Las ciudades del mundo compiten todos los años por brindar el más bello espectáculo de fuegos artificiales. Hong Kong, Sidney, París, Dubai y Londres se enorgullecen con sus shows de Año Nuevo mostrando a las naciones sus luces, sonidos y colores, al igual que New York, Tokio o Río de Janeiro.
Todas las noches, centenares de miles de turistas los disfrutan en Disney y otros tantos llegan a Valencia, España, a festejar la fiesta de las Fallas con sus fuegos de artificio. Aquí cerca, en Valparaíso, Chile, una multitud recibe el año con una impactante celebración de este tipo, mientras que en Buenos Aires, hace una semana, vecinos y turistas se regocijaron durante los festejos del año nuevo chino con la llegada del dragón y sus fuegos artificiales.
Mendoza tiene un lugar destacado en la materia: a lo largo de los años la Fiesta Nacional de la Vendimia se consolidó como el evento con la exhibición de pirotecnia más emblemática de la Argentina, podio que costó mucho obtener y sostener. Sus fuegos artificiales alegran a grandes y chicos, atraen turistas, generan empleo y cuentan con el más alto estándar de calidad, seguridad y profesionalismo. Otras provincias y ciudades argentinas querrían con ganas posicionarse de este modo.
Contra estos shows una minoría dice que molestan a los animales del zoológico, sin ponerse a pensar que lo triste para ellos es vivir encerrados en una jaula de pocos metros cuadrados. No piensan que estos sonidos duran apenas unos minutos, mucho menos que los truenos de las tormentas que se desatan todo el año u otros ruidos de las ciudades. El hecho de que 60.000 personas trabajan en la Argentina gracias a esta industria y que 60.000 familias dependen de este ingreso para llevar el pan a sus mesas, parece tenerlos sin cuidado.
Tampoco valoran que estos espectáculos alegran a las familias que los disfrutan. Olvidan pensar que son una fuente de diversión, alegría que también encuentran en sus luces y colores las personas con trastornos del espectro autista, como conocemos quienes nos dedicamos a la actividad.
Hablan contra los fuegos artificiales en nombre de los adultos mayores, utilizándolos como si estos fueran parias sin voz ni voto, disminuyéndolos como si no tuvieran derecho a expresarse ellos mismos, cuando los vemos en la primera fila de los shows.
Los argentinos, como las personas de todo el planeta, cuando nos enteramos de espectáculos pirotécnicos nos acercamos a disfrutarlos y cuando no nos roban la posibilidad de elegir, optamos por ellos.
Hace apenas unos días en la ciudad de Mendoza se realizó una consulta, organizada por el municipio, en la que se preguntaba al público si querían que la Fiesta de la Vendimia de la ciudad cierre sus festejos con un espectáculo de esta clase. La votación se resolvió con un contundente sí, tras lo cual la ciudad anunció que retomará su tradicional show. Esto se hizo tras la decisión de suspenderlos en 2017, acción que cosechó altas críticas que llevaron a reverla y ahora anularla.
Confiamos en que el gobernador Cornejo cuidará el lugar que tanto le costó ganar a la provincia, mantendrá una tradición consolidada que es patrimonio de todos los mendocinos y seguirá el camino de las grandes ciudades y países del mundo.
Quienes celebren la Vendimia disfrutando de sus fuegos artificiales se lo agradecerán.