La oferta de madera local es cada vez más escasa en Mendoza. Es que aun cuando la actividad cuenta con importantes incentivos, la falta de tierras cultivables con agua, ha generado falta de interés en este tipo de proyecto.
Según datos del área forestal del Ministerio de Economía, en la actualidad en Mendoza existen 6.197,3 hectáreas de bosque y 3.634,5 hectáreas de cortina con destino a madera. No obstante, según datos del Inventario de forestales del IDR publicado en 2013, en aquel entonces se estimaba una superficie que rondaba entre las 13 mil y 15 mil hectáreas, es decir que en tres años disminuyó no menos del 24%.
“Hay que tener en cuenta que ésta es la superficie de cartografía, que tiene todos los estratos: productivos, sin manejo y cosechados. Conforme avancemos en este trabajo colaborativo que estamos proponiendo, vamos a mejorar la calidad de los datos”, estimó María Sales desde el Ministerio de Economía de la provincia.
Si bien en la actualidad la producción de forestales para madera cuenta con un subsidio para iniciar y mantener los cultivos, es una actividad compleja que aún no logra autoabastecer a la industria local.
En la provincia según datos que comparte Sergio Videla, de la Asociación de Empresarios Madereros y Afines (Adema) existen 700 empresas madereras que se desempeñan en subsectores comprendidos en forestación, la primera manufacturación que engloba a los aserraderos, las firmas englobadas en madera impregnada para viña, parral y tela antigranizo y las incluidas en muebles y carpintería.
Por su ductibilidad y mejor adaptación al clima mendocino dos tipos de árboles pueblan la geografía provincia: ellos son el algarrobo en la zona del secano, donde imperan los bosques nativos y el álamo, que se ubica en los oasis bajo riego y tiene fines más industriales y comerciales y al presente gana la pulseada productiva en la provincia.
A favor del álamo juega el ser una madera buena para hacer cortinas para los cultivos, regándola como cualquier frutal o cultivo en la provincia. A los 10 años ya posee toda su madurez y además se multiplica por estaquilla lo que hace más fácil su rápido crecimiento.
En el caso del algarrobo y según la opinión del profesor Alberto Calderón de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, existen miles de formas de madera pero las que mejor se adaptan a la provincia por cuestiones culturales y una necesidad comercial, son álamo y algarrobo. Aunque hay diferencias evidentes, el algarrobo posee escasos requerimientos de agua.
Más aún con el régimen de lluvias anuales de la provincia basta y sobra para hacerlo crecer. Sin embargo, el estar tan bien adaptado a la sequía trae como consecuencia que para lograr su maduración -el árbol logre un diámetro atractivo para ser cortado-, hay que esperar de 50 a 100 años.
Para sacar cuentas en el tiempo los álamos en el primer año, según Calderón, pueden producir entre 25 a 30 toneladas por hectárea por año; a los 10 años ya está en condiciones de producir 250 toneladas por hectárea de forma anual.
Para Rodolfo Martín, presidente de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (Faima), el álamo local es una de las maderas que consume la industria provincial pero, al ser insuficiente, el grueso de los empresarios también se proveen del pino del Litoral, el eucalipto de Entre Ríos y Corrientes, y las maderas más finas que llegan de Brasil y Uruguay.
Cruce de coordenadas
En cuanto a la ubicación geográfica es el Valle de Uco la región que concentra, según Videla, el 80% de las casi 10 mil hectáreas de madera en la provincia, una región donde el álamo en un 85% es comercializado para envases de madera; es decir, cajones usados para portar cultivos. “Unos 6,5 millones de cajones produce por año Mendoza, los cuales son de álamo”, precisa Videla.
El presente aparece deslucido en materia productiva y bastante alejado de las 18 mil hectáreas forestadas que existían en Mendoza por los años 90.
La madera se produce porque “hay una necesidad de abastecimiento local y porque hacer cortinas para cultivo es más simple ya que se multiplica fácilmente por estaquillas”, apunta Calderón.
En cuanto a los cuidados del álamo sus requerimientos son variados y comprenden, según Calderón, desde regarlos con cierta continuidad, limpiarlos para evitar la competencia de malezas. En el caso de una producción de madera sin nudos, hay que podarlos para ir eliminando la parte de las ramas para así evitar apariciones nudosas. Al primer año también hay que controlar la aparición de hormigas y tiene otras amenazas biológicas como el “taladrillo de los forestales”, un coleóptero que produce severos daños en plantaciones forestales y frutales perforando el tronco de los árboles, debilitándolos o inutilizando su madera.
Finalmente el hongo llamado “cancrosis del Álamo” que se evita, según Calderón, eligiendo clones resistentes a esa enfermedad.
En cuanto al corte, se puede realizar en cualquier época del año. La más propicia son los meses comprendidos de otoño a primavera. “El verano no es recomendado por ser una época con mayor actividad biológica. Al caer la madera puede ser víctima de hongos y mayor exposición a otros insectos por lo que sería la época menos favorable para su corte”, explica Calderón.
El precio de la tonelada, según las regiones, puede oscilar entre $ 700 hasta $ 1.000 en pie, pagado al productor. Significa, según el catedrático, que es el precio que recibe el productor por su producción en tanto el comprador, que puede ser un aserradero, debe hacerse cargo del corte, carga y acarreo de la madera en camiones.
