El mundo entero sigue sacudido después del trágico terremoto de 7,1° que azotó al centro de México el martes. Las cifras se actualizan permanentemente, y hasta ayer se contabilizaban 305 muertos en el DF e inmediaciones. Desde las 13.13 del martes -horario exacto del sismo- las réplicas siguen castigando a quienes viven en esa amplia zona del país; y si bien son de menor intensidad, no hacen más que agudizar el ya trágico panorama.
Algunos mendocinos radicados en la capital mexicana rememoraron a Los Andes esos segundos que jamás lograrán olvidar, pero también se explayaron sobre los días posteriores, la inconmensurable solidaridad humana y el desafío de reconstruir la ciudad y su rutina.
“Parecía una escena de película del fin del mundo” y “espero no volver a vivir algo así en mi vida” son algunas de las reflexiones recurrentes. Pero, además, hubo otra coincidencia: todos resaltaron la inmediatez con que la gente reaccionó solidariamente para ayudar.
Un hospital callejero
Ana Rodríguez Crisman (24) estudia Medicina y está en México como parte de un intercambio de la UNCuyo. Vive en la colonia (barrio) del Valle y el hospital donde está haciendo el internado está en la zona de la Roma.
“Estábamos en el hospital Álvaro Obregón y a las 11 se hizo un simulacro en conmemoración del 32° aniversario del terremoto de 1985”, rememoró la joven. Ya terminado el ejercicio, habían regresado a la zona de cirugía y allí los sorprendió el terremoto.
“Empecé a sentir que se me movía todo y se fue haciendo más fuerte. Me fui al playón, como habíamos hecho en el simulacro, y todavía estaba la gente de Defensa Civil que había colaborado con el simulacro. Al lado teníamos un edificio que tenía 8 pisos más y se movía de un lado al otro. Creí que me moría”, continuó la estudiante.
Cuando pasó lo peor, bajaron a la calle y se instalaron frente al bulevar. En el nosocomio desalojaron primero al personal y luego ingresaron a la sala de urgencias para recuperar camillas, sueros, hilos, vendas y agujas. “Mudamos la sala de urgencias a la calle”, indicó Ana.
Luego bajaron a los pacientes y los cruzaron a un campamento que habían improvisado del otro lado de la calle Obregón. “Lo que más vimos fueron fracturas y heridas cortantes por vidrios explotados”, siguió.
Cerca de las 18 rehabilitaron la sala de la planta baja y se trasladó a todos los pacientes allí. “Ese martes por la noche se tranquilizó todo y los internos nos quedamos a ayudar junto a 4 médicos. Ellos no durmieron ni un segundo y nosotros lo hicimos por turnos de 2 horas, en una sábana tirada en el piso. La gente que pasaba nos tapaba y daba comida; todos se solidarizaron”, recordó.
Recién la noche del miércoles pudieron informarse en detalle de la magnitud del terremoto. “Desde ese día se ve a toda la gente del DF tratando de ayudar. Van a los centros de acopio y a lugares con escombros”, sintetizó.
Durante la tarde de ayer se instalaron en Santa Rosa-Xochiac (otra de las zonas afectadas) junto a una brigada sanitaria de la Universidad Autónoma Metropolitana. “Es una zona con viviendas muy vulnerables. Esta mañana (por ayer) hubo otro sismo de 6 ° y se terminaron de caer las casas”, indicó.
El fin del mundo
Estefanía Atkinson (30) fue Reina de la Vendimia de la Ciudad de Mendoza en 2007 y hace 7 años vive en el DF, donde trabaja en un centro de servicio informático.
Al igual que Ana, estaba trabajando en su oficina ubicada en la misma calle y 2 horas antes había participado del simulacro. Si algo tiene en claro es que el martes 19 de setiembre de 2017 será un día imborrable.
“Estábamos en un cuarto piso en Álvaro Obregón al 248, y uno de los edificios que se desplomó estaba al 286”, indicó consternada.
“Todo se movía y con mi contador bajamos corriendo por las escaleras hasta la calle. El primer piso se estaba moviendo de una forma que nunca vi”, recordó. Tras forcejear con la puerta de salida -se había trabado- lograron salir a la calle. “Todo se movía como si estuviéramos en una pileta; todo crujía. Cuando miramos a la izquierda, vimos el polvo del edificio que se acababa de derrumbar. Me sentía en una de esas películas del fin del mundo, pensé que todo se acababa” confesó.
En la calle, la intranquilidad de la gente también era notoria y creciente. Todos se acomodaron en el espacio verde ubicado al medio del bulevar. “Nos fuimos a nuestros hogares, caminé una hora y media entre el caos de gente. Pude mandar a mi mamá y a mi novio un WhatsApp contándoles que estaba bien”, siguió.
Sus días posteriores también han sido de una mezcla de preocupación, alerta y solidaridad. “La noche posterior dormimos vestidos, y el miércoles llevamos víveres a una de las carpas. En las zonas donde hay derrumbes ya no dejan pasar a la gente, pero la solidaridad emociona. Los taxis están dando servicios gratis”, cerró Estefanía.
