Históricamente, Mendoza ha sido catalogada a nivel nacional como una provincia "rica" pero cabría preguntarse si puede ser "rica" una provincia que tiene sólo el 3 por ciento de su superficie total cultivada porque el resto es desierto; que cuenta con un clima que establece un régimen de lluvias de sólo 180 milímetros al año porque los vientos del Atlántico no llegan por su lejanía y los del Pacífico tampoco porque no lo permite una pared de seis mil metros de altura; que sufre las consecuencias de accidentes naturales, como los terremotos o climáticos, como las heladas o el granizo, entre otras muchas condiciones desfavorables.
Sin embargo, la realidad marca que Mendoza es "rica" por su gente, por un caudal humano que le permite sobreponerse a los problemas, que se fija objetivos y los cumple y que, en muchos de los casos, si no fuera por circunstancias externas, podría estar mucho mejor de lo que se encuentra.
En Mendoza todo cuesta mucho más. A diferencia de la Pampa Húmeda, donde uno arroja una semilla y la naturaleza se encarga del resto, en la provincia, desde la época pre hispánica, sus habitantes se vieron obligados a domar los ríos y a utilizar sus canales para el riego de los cultivos.
A punto tal llegó la valoración del agua de los deshielos que se conformó en su oportunidad un organismo encargado de la distribución, que ha sido tomado como ejemplo y es la base de proyectos similares, como el que se constituyó en Israel, por señalar sólo uno de los ejemplos.
Para redondear ese cúmulo de situaciones, cabría agregar que Mendoza cuenta con una base institucional que es ejemplo; al no permitir las reelecciones de sus gobernadores, ha logrado que no hayan surgido caudillos y que se produzca una alternancia en el poder entre distintas fuerzas políticas, como ha ocurrido este año y que ubica a la provincia como la única, hasta las PASO, en la que no se produjo la continuidad del poder en determinado partido político.
En base a esas circunstancias es que al mendocino no lo sorprende, aunque sí lo llena de orgullo y lo halaga la nota aparecida en el diario El País, de Madrid, en la que la que hace referencia a la "atípica" realidad mendocina que se diferencia abismalmente del resto en razón de que mientras en otras provincias las divisiones políticas son feroces, con cataratas de denuncias cruzadas entre unos y otros, en Mendoza se vive un relevo ejemplar, más allá de los posicionamientos respecto de determinados hechos puntuales, como el de la deuda provincial.
El periodista hace hincapié en los problemas económicos generados por una política nacional errónea y a los problemas de inseguridad que se plantean, pero termina indicando que se trata de una de las provincias más bellas de la Argentina, destacando el impulso que se le ha dado al turismo en los últimos años y que ha determinado que el centro mendocino esté "lleno de extranjeros dispuestos a atravesar la cordillera o a disfrutar de rutas gastronómicas por las bodegas de la zona. Mendoza, históricamente rica, siempre tuvo imagen de paraíso argentino", remata.
La nota del periodista español tiene un contenido elogioso hacia la dirigencia política, hacia las instituciones y hacia el pueblo de la provincia. Pero lejos de darnos por satisfechos, debe constituir un desafío para seguir avanzando, respetando la historia y todo lo que se ha logrado y uniendo esfuerzos para superar momentos difíciles, como los que está atravesando la economía local. La expresión del periodista en este aspecto es concluyente, al asegurar que los mendocinos confían en recuperar pronto la imagen de paraíso dentro del país.