Santiago Tito, presidente de Fundación Criteria y subteniente de Reserva del Ejército que participó junto a otros viajeros de la primera expedición al Polo Norte de la fuerza con el objetivo de generar conciencia sobre la problemática ambiental, advirtió que la travesía le permitió ser "testigo de la degradación que se ve en las zonas más extremas por la incidencia del cambio climático".
"La temperatura del planeta aumentó en promedio dos grados y nosotros vimos que donde hubo hielo había nieve o no quedaba nada; y donde solía ser espeso se había vuelto delgado", indicó Tito en una conferencia de prensa realizada en el salón Malvinas del Aeropuerto de Ezeiza junto a los otro siete militares que participaron de la travesía.
Desarrollada por Fundación Criteria y apoyada por Scholas Ocurrentes, la primera expedición argentina al polo norte estuvo al mando del General Víctor Figueroa, ex director Antártico del Ejército y Comandante de la Expedición al Polo Sur en 2005 junto al Coronel Mayor Gustavo Curti, el Coronel Ignacio Carro, el Suboficial Mayor Luis Cataldo y los Tenientes Emiliano Curti y Juan Pablo de la Rúa y el Subteniente (Res) Santiago Tito.
"Producimos esta expedición con tres objetivos principales: la concientización del medio ambiente, el aporte científico a partir de la entrega de muestras de hielo al Instituto Antártico y la representación de 40 millones de argentinos colocando la bandera en el Polo", indicó.
Expuestos a temperaturas extremas de hasta 35 grados bajo cero de sensación térmica, la misión también fue difundida y alentada a nivel global por el Papa Francisco, que en una carta celebró la iniciativa porque "ayuda a tomar conciencia sobre la degradación del ambiente, el agotamiento de las reservas naturales, la contaminación y también por la gravemente desigual distribución de las riquezas".
"La operación fue planificada hace un año y medio con un entrenamiento primero individual y luego en equipo. Después del viaje inicial un helicóptero nos llevó a la latitud 89 y de longitud 140 grados este con el objetivo de que recorriéramos el último grado que presuponía una distancia de 111 kilómetros", detalