Aunque la mayoría predica a favor de una actitud positiva y de la unidad del movimiento, los representantes de la CGT mendocina reconocen que internamente las cosas no están bien.
No es que se trate de una nueva división de la central obrera, pero las posiciones que dos bandos claramente definidos tomaron frente a la huelga convocada por Hugo Moyano el pasado 20 de noviembre, sin dudas resquebrajaron los endebles lazos que se cosieron en Mendoza luego de la pelea del camionero con el Gobierno nacional.
Y hoy, conscientes de eso, muchos quieren avanzar en un terreno conciliador, aunque saben que la tarea será difícil.
Posiciones encontradas
El pasado 16 de noviembre, en la sede del Sindicato de Canillitas, unos cincuenta secretarios generales de los gremios que integran la CGT decidieron en plenario "libertad de acción" para sus trabajadores frente al paro del martes siguiente, a fin de contribuir a la "paz y la armonía" de la confederación de los trabajadores, tal como fue la moción de unos de los asistentes.
Así, encabezados por el colectivero Rodolfo Calcagni, a la postre uno de los más involucrados en el paro, y el metalúrgico Luis Márquez, del lado de los no adherentes a la protesta, el movimiento en pleno intentó mostrarse unido a pesar de sus diferencias internas y de lo costoso que ha sido para ellos superar esas disidencias.
Pero una reunión organizada apenas tres días después, en la que los no adherentes a la huelga dieron los porqués de su posición, provocó no pocos resentimientos en aquellos que sí se habían plegado, transformando aquella armonía deseada, en tensión.
Los asistentes a ese nuevo encuentro siguen insistiendo en que esa expresión nada tuvo que ver con lo resuelto por la CGT, ya que participaron otros gremios, como los mercantiles y el SUTE, que no integran en la actualidad la central obrera.
"Fue una reunión por fuera de la CGT", aclaró el titular de los trabajadores viales Claudio Díaz quien de todos modos reconoció que internamente el tema está "sensibilizado" y que "seguramente habrá reclamos cruzados".
En igual sentido opinó el representante de los trabajadores frutihortícolas, Lucio Quilpatay, al asegurar que de esa reunión "tan grande" de los que no apoyaban el paro, se generó, puertas adentro de la CGT, una situación "particular" que deberá discutirse.
También Márquez destacó el tema y apuntó a que "se siga hablando de la unidad", aunque también recalcó: "No nos debemos molestar por lo que digan los compañeros".
Del lado de los adherentes, ya el martes Calcagni había adelantado que la situación se analizaría "oportunamente", advirtiendo la discusión interna.
El estacionero y senador provincial José Escoda fue por el mismo lado. "Hay cosas que hay que hablar", dijo, porque a su entender, es necesario unificar discursos ya que los reclamos que llevaron al paro "se profundizarán".
¿Sólo por la reforma?
Con la idea de hacer aportes desde el sector obrero para la reforma de la Constitución provincial que propicia el Gobierno de Francisco Pérez, mañana los representantes gremiales de la CGT mendocina se volverán a reunir.
Será el primer encuentro después de aquel "armónico" plenario del 16 de noviembre, y del resonante 20N que terminó dividiendo sus aguas.
Sin embargo, no muchos se sienten con deseos de "mezclar" los temas. "Hay que esperar a que baje la espuma", señaló Díaz apuntando que "existen otros ámbitos" para hacer esos planteos.
En una línea similar, Escoda resaltó que "hay que ser orgánicos" y respetar el orden del día para esa reunión, dejando para otro momento la discusión.
Márquez, en tanto, consideró posible que allí al menos comience a debatirse el problema "pensando en la unidad".
Lo cierto es que en la CGT de Mendoza sigue pendiente un debate fundamental, que no sólo pasa por tener un discurso unificado, sino por generar acciones uniformes, lo que por ahora, en boca de la mayoría, sólo es una expresión de deseo.