La situación general de la provincia de Mendoza sigue siendo difícil en el tema financiero, pero ello excede, en parte, al gobierno de Alfredo Cornejo, porque la economía nacional no ha mostrado la recuperación que muchos esperaban para este primer año de la gestión de Mauricio Macri, retrasando iniciativas de inversión siempre necesarias en todo proceso transformador.
Sin duda, han terminando doce meses que para muchos en la práctica constituyen una transición en virtud del desorden administrativo pasado y la necesidad de determinar verdaderamente con qué cuenta la caja provincial para poder encarar una gestión que se proyecte en el tiempo.
Una simple evaluación permite comprobar que este gobierno ha hecho un esfuerzo importante por ordenar las cuentas, priorizando la recomposición del pago a proveedores del Estado y volviendo a dar tranquilidad a los empleados públicos de que sus salarios se pagan en tiempo y forma. Además, hubo una clara intención de disminuir los gastos corrientes y se encaró oficialmente una firme negociación paritaria con los gremios estatales, un tema que por prioridades políticas de la gestión anterior en parte contribuyó con el colapso financiero que tuvo que encarar la actual administración.
Sí preocupa a algunos sectores políticos y empresariales la transferencia de déficit a próximos ejercicios, una decisión polémica, sin duda, pero esperable en virtud de largos períodos sin financiamiento previos.
Por otra parte, no se debe dejar de destacar que el oficialismo provincial ha debido sortear una prudente oposición del justicialismo, que supo atenuar el impacto no siempre saludable que supone una actitud de rechazo liso y llano. Esto también puede ser mirado como una actitud de la oposición de admisión de su responsabilidad en la delicada situación actual de las cuentas provinciales luego de ocho años (dos gestiones) de administraciones de ese signo político que supeditaron la mayor parte de sus logros o errores a lo que pudiera decidir el kirchnerismo a nivel nacional.
En lo estrictamente institucional, una de las virtudes de Alfredo Cornejo, reconocida por muchos en su propio espacio y también por quienes pertenecen a otros sectores, es haber recuperado la figura del Gobernador como principal representante de todos los mendocinos ante otros ámbitos de poder. Si bien la actual gestión comparte el espacio nacional de Cambiemos, en algunos aspectos puntuales y trascendentes, como la recuperación de recursos coparticipables adeudados, la necesaria rediscusión de la copartipación federal de impuestos y los intereses de Mendoza en la ejecución de Portezuelo del Viento, supo poner distancia con la Nación cuando las medidas o iniciativas no convencieron del todo.
Al cabo del año 2017, próximo a comenzar, la gestión local cumplirá la mitad de su compromiso institucional y ya el pueblo de Mendoza habrá dado su punto de vista en las urnas ante la convocatoria para renovar las Cámaras legislativas. Será el momento adecuado para una más exigente evaluación. En su segundo año, al actual gobierno ya no le será suficiente justificar la puesta en orden de las cuentas del Estado. Independientemente de lo que marque la evolución de la economía a nivel nacional, el gobierno provincial deberá procurar, con más énfasis, que el actual letargo económico y productivo se revierta y muestre signos de recuperación, para que el protagonismo regional y nacional de Mendoza vuelva a sus niveles históricos.