En cualquier civilización, a lo largo de la historia, se advierte un fenómeno ampliamente presente: los íconos. Viene del griego Eikón, que significa imagen, figura, estatua, pintura o retrato. Charles S. Pierce, eminente lingüista, dice que “el ícono es un tipo de signo en el que se da una relación de analogía formal entre el representante y lo representado”. Ya en el mundo romano había imágenes con la efigie del emperador o de otros personajes. La iconografía cristiana también transcribe mediante imágenes -como la Virgen María, Jesús y la Cruz o los Santos- el mensaje evangélico que las Sagradas Escrituras transmiten mediante la palabra.
Pero también son íconos nuestros retratos: el de San Martín está asociado a la independencia del mundo latinoamericano y también de Mendoza, ya que el héroe fue al mismo tiempo organizador del Ejército de los Andes e intendente gobernador de Cuyo. Vivió en nuestra provincia y le debemos mucho de nuestros principios organizativos ¿Sabemos que el Canal Tajamar, así como la Alameda son obras realizadas por San Martín?
Estos símbolos son representativos, como muchos otros. El retrato de un huarpe nos evoca a los pueblos originarios de Mendoza o el diario Los Andes, fundado por el talentoso pionero de la cultura Adolfo Calle, también es un símbolo de la historia provincial. No son los únicos ¿Quién no recuerda que Nicolino Locche es mendocino, que el talentoso dibujante Quino también nació en esta tierra?
Las acequias, así como el arbolado de nuestras calles y el parque General San Martín -obra que realizó nuestro histórico gobernador Emilio Civit-, al igual que el Museo del Pasado Cuyano Histórico, cuya sede se encuentra en la calle Montevideo, nos ofrecen un amplio panorama de nuestro pasado. Los retratos de ilustres mendocinos son objetos cuya riqueza reside en que su valor simbólico recorre hitos de nuestro pasado, así como también de los personajes de nuestra historia, cuyo accionar nos conformó en la provincia que somos hoy. En nuestras calles encontramos también numerosas marcas de este tipo de simbología en las plazas, en los monumentos históricos o en las iglesias.
Cuando hablamos de signos nos referimos también a cualquier realidad sonora, visual, táctil o una costumbre que representa otra cosa. En este caso si nos remitimos a su sentido más amplio podemos citar como ejemplo a la siesta, que se la reconoce como una costumbre propia de nuestra provincia. También podemos ver a los turistas que nos visitan saborear con gusto nuestras clásicas tortitas o tratando de deducir otro signo que nos identifica: nuestro modo de hablar y nuestra entonación propiamente mendocina.
No todo es abstracto, también maravillan los Portones del Parque, el Cerro de la Gloria o las botellas de vino, que no sólo son íconos sino que también son símbolos que, en el mundo turístico, representan a Mendoza. En una rápida recorrida por las casas que se dedican al turismo encontramos tarjetas postales que tienen un correlato no tanto del lugar en sí, sino que destacan lo propio de Mendoza en tanto que símbolos que la hacen reconocible e identificable en el marco de la República Argentina.