Y al sexto partido encontró su juego, su identidad. Por esta razón, el seleccionado de Mendoza que conduce tácticamente Armando “Cuervo” Corvalán, aplastó a la revelación del certamen, Cuenca Carbonífera, por 5-0 y se metió de nuevo en la gran final del Torneo Argentino de fútbol de salón.
Hoy, desde las 21, el conjunto Borravino buscará conquistar su “cuarto título” en forma consecutiva. El rival: anoche definían la otra llave semifinal el dueño de casa, Metropolitana y Comodoro Rivadavia (equipo que venció a Mendoza 2-0 en el debut).
¿Por qué fue su mejor función? Porque pudo plasmar toda su jerarquía en el parquet durante los 40 minutos del tiempo reglamentario. De la tenencia de balón hizo su mayor defensa. Y eso que Cuenca Carbonífera apostó por una presión alta, apretando desde la salida a Mendoza y tratando de ahogar la salida de Mescolatti. Sin embargo, esa defensa le permitió a Mendoza jugar de primera, rotar y generar innumerables espacios cuando apostó por la transición. Y así llegó el primer tanto que facilitó la goleada. Excelente combinación que incluyó cuatro toques, la “Gata” Fernández pivoteó y tocó para el Nicolás “Mágico” Páez, quien con un toquecito suave estampó su nombre en la red. Con la ventaja a su favor, Mendoza mostró sapiencia para manejar el ritmo del encuentro. En ningún momento dejó reaccionar a su rival, el seleccionado revelación del certamen. Cuando se moría el primer tiempo, Mendoza enhebró un contragolpe de tiza y pizarrón. Enorme jugada individual de Renzo Grasso, se escapó por derecha, pisó el área rival y habilitó a Martín Páez, quien dominó el balón, amagó, eludió un rival y cuando este se repuso, se la picó a media altura. Golazo. Enorme acción que despertó la admiración de propios y extraños.
Mendoza pegó en los momentos justos: en el inicio del primer tiempo y sobre el final antes del descanso largo.
En el arranque del complemento, Gonzalo Pires demostró que es un jugador de otra categoría, por algo está jugando en Europa. Ensayó una maniobra individual que dejó dos hombres en el camino, tocó para Cusa y el histórico jugador mendocino selló el 3-0. Mendoza dictaba cátedra de un juego colectivo que rozó la perfección. Efectivo adelante y sin fisuras en la parte defensiva; es más, Fede Pérez tuvo poca intervención.
En ningún momento del encuentro Cuenca Carbonífera pudo reaccionar. El balón fue propiedad absoluta de Mendoza. Con el correr de los minutos llegó el tanto de Renzo Grasso y luego sentenció el resultado final Lucas Padilla.
Fue una exhibición de Mendoza y por eso cantó victoria en semifinales por 5-0. Hoy, es la gran final. Mendoza demostró que recuperó la memoria y su hambre de gloria es inevitable. Como todo campeón.