres precandidatos del FpV lograron 40% de los votos, es decir casi 13 puntos más. La explicación es también muy sencilla: el oficialismo suele ser más castigado en las legislativas que en las elecciones en las que ponen en juego cargos ejecutivos.
La estrategia peronista, de aprovechar las PASO para dirimir candidaturas, también funcionó, aunque ahora el ganador de esa primaria, el senador Adolfo Bermejo, deba realizar un fino trabajo de unificación que implicará, además, el doble esfuerzo de amigar a la presidenta Cristina Fernández con el gobernador Francisco “Paco” Pérez.
La conclusión a la que se arriba tras comparar las performances opositoras y oficialistas en la PASO nacional de 2013 y la primaria provincial del domingo último, es que el radicalismo y sus aliados bajaron su caudal electoral; por ello terminó siendo tan decisivo el frente electoral opositor como herramienta para derrotar al peronismo. Y, por otro lado, el justicialismo, dividido en tres listas, logró mejorar sustancialmente respecto de su anterior elección, lo que le permitió no quedar tan relegado en las urnas.
Antes de conectar los resultados electorales del pasado domingo con el escenario nacional, es necesaria una breve introducción del concepto que esta columna lleva en su título: “el círculo rojo”.
En 2013, Mauricio Macri usó esas palabras a modo de metáfora de las personas más influyentes del país, tanto del ámbito del “hacer como del pensar”, quienes propiciaron que el PRO se uniera con el entonces naciente Frente Renovador de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires. El objetivo era derrotar al kirchnerismo y frenar, así, cualquier intento de re-reelección de la presidenta Cristina Fernández.
Ahora bien, si sólo uniéndose la oposición pudo festejar en Mendoza, ya que el peronismo-kirchnerismo sigue mostrando altos niveles de adhesión, ¿qué se puede esperar de las elecciones nacionales en las que hay dos grandes candidatos opositores que pelean por llegar a la Presidencia, Macri y Massa? Ésta es la principal incógnita que tienen quienes prefieren que el 10 de diciembre haya una verdadera renovación en el Poder Ejecutivo. Éste es el dilema que ya lanzó a la cancha el “círculo rojo”.
Pero son justamente los aliados de 2013, Macri y Massa, los que se resisten a la posibilidad de que exista una gran primaria opositora para que sólo uno de ellos confronte en octubre con quien resulte electo candidato en la PASO del FpV (se estima que será Daniel Scioli). “No vamos a ir a una interna con quien fue jefe de Gabinete de Cristina Fernández; sería un error garrafal”, dicen en el PRO, convencidos.
El líder del Frente Renovador recibe incluso la presión interna de sus dirigentes, sobre todo de aquellos que siempre han estado en la vereda opuesta al kirchnerismo y ven a Scioli firme en las encuestas. “Se están equivocando, los votos de Sergio, si pierde la primaria con Macri, irán al oficialismo”, responden en las huestes del ex intendente de Tigre a estas presiones.
Esta tensión entre replicar a nivel país el acuerdo “amplísimo” que permitió al Frente Cambia Mendoza festejar el domingo está en el centro del debate en el radicalismo nacional y dos dirigentes mendocinos, Ernesto Sanz y Julio Cobos, aparecen enfrentados. Sanz defiende el acuerdo que cerró con Macri, que excluye a cualquier expresión que haya sido parte del kirchnerismo en los últimos tiempos (léase Massa). Cobos, junto al jujeño Gerardo Morales, quiere abrir la puerta al Frente Renovador con el argumento de que en muchas provincias hay alianzas preexistentes entre la UCR y el massismo. Si la elección mendocina es vista como un primer ensayo exitoso del esquema de unidad opositora que propone el “círculo rojo”, la UCR nacional sería entonces el laboratorio donde algunos pretenden elaborar el salto cualitativo de lo distrital a lo nacional.
En la Casa Rosada también se presta muchísima atención a lo que sucedió el domingo en Mendoza. Cristina Fernández no sólo debió asumir la derrota de su partido sino también la de su candidato, el diputado Guillermo Carmona, frente al senador Bermejo y el aparato del PJ ortodoxo que está, como sabemos, pintado de anaranjado. Quienes desde hace meses alientan la posibilidad de que la jefa de Estado opte por bendecir a un candidato presidencial de pura cepa K -como podría ser Florencio Randazzo- para enfrentar a Scioli tuvieron en Mendoza un claro ejemplo de que la idea puede ser temeraria y errada. Sin embargo, los más de 100 mil votos que aportó Carmona a la cosecha del FpV mendocino fueron decisivos para que el oficialismo no se quedara sin chances reales de pelear el 21 de junio por la Gobernación.
Bermejo sabe bien que necesita “fidelizar” los sufragios de Carmona por eso jamás confrontó con el “cristinismo” vernáculo durante la campaña. El senador nacional busca mejorar la relación con la Casa Rosada, que está rota porque Cristina Fernández no convalidó que los principales sectores del peronismo de Mendoza decidieran excluir a La Cámpora de las listas. Por esto mismo, Bermejo pretende que Carmona oficie de puente con el gobierno nacional. “Vamos a colaborar siempre que se revea la estrategia electoral y no se plantee una Mendoza aislada del proyecto nacional”, condiciona Carmona. En el entorno de Bermejo, donde muchos querían desembarazarse del kirchnerismo prematuramente (fundamentalmente el vicegobernador Carlos Ciurca), aceptan que habrá que rever todo, incluso analizan la posibilidad de “cristinizar” la campaña.
La pacificación de la tensa relación entre el PJ mendocino y la Rosada tiene como impedimento la ya lanzada candidatura a diputado nacional del gobernador Francisco “Paco” Pérez, la cual choca con la decisión presidencial de armar las listas para el Congreso de todo el país. “Cristina no lo quiere”, afirman altos dirigentes del peronismo provincial. Tampoco aceptaría la Presidenta la postulación de Rubén Miranda a senador nacional, más aún cuando el radicalismo ganó el domingo en Las Heras.
Mientras tanto, Bermejo recibirá el apoyo de Scioli, quien junto a Macri encabeza las preferencias nacionales de los mendocinos (una encuesta aportada por el sciolismo da al peronista 37,5% de intención de votos y al porteño 35,6%). Pero para evitar irritar a la propia Cristina, Scioli será muy prudente y no bajará en breve con su ola naranja a Mendoza. En su representación, estará hoy en la provincia su esposa, Karina Rabolini, quien se sacará fotos con Bermejo y Pérez.