Nuestros huéspedes disfrutan de la tradicional hospitalidad mendocina y tienen el privilegio de participar de uno de los más prestigiosos espectáculos de la región: la puesta en escena que todos los años brilla en el teatro griego Frank Romero Day. Unos lo pudieron vivir anoche y otros lo harán en alguna de las tres repeticiones previstas a partir de hoy.
La Fiesta de la Vendimia es la fiel representación de la cultura del trabajo que forjó a nuestra provincia a través de los años y la hizo grande y fuerte económicamente.
Siempre es bueno señalar que el verde paisaje que habita en calles, paseos, viñedos y otras zonas sembradas de Mendoza es producto de la paciencia y perseverancia de hombres y mujeres que cuidaron los frutos de la naturaleza, en franco desafío al desierto, bajo el riguroso sol del verano y las heladas jornadas.
En esta región del oeste argentino el agua de lluvia no alcanza para sostener la producción y mantener arboledas. Es el agua que llega de los deshielos cordilleranos la que nutre los frutos de la tierra, pero siempre bajo el permanente cuidado de cada uno de los mendocinos. De ahí el mérito de nuestra gente a través de los años: hacer próspera a esta provincia tan sólo con un 3 por ciento de su superficie cultivada luego de habérsela ganado al desierto.
Por ello esta gran fiesta anual fue pensada en homenaje a nuestra vitivinicultura, de la cual creció y se hizo grande Mendoza. Una actividad que supo nuclear por igual a bodegueros, productores y trabajadores de la viña. Por eso es y será la industria madre de esta provincia.
Con el paso del tiempo la economía de Mendoza creció al expandirse su producción agrícola y hoy sigue siendo pujante no sólo por sus vinos, pese a las adversidades climáticas (tormentas de granizo en verano y heladas invernales) y a los vaivenes económicos y políticos.
Es el caso de la actividad olivícola, que tradicionalmente acompañó a la cultura del vino para aprovechar la presencia protectora del olivo junto al frágil viñedo. Sus productos hoy son de suma calidad y ya trascienden el mercado local, lo que llevó a que el aceite de oliva mendocino haya logrado implementar, como los mejores vinos, su denominación de origen. Las frutas en general, el ajo, la papa y otros productos de la tierra también suman su aporte al prestigio de la producción mendocina por su calidad.
En Mendoza nada fue gratis a lo largo del tiempo. Eso hace que el trabajo de su gente sea el capital más preciado. Frecuentemente las inclemencias climáticas obligaron a la resignación y a volver a empezar con la producción. Y la mayoría de las veces la recuperación a ese contraste no fue fácil ni inmediata.
De ahí las virtudes que también caracterizan a hombres y mujeres de esta tierra: el apego al trabajo productivo y a la austeridad. El cuidado y la valoración del agua de riego que llega de las montañas es el más fiel ejemplo de ese estilo de vida. Esta provincia es fruto de esa sumatoria.
Esta Vendimia 2015 nos debe servir a los mendocinos para revalorar el esfuerzo de quienes nos hicieron crecer mediante la fuerza de voluntad y la actitud austera. Es nuestra identidad, que siempre nos distinguió entre las provincias argentinas. De esos valores tan nuestros estaremos siempre orgullosos.