La Cámara de Diputados de Mendoza aprobó hoy la adhesión a la Ley Nacional 26.905 que persigue la reducción del consumo de sodio en la población. La flamante norma fija los valores máximos de sodio que deben tener los grupos alimentarios en la provincia.
La iniciativa de Eduardo Giner llegó a la Cámara Baja desde la revisión del Senado. En los fundamentos de la ley se explica que, según los especialistas, el consumo de sal en exceso es la causa de numerosos problemas de salud, no solo relacionados con las enfermedades cardiovasculares, si no también con insuficiencia renal, osteoporosis, cáncer de estómago. Además contribuye con la retención de líquidos, lo que favorece la hipertensión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la hipertensión es la causante del 62 por ciento de los accidentes cerebro vasculares y del 42 por ciento de las enfermedades del corazón, que anualmente causan la muerte de 36 millones de personas en el mundo.
Según la OMS, la ingesta media diaria de sal en el mundo es de entre 10 y 12 gramos. En Argentina, el consumo promedio es de 11 gramos, cuando la recomendación es de 5 gramos de sal.
Para amoldarse a la Ley nacional, las empresas alimenticias tuvieron que disminuir las cantidades de sal incorporada a su mercadería, por lo que la adhesión provincial a la norma implará lo mismo para los emprendimientos locales.
La luz de alerta también fue para los comercios ligados a la gastronomía, que de no cumplir con lo requerido podrán ser pasibles de sanciones que van desde el apercibimiento hasta la clausura del local.
De acuerdo a esta legislación a los comerciantes se les atribuyó la obligación de incluir en los menúes la cantidad de sodio agregado en cada caso y contar con alternativas culinarias para los clientes que soliciten platos sin sal.
Tal como quedó establecido en esta Ley, cada provincia debe contar con su propia Ley de adhesión a la norma, de manera de hacerla cumplir en su territorio.
El Ministerio de Salud de la Nación marca que la reducción de tres gramos de sal en la dieta de toda la población salvaría unas seis mil vidas anuales y evitaría aproximadamente 60 mil eventos cardiovasculares y ataques cerebrovasculares (ACV) cada año.