La historia dirá que una noche de verano, en esta tierra del sol y del buen vino que le sienta tan bien, River volvió a ser el River del Muñeco Gallardo. Como en marzo de 2018, cuando venía a los tumbos y le ganó la Supercopa Argentina a Boca, el equipo de Napoleón metió un punto de inflexión. Volvió a enamorar con su juego asociado, su pressing asfixiante y la jerarquía de sus individualidades. Eso sí, encontró en Godoy Cruz un cómplice de su levantada. Porque mucho más allá de ese tiro libre del puntano Andrada que devolvió el palo izquierdo del arco defendido por Armani, el Tomba hizo todo lo posible para que el Millonario se recuperara. Lento, impreciso y empecinado en salir jugando (hasta que el partido dejó de ser partido), el Tomba le dio a Nacho Fernández y Palacios la libertad suficiente para manejar la pelota a gusto y placer a espaldas de Andrada y Elías.
¿Golpeado por la tres derrotas en fila? Nada de eso. River se olvidó del pasado reciente y recuperó la memora. Intentó hacerse fuerte desde la presión, las triangulaciones y trepadas de Montiel y Casco por las bandas. El Tomba respondía con los enchufados González y Burgoa, quien generó la falta que derivó en el remate al palo de Andrada. Pero como el equipo de jerarquía que es, el Millo no se dejó llevar por delante y respondió rápido. Primero, con una triangulación entre Casco, Pérez, Palacios, Borré tiró el centro y Fernández cabeceó afuera. Acto seguido, cuando Andrada quiso salir jugando (como ante Lanús), Borré recuperó en la salida, Palacios asistió a Pratto y el zurdazo inapelable del Oso fue lapidario.
De cara a su gente, River se agrandó y fue por más. De hecho, antes del penal que Borré cambió por gol (inocente mano e Arena ante el quiebre de cintura del cafetero), hubo un gol legítimo del propio delantero colombiano que fue anulado a instancias del asistente número dos, Gerardo Carretero. Para colmo de males, Cardona metió una patada criminal y dejó al equipo con 10 en el peor momento. Todo a pedir de River, que se quedó cortó con el 2-0 con el que se fueron al descanso.
El ST fue una continuidad del primero. El partido, que ya había dejado de ser tal, se rompió más cuando Pratto venció con un anticipo ofensivo de cabeza a la floja resistencia de Ramírez. Y hasta el debutante Suárez se anotó en el festín con un golazo. En Mendoza, tierra santa si la hay para su historia, River se aprovechó de un Tomba indefenso, demasiado light e inocente.