Mendoza solidaria con los inundados

Mendoza no estuvo ajena a las acciones que se multiplicaron para concurrir en ayuda de los afectados por las inundaciones de Capital Federal y La Plata. El mendocino es solidario por naturaleza pero no se caracteriza por hacer pública su virtud con la pre

Mendoza solidaria con los inundados

Las fuertes tormentas, seguidas de graves inundaciones, dejaron en la ciudad de La Plata y en la Capital Federal un triste saldo de decenas de muertos, miles de familias sin techo y daños económicos del orden de los 2.600 millones de pesos. Pero como hecho valedero también dejó en claro que los argentinos cuentan con una condición invalorable frente a este tipo de acontecimientos: la solidaridad que parte de un pueblo que asiste en ayuda de los necesitados dejando de lado cualquier tipo de color político o aquellas consabidas diferencias entre la Capital y el interior del país.

La ayuda llegó de inmediato y superó todas las expectativas. Más de 1.300 toneladas de ropa, alimentos, colchones y elementos de limpieza llegaban desde todos los rincones del país, colapsando rutas y colmando los lugares que se habían destinado para concentrar esas ayudas. Aunque, en este plano, vale también señalarlo, surgieron actitudes oportunistas de parte de dirigentes políticos que intentaron magnificar su “solidaridad” a través de la utilización de lugares (la Facultad de Periodismo de La Plata) y de gente que buscó el rédito individual o grupal a pesar de la tragedia que vivían los afectados.

Dirigentes que se molestaron y denostaron a quienes le solicitaban una actuación igual de anónima a la de aquellos que habían realizado las donaciones.

Mendoza no estuvo al margen de las acciones solidarias. Si bien existen organismos aceitados para este tipo de situaciones -como es el caso de Cáritas o el Ministerio de Desarrollo Social- hubo otras entidades y organismos que actuaron de un modo quizás más precario pero no menos importante, como fue el caso de clubes de fútbol, entidades religiosas, organizaciones barriales, ONGs y hasta uniones vecinales. En muchos de los casos, la ayuda surgía de barrios poblados de gente de recursos escasos, pero que decidían dejar de lado sus urgencias personales para concurrir en ayuda de aquellos más necesitados.

Ese espíritu solidario de los mendocinos no es fruto de la casualidad. Somos un pueblo que ha sufrido los efectos de fenómenos naturales graves, como terremotos, aluviones o fuertes vientos que han causado destrozos, daños materiales y víctimas fatales.

En cada uno de los casos surgió la ayuda espontánea hacia quienes resultaron afectados. El mendocino sabe que, ante cualquier tragedia, siempre contará con la ayuda y el acompañamiento de sus comprovincianos. Hay instituciones, como parroquias o iglesias de diversas religiones, que hacen de esto un modo de vida y de actuar en forma permanente. Que reciben a diario las donaciones para luego, en forma anónima, distribuirlas entre las familias de los barrios más necesitados.

La dirigencia política debería aprovechar ese espíritu solidario natural que distingue a los mendocinos. No hacerse eco, dejar todo como está y accionar sólo a través de las reacciones partidarias, priorizando los temas electorales, sería dejar pasar una oportunidad para avanzar en cuestiones y problemas comunes que necesitan de una solución en conjunto.

El mendocino está dispuesto a colaborar, a trabajar sin reclamar nada a cambio, pero no acepta que se le engañe.

Mendoza dijo presente en la ayuda a los inundados bonaerenses y capitalinos. La mayor trascendencia surgió por la gravedad de los acontecimientos pero sirvió para sacar a la luz un modo de actuar que a diario se multiplica a lo largo y a lo ancho de la provincia.

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