Centro Tecnológico de la Madera
Con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) compuesto por $ 30 millones en infraestructura, y $ 15 millones en equipamiento, el sector de la madera en Mendoza se apresta para tener un mejor desarrollo de punta.
“El año que viene va a estar finalizado el Centro Tecnológico de la Madera. Estará en Chacras de Coria en un predio de dos mil metros cuadrados enfrente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo”, señaló Carlos Daparo, de Adema. En el lugar funcionará un aserradero, línea de segunda transformación, un horno de secado, un centro de afilados y otro de capacitación.
“El espacio permitirá al sector empresario realizar sus prototipos para luego salir a venderlos. Sabemos que el marco de competencia es desafiante y por eso desde la Cámara trabajamos fuertemente para continuar promoviendo espacios de articulación, públicos y privados, con acciones que fortalezcan a nuestra industria en términos de competitividad”, reseñó Daparo.
Por cierto puertas adentro, los hombres que gerencian el negocio de la madera en la provincia están unidos por la misma preocupación: la pérdida de rentabilidad.
En el caso del subsector forestal, según Videla, los hombres necesitan un horizonte fiscal previsible ya que el árbol de álamo recién está totalmente productivo a los 10 años. En cuanto a la primera manufacturación, esto es el subsector que engloba a los aserraderos, el encarecimiento de la materia prima sumada a la baja de las hectáreas cultivadas, está produciendo no sólo una escasez de madera sino también un aumento de costos en tiempo real.
Los costos laborales también en este subsector son altos, porque los aserraderos son grandes dependientes de mano de obra.
De acuerdo con Videla, en la provincia existen 300 aserraderos que son proveedores del sector frutícola y vitivinícola.
En el caso de la fruta, los empresarios madereros proveen de cajones de madera que, en los últimos tiempos, también enfrentan a dos competidores de fuste: el cartón y el plástico, como alternativas de los cajones de madera.
En el subsector de la madera impregnada para viña, parral y malla antigranizo, existen 16 plantas en la provincia, de las cuales, según Videla, sólo el 40% está en actividad y el resto parados, expectantes a que cambie el clima de negocios.
En cuanto al sector vitivinícola los vaivenes comerciales del sector también salpican negativamente al sector y la demanda de los postes para viña y parral y tela antigranizo también registra desplomes de su demanda este año.
Finalmente, el subsector de muebles y carpintería, engloba un universo propio de firmas donde el 95% está abocado al mercado interno, en tanto el 5% restante tiene lazos comerciales de venta con el exterior. “Sin llegar al cierre de empresas, como tampoco de despido de empleados, la situación actual es muy crítica. Hay firmas en convocatoria de acreedores, porque el mercado interno está recesivo. Esperamos que el año que viene, en marzo, llegue la reactivación”, se esperanzó Videla.
Por el momento la agenda comercial de Adema luce nutrida. Están manteniendo reuniones con autoridades nacionales, provinciales para sostener los 5.600 puestos de trabajo en la provincia. Con el gobierno provincial, específicamente con el subsecretario de Industria y Comercio, Guillermo Cruz, están abocados en el diseño de herramientas para disminuir los fletes de logística que hoy, de acuerdo a todas las opiniones, los está ahogando.
“Hace unas semanas tuve que traer una máquina de Italia. El flete por barco hasta Buenos Aires me cobraron U$S 500 o sea unos $ 7.500. Cargarla desde el puerto porteño hasta Mendoza (flete terrestre) tuve que pagar $ 22 mil, lo cual demuestra que hay perjuicio comercial enorme para nosotros”, puntualizó Martín.
Financiamiento para invertir
El área Forestal del Ministerio de Economía, Infraestructura y Energía gestiona una línea de financiamiento nacional no reembolsable para estimular la implantación de árboles destinados a la industria maderera. Si bien Mendoza está posicionada en el cuarto puesto a nivel nacional en ese rubro, la producción no es suficiente para alcanzar el autoabastecimiento.
Por eso, con esta línea de financiamiento, creada originariamente en la Ley 25.080 de inversiones en bosques cultivados (actualmente Ley Nacional 26.432), el Gobierno promueve la forestación a través del Apoyo Económico No Reintegrable (AENR) y de beneficios fiscales por superficie lograda.
“El plan alcanza a toda persona que desee plantar en cortina, en macizo o plantaciones mixtas (incluyendo las silvo-pastoriles) con especies nativas o exóticas; podar, ralear o hacer un manejo de rebrotes en plantaciones existentes o bien para enriquecimiento de bosques nativos”, detalló la ingeniera María Sales, encargada del área.
Actualmente, en la provincia, sólo están vigentes 50 planes por año y, según comentó Sales, “el último censo forestal arrojó que existe un importante porcentaje de plantaciones que no están bajo la norma, por lo que instamos a los productores a inscribirse para acceder al beneficio”.
Entre los aspectos técnicos para acceder, se requiere de recursos hídricos asegurados y tierras con baja salinidad, mientas que en términos legales se debe acreditar el derecho de uso de la propiedad, no registrar embargos y poseer derecho de riego otorgado por Irrigación.