Solidaridad plena
Karim Beldjoudi Kohn (33) es mitad argelino, mitad mendocino. Está viviendo en la ciudad de México y trabaja como DJ y manager. El martes había acompañado a su novia al dentista en la colonia del Valle y la decisión de almorzar antes de regresar a su casa fue acertada. “Nos íbamos a subir al metro. Hubiera sido terrible que nos sorprendiera el terremoto allí”, rememoró.
Si bien Karim no sufrió ninguna consecuencia grave, desde ese mismo día se abocó a ayudar a los más afectados. “Desde el día del terremoto hubo réplicas y siguen cayendo edificios con gente adentro. Con mi novia estamos cargando camiones y ayudando. Las empresas de seguros no ayudan, pero es ahí donde más se une la gente”, resumió.
Postales desoladoras
Sofía Rez Masud (29) es comunicadora y también está radicada en el DF. El martes estaba grabando un comercial en un primer piso. “En mi vida había sentido que se moviera el piso así. No tomé conciencia de la dimensión”, destacó la joven, quien vive con su hermano.
“Cuando salí, vi paredes rotas, edificios que se desplomaban, gente que se había desmayado. En todo este caos, el nivel de organización de México es para sacarse el sombrero. Igual que el corazón para colaborar”, siguió.
“Los días siguientes caminabas por la calle y veías cómo se iban cayendo los carteles, los cables y las ruinas de los edificios. Uno cree que nunca va a vivir algo así; parecía una película: todo apagado y derrumbado”, continuó.
“Realmente en estos casos valorás la vida”, sintetizó.
Interminables 18 pisos
Desde mediados de 2012, Álvaro Borrás (56) vive en México. Es agrimensor y trabaja en una empresa de obras.
“El martes a las 11 habían hecho un simulacro, y luego volvimos al piso 18 para una reunión de trabajo. A eso de las 13.15 sentí que empezó a moverse el piso. Al principio pensé que estaba obsesionado, pero me di cuenta de que todos lo estaban sintiendo”, reconstruyó Álvaro.
El hombre destacó que perdió la noción del tiempo, por lo que desconoce con exactitud la duración. “Cuando pasó el movimiento, empezamos a bajar las escaleras y fueron interminables los 18 pisos. La gente pasaba al lado nuestro corriendo, pero fue todo en calma”, destacó.
Ya abajo se trasladaron a una zona segura y allí permanecieron casi una hora y media. “A la gente la dejaron volver a buscar lo más importante, pero no sacar los autos de los 9 niveles de estacionamiento”, resumió Álvaro, quien sostuvo que a la gente se la veía tranquila y comparaba la situación con el terremoto de 1985.
La problemática ahora radica en las construcciones que quedaron en riesgo de derrumbe. “Todavía no se sabe la cantidad exacta de muertos, porque hay edificios que pueden tener gente viva abajo”, cerró.
Ayer volvió a temblar y revivió el pánico
Un nuevo temblor remeció el sábado el sur y centro de México, causando alarma en un país que apenas se recupera de dos poderosos terremotos que dejaron más de 300 muertos.
El Servicio Geológico de Estados Unidos informó que el sismo tuvo una magnitud de 6,1 y epicentro a unos 18 kilómetros al sur-sureste de la población de Marías Romero, en Oaxaca, en el sur del país.
Este lugar fue el más afectado por el sismo del 19 de setiembre -el más poderoso en la historia reciente- que dejó al menos 96 muertos.
El gobierno local informó en comunicado que algunas casas colapsaron y una mujer murió cuando la pared de su casa le cayó encima en la comunidad de Asunción Ixtaltepec.
Cuatro personas resultaron lesionadas en Juchitán y tres más en Tlacotepec, aunque su vida no corría peligro. Otra persona tuvo una fractura de clavícula en la localidad de Xadani. Además, tres hoteles y dos iglesias resultaron dañadas y un puente colapsó.
“Se terminaron de caer las casas que todavía estaban de pie”, contó una habitante de Juchitán. a la agencia AP.
Confirman que un argentino murió
Cancillería identificó ayer al ciudadano argentino fallecido en México por el terremoto registrado el martes e informó que sus restos serán inhumados por su familia, que reside en ese país.
El hombre, de 76 años, fue identificado como Jaime Achequenze, quien residía en la Ciudad de México durante el terremoto que dejó más de 300 muertos, informó ayer el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
“El deceso de nuestro compatriota fue confirmado al Consulado General de nuestro país en la capital mexicana, por la Cancillería local, a partir de la verificación de identidad que efectuara el Instituto de Ciencias Forenses”, se especificó.
Según Cancillería, los restos de Achequenze fueron retirados de la morgue por sus familiares, también residentes en México, e iban a ser inhumados en las horas siguientes.
El hallazgo del cuerpo del ciudadano argentino fue comunicado el viernes en la noche por el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, que confirmó además el fallecimiento de otros siete extranjeros.
DyN