En notas anteriores en esta columna hemos abordado la situación de la economía de nuestra provincia y sus problemas, tratando de aportar ideas en búsqueda de recuperar el crecimiento perdido.
La tarea no es nada sencilla, cuando el conjunto de la economía nacional, con la excepción del sector agropecuario, se encuentra sumida en el estancamiento o la recesión. Hemos mostrado que sectores que en su momento fueron muy dinámicos como la extracción de petróleo, se encuentra en retroceso, dado que la mayor parte de los pozos se ubican en zonas antiguas muy explotadas.
Queda el “pedacito” que nos corresponde de Vaca Muerta y ahí tenemos cifradas esperanzas, pero “está lejos” del resto de la provincia. También surge, de una abrumadora cantidad de información, que la vitivinicultura que fue impulsor importante de crecimiento ha alcanzado un techo, que sólo se rompería con un incremento significativos de las exportaciones.
Para ello se reclama que el país consiga acuerdos de libre comercio, hoy inexistentes, que nos pongan en igualdad de condiciones con nuestros vecinos competidores. Esos acuerdos no llegan y difícilmente lleguen. Parece no advertirse que sólo puede haber tratados de libre comercio en el contexto de una economía abierta ya que el libre comercio es una avenida de doble mano.
Así las cosas, con esta débil y limitada estructura económica, sigue siendo el turismo, especialmente el turismo receptivo internacional (enoturismo) el que muestra un fuerte dinamismo. Igualmente en esta columna hemos sostenido la necesidad de que los organismos estadísticos realicen un balance turístico provincial serio, auditable, para saber cuánto ingresa por turismo y cuánto egresa.
Por ahora se muestran números, a veces discutibles, de cuánto entra. De todos modos hay que seguir mejorando las condiciones para que el turismo receptivo siga creciendo. En este contexto, cuando se habla en serio, no resulta fácil encontrar senderos de crecimiento, con los pocos instrumentos con que cuenta la provincia.
Tiene un buen activo en su calidad institucional reconocida y algunos impuestos que pueden ser usados como estímulos a nuevas actividades: a los Ingresos Brutos, Sellos, Automotor, tasas municipales. Se pueden hacer cosas en dirección al crecimiento, las puede hacer el Estado, la iniciativa privada o ambos en conjunto.
El gobierno de la provincia tiene una tarea titánica, reducir el peso del Estado provincial sobre la economía, mientras esperamos que haga lo mismo el nacional. El gasto público provincial pasó del 12,5% del PGB en 2005 al 23% en 2018, bajó dos puntos porcentuales respecto al 2017.
La carga tributaria era 3,8% del PGB en 2009, pasó al 8% en 2017, con baja de medio punto en 2018. La dirección es buena, hay que intensificarla para volver a niveles que estimulen la inversión, base del crecimiento. En notas anteriores hemos sostenido también que el mayor capital de que disponemos en el corto plazo, son las tierras con riego. Primero las que hoy no están aprovechadas, luego las que queden disponibles porque los cultivos actuales no son sostenibles.
Creemos que hay buenas posibilidades de hacer otros cultivos si se coordina bien el esfuerzo conjunto público-privado. Algunos ejemplos como la producción de frutos secos: nueces, almendras, avellanas, pistacho, tienen buena demanda tanto interna como externa. Quienes han encarado estos cultivos, aquí y en San Juan, muestran buenos resultados. Requieren, como hemos dicho estudios de suelo, clima, capacitación de la gente.
El cultivo de forrajeras es otro rubro muy interesante, forrajes para la ganadería bovina de carne y leche, para la ganadería ovina y caprina. Hay una demanda notable de alfalfa para consumo interno y exportación a los países árabes. Pero falta alfalfa, Mendoza la cultivaba en el siglo XIX. Hay también fuerte demanda de semillas de alfalfa, girasol, maíz.
La demanda de carne porcina crece año a año, hay buenas experiencias en este rubro en el sur de la provincia. El circuito de producción de alimentos para producir carne es factible. Para modificar esta estructura agraria se requiere una nueva organización, nuevas relaciones entre los distintos protagonistas. Hay que pensar en contratos de alquileres distintos, resolver problemas de sucesiones y evitar que se siga propagando el minifundio. Entre otros.