Mendoza y el ansiado desarrollo sostenible

La Legislatura firmó un compromiso, vía Naciones Unidas, para impulsar acciones hacia metas de pobreza cero, vida sana, cuidado del ambiente y energías limpias. El acuerdo está servido, pero Estado y ciudadanos deben aportar mucho para cumplir con las pro

Mendoza y el ansiado desarrollo sostenible

En la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la casi totalidad de los estados miembro suscribieron, el año pasado, un acuerdo para reducir las emisiones contaminantes y limitar la suba de temperatura por el efecto invernadero.

Un récord de 175 países, entre ellos los 2 más grandes emisores de gases de efecto invernadero -Estados Unidos y China-, firmaron en la ONU el histórico compromiso tendiente a combatir el calentamiento global, llamado “Agenda 2030”.

Ocurrió en 2015. Implicaba un pacto no vinculante entre los gobiernos que son parte de Naciones Unidas, para tener una agenda y objetivos consensuados.

La “Agenda 2030” es amplia y cubre una variedad de temas, sintetizados en 17 objetivos de desarrollo sostenible, que no sólo incluyen aspectos económicos sino también sociales, urbanísticos, ambientales, de salud, laborales y de pobreza cero, entre otros.

Como dato optimista, aunque sin la absoluta garantía de que se pueda cumplir con todas las metas en la provincia, resulta auspicioso que el Gobierno de Mendoza haya adherido hace unos días al acuerdo global, a través de la Legislatura, con la presencia de un coordinador del Sistema de Naciones Unidas y representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Los planos de referencia para llegar a las metas propuestas son esos 17 puntos u objetivos citados, con los que nadie en su sano juicio podría no estar de acuerdo. Algunas propuestas son poner fin a la pobreza, lograr la seguridad alimentaria, garantizar una vida sana y saludable, promover energías renovables o limpias, poder acceder a ciudades sostenibles y promover el uso racional de los ecosistemas terrestres.

Convengamos que son grandes metas, que ilusionan, pero cómo nos cuesta a los mendocinos poner en práctica algunas de las instancias descriptas. La problemática del agua es básica localmente y no estamos en la mejor posición por el abuso del líquido potable que hacemos, especialmente en el verano, y la escasa conciencia en el cuidado y protección de los cursos de riego agrícola.

Padecemos deforestación y no velamos por el destino racional de los residuos, que dan el triste resultado de basurales a cielo abierto por todos lados. Ni qué hablar de parques y otros espacios verdes, y el abandono al que hemos sumido a las inigualables y rumorosas acequias mendocinas.

Hablando un poco de energías renovables o limpias, da la impresión de que la actual administración las va a desarrollar en la medida de sus posibilidades, y es así que están con muchas posibilidades de concretarse parque eólicos y solares, además de una central térmica en Agrelo, ya en ejecución, que aportarán una importante cuota de megavatios a las necesidades del ciudadano, el comercio y la industria.

Habrá que esperar un tiempo prudencial y revisar los ítems que se suscribieron como objetivos y ver cuáles se cumplieron efectivamente. Porque de promesas, el habitante de este suelo tiene agenda completa.

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