Por Maxi Salgado - Editor de Más Deportes msalgado@losandes.com.ar
Mientras el fútbol argentino llora la muerte de Emanuel Ortega, un hecho que tiene mucho de negligencia de los dirigentes, y también está herido de muerte por lo ocurrido en La Bombonera, en donde un grupo minúsculo de hinchas hizo suspender un partido, el deporte de Mendoza está sufriendo una sangría que puede agudizarse y ser preocupante en el corto plazo.
Me estoy refiriendo a la decisión de “Panchito” Bahamonde, quien aceptó la oferta de la Federación Italiana de tenis para jugar representando a aquel país.
La verdad es que, más allá de que los beneficios son ampliamente superiores a los que se les ofrece en nuestro país -30.000 euros por año para viajes, un entrenador personal, dos preparadores físicos y la posibilidad de quedarse a vivir en nuestra provincia-, lo que ha inclinado la decisión son otras cosas que tienen que ver con la realidad de Argentina.
Hablando con el entorno de Panchito, uno se puede enterar que ha tenido serios problemas para conseguir raquetas e indumentaria, las que son provistas por empresas extranjeras.
Como nuestro país tiene cerrada la importación, cada vez que Lotto o Babolat les enviaba un paquete, los padres debían hacer eternas colas en la Aduana y con un poco de suerte -para no hablar del ánimo del funcionario- podían retirar sus elementos de trabajo.
Cansados de esa situación, las empresas decidieron mandar los cargamentos vía Chile, lo que obliga al equipo del tenista a tener que hacerse un viaje y sumar, así, un costo al ya abultado presupuesto que cualquier tenista de nuestro país necesita tener para llegar a los primeros planos a nivel mundial.
Los italianos, con astucia, han observado que los sudamericanos tienen hambre de gloria, un sacrificio que no está en el ADN de los europeos y, aprovechando que tienen el dinero suficiente, salen a convencer a nuestros deportistas.
Argentina, y Mendoza en particular, demuestran así que duermen la siesta en este sentido y dejan escapar talentos genuinos. El día que Bahamonde juegue para la selección italiana en la Copa Davis, o que levante un trofeo importante al son del himno itálico, comenzaremos a valorar lo que hemos dejado escapar.
El discurso oficial será que no hay presupuesto para igualar la oferta de los italianos, pero la realidad es que nuestra provincia ha gastado millones de pesos en eventos deportivos en estos últimos años. Vino la Selección por un partido de Eliminatorias, la Liga Mundial de Voley, Los Pumas por el Championship -este año jugarán de nuevo- y hasta hubo una exhibición de Juan Martín Del Potro, en la que el Estado Nacional puso mucha plata.
Todos estos eventos son beneficiosos en lo turístico, pero no dejan nada palpable al deporte de la provincia, que sigue administrando pobreza. En el caso de Panchito, quizá ayudando a que se le solucionaran los otros problemas que no tenían que ver meramente con lo económico, se podría haber hecho fuerza para convencerlo.
El tema es que esto es como un iceberg en el que sólo se ven los resultados o los fracasos deportivos, pero por abajo del agua hay una familia haciendo un esfuerzo enorme para que eso pueda sostenerse. Y pensar que el Gobernador, hace cuatro años, lo daba a Bahamonde como una de las promesas a las que la Provincia iba a ayudar.
Ojo, el caso de Panchito no es el único, hay deportistas mendocinos de otras actividades que también prefirieron ponerse la “Azzurra”. Gonzalo García (rugby), las hermanas Sofía y Marcela Casale (hockey sobre césped), Miguel Nicolás, Federico Ambrosio y Samuel Amado (hockey sobre patines), son ejemplo de ello.
Todas son luces de alerta que deberán tomarse en cuenta. En Argentina el deporte se asocia con la pasión y se olvida que vivimos en una sociedad capitalista y que sin dinero no hay oportunidades.
De cara al futuro, y en un año electoral, estas situaciones deberían ser anotadas por los candidatos a suceder a Paco Pérez. El presupuesto del Ministerio no es exiguo: supera los 100 millones de pesos.