Mendoza, tierra prometida

Esta semana también se celebra la Pascua Judía. Y, a propósito de la fecha, hacemos un repaso sobre cómo surgió en estas tierras la actual comunidad hebrea, sus aportes y sus orígenes.

Mendoza, tierra prometida
Mendoza, tierra prometida

La comunidad hebrea conmemora esta semana la Pascua judía, o Pesaj, que se celebra desde el 25 de marzo al 2 de abril de este año. Esta fecha recuerda la salida de Egipto del pueblo hebreo que, liderado por Moisés, partió hacia la tierra prometida.

En Mendoza esta importante colectividad tuvo su mayor movimiento migratorio a fines del siglo XIX y principios del XX.

Cientos de familias emigradas de Europa Oriental se asentaron aquí y actualmente muchos de sus descendientes son importantes empresarios o excelentes profesionales.

Lamentablemente es poco lo que se sabe de aquellos pioneros que llegaron con un sueño de prosperidad y paz a estas tierras. Gracias a la investigación, realizada por la socióloga Elba Muler de Fidel, podemos ilustrarnos un poco más sobre la historia de la comunidad judía en Mendoza.

Un mundo inquisidor

En el siglo XVI, un grupo de judíos portugueses que escapaban de la inquisición lusitana llegaron desde Brasil al Río de la Plata, con el objeto de recibir mejores tratos.

A pesar de que en la Buenos Aires colonial existían prohibiciones para los judíos, estos se las arreglaron para pasar clandestinamente a través de buques de esclavos, o con la protección de algunas personas que estaban en contra de estas medidas antisemitas.

Algunos de los exiliados hebreos, después de un largo viaje, llegaban al puerto de Buenos Aires y se radicaban en la ciudad, o se establecían en distintas provincias, con el objetivo de trabajar y obtener prosperidad. Fue así que formaron sus familias y tuvieron que modificar sus apellidos de origen. La mayoría adoptaron nombres comunes, o de ciudades españolas; como Sevilla, Burgos, Toledo. Otros, en cambio, escogieron apellidos lusitanos como Almeida, Fonseca, Olivera, Peres o Gusman.

La mayoría de estos exiliados tenían oficios como joyeros, plateros o hábiles comerciantes.

La ciudad de Córdoba fue el lugar en donde mayor cantidad de hebreos se asentaron en aquellos tiempos; aunque la inquisición seguía vigente. Por suerte todo cambió a partir de 1813 con la abolición de la misma por parte del gobierno de Buenos Aires.

La tierra prometida

Después de la caída de Rosas, y el establecimiento de una nueva nación, el país introdujo una política inmigratoria. Esta tuvo su mayor esplendor a fines del siglo XIX, y principios del XX, cuando millones de inmigrantes llegaron desde diferentes partes del mundo.

En 1876, se promulgó la “Ley de Inmigración y colonización” que además admitía a todo los extranjeros cualquiera fuese su raza y religión.

Después de algunos años, el presidente Julio A. Roca, a través de un decreto, alentó la inmigración de los judíos de Rusia -y otros países del Este europeo- a la Argentina.

Gran parte de la población de origen judío era perseguida, especialmente en el territorio de la Rusia zarista.

El 14 de agosto de 1889 atracó en el puerto de Buenos Aires el vapor Wesser, que partió de Bremen con dos contingentes con ochocientas familias e inició el comienzo de la inmigración masiva. Así se establecieron las primeras familias rusas, ucranianas, polacas, alemanas. Muchas de ellas se instalaron en plena región pampeana y se dedicaron especialmente al cultivo de trigo, lino y maíz (en zonas rurales se los bautizó como “gauchos judíos”).

Nuestra provincia no fue la excepción y a ella llegaron varias familias con grandes ilusiones de progreso.

Mendocinos hebreos

El gobierno de Mendoza abrazó la política de inmigración que se implementó a fines del siglo XIX con gran entusiasmo.

Una de las grandes herramienta que tenía la provincia para implementar esta política era el ferrocarril que, en poco tiempo, puso al máximo el desarrollo económico; y favoreció el traslado de miles de inmigrantes que -a través de una agencia ubicada en Buenos Aires- se enrolaban para el trabajo agrícola; preferentemente para el cultivo de vid.

Los primeros judíos que arribaron a Mendoza fueron los marroquíes: se afincaron en las localidades de San Martín y Rivadavia. La mayoría de estas familias se dedicaron al comercio, especialmente a las tiendas de ramos generales. Entre sus nombres destacados se encuentran apellidos como Sedero, Benchimol o Miraya. Muchos de ellos fueron los fundadores de la Congregación Sefardí.

A principios de 1900 llegaron varios contingentes de judíos rusos. Algunos procedían de Yakaterinoslav, otros de Kiev. El ingeniero Julio Marienhoff, de origen curlandés, fue el encargado de recibirlos y ubicarlos en la provincia. Marienhoff obtuvo un gran terreno en Palmira, a través del gobierno, con la condición de establecer una colonia agrícola.

Casi un centenar de colonos judíos llegaron a las tierras de la colonia “La Central” y contribuyeron con el progreso del departamento de San Martín. Distintos problemas climáticos hicieron que algunos colonos de la comunidad se asentaran en lugares más cercanos a la ciudad, como Maipú, Godoy Cruz y la Capital.

En 1910, más precisamente el 20 de julio, se creó la Sociedad Israelita de Beneficencia que realizó importantes aportes a la cultura, la educación y la sociedad mendocinas.

Entre las familias que llegaron a nuestra tierra encontramos a los Gordon, Aaron, Schuster, Resnik Marchevsky, Flichman, Erochevsky y Voloshin, quienes también participaron de la fundación de esta institución pionera en Mendoza. Luego la colectividad hebrea en la provincia creció y se crearon otras instituciones relacionadas con ella.

Aquellos pioneros judíos, que llegaron a nuestra tierra trajeron su cultura y sus creencias, colaboraron con el engrandecimiento de la Mendoza del sol y el buen vino.

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