Frente al desánimo y la frustración, los mendocinos debemos creer en un proyecto concreto, posible y viable realizado dentro de un acuerdo político, empresarial y comunitario.
Mendoza se hizo pujante por la realización de la quimera de sus hacedores. Primero, como en toda gran creación, apareció el sueño; luego, a través de la inteligencia, el tesón y el camino ininterrumpido se logró su concreción. A esos sueños de un Emilio Civit le debemos nuestro Parque, declarado “locura febril” por algunos de sus contemporáneos y del que tan orgullosos hoy nos sentimos.
Éste es el mismo Civit que como ministro de Roca dejó obras suyas en todo el territorio nacional. Fuimos nosotros, los argentinos, quienes tuvimos agua potable y servicios sanitarios antes que cualquier otro país hispanoamericano. De nuestra Legislatura y con nuestros políticos, desde épocas tempranas salieron normas primigenias a nivel mundial, la Ley de Aguas, ya en 1884, declaró el recurso hídrico como un bien público y se dictaron leyes sociales de avanzada.
Más adelante llegaron otros sueños, los de los Trianes, Vicchi, Videla, Gabrielli, Corominas Segura, Correas, Descote y el “Cura Oreglia”, quienes pensaron una provincia surcada por caminos, con obras de irrigación domando ríos encajonados, con una Fiesta de la Vendimia que homenajeara a la matriz productiva mendocina y apostando siempre a la educación, base de todo progreso. De ellos fueron la ilusión y la concreción de una joven y temprana universidad colmada de universalidad, adonde fueron convocados intelectuales de prestigio mundial.
Por esos claustros pasaron Juan Corominas, Claudio Sánchez Albornoz (no sólo notable historiador español sino también presidente de la República Española en el Exilio), Víctor Delhez, Gómez Cornet, Sergio Sergi, Lorenzo Domínguez, Julio Cortázar y tantos otros, que alimentando las mentes fértiles de jóvenes de todo Cuyo, con nuevas e ininterrumpidas gestiones y generaciones a lo largo de 75 años son nuestro orgullo. También fuimos adalides mostrando la historia de la región y formando profesionales en el mundo tan nuestro de la vitivinicultura. Tuvimos el primer y mejor Museo del Vino y la primera Facultad de Enología de las Américas.
Con todo ese bagaje, “volvamos a soñar Mendoza” por el orgullo de lo que fue, incorporando los valores característicos de la convivencia política, de la cultura del esfuerzo y del trabajo, de la satisfacción del deber cumplido, de la responsabilidad republicana como representantes de toda la ciudadanía, de la sobriedad en las funciones de gobierno, de la austeridad, y de la apertura a la modernidad y al apoyo a los nuevos emprendimientos que han surgido en la provincia y a los más antiguos, que no deben desaparecer.
Vivamos nuestro espacio con pasión, en su tradición, en su historia y en su naturaleza. Conservemos su sano modo de vida, sus costumbres, su manera de comunicarse y el enorme patrimonio cultural que posee. Reconozcámonos en la excelencia de sus escritores, músicos, artistas plásticos, poetas, historiadores, científicos, políticos, deportistas, investigadores, profesionales y cineastas que se destacan en el mundo entero.
Son nuestros Draghi Lucero, Bufano, Di Benedetto, Alonso, Quino, Le Parc, Tejada Gómez, Tito Francia, el Padre Contreras, Leonardo Favio. Nuestros también son los empresarios creativos y pujantes, aguerridos en los momentos de crisis, que irradian sus empresas y productos hacia otros continentes como hábiles embajadores frente al mundo. Y en la base estamos nosotros, esa mayoría silenciosa, solidaria, fraterna y responsable que día a día siembra el surco de esperanzas.
Propongámonos un renacimiento de la mano de una mística movilizante, surjamos de esta anomia en la que hoy estamos. Tenemos que convencernos -para convencer- de que Mendoza puede ser eficiente, culta, cordial, amigable, agradable y segura. Salgamos a irradiarla para que vengan a nuestra tierra a conocernos como un ejemplo a imitar.
Finalmente, parafraseando a García Márquez, escuchemos su llamado: “A ustedes, ‘mendocinos’ de menos de 40 años, les toca la tarea histórica de componer entuertos descomunales”.
Apostemos al siglo XXI y entre todos construyamos la provincia ejemplar que merecen quienes nos siguen.
Julieta Gargiulo - DNI 4.230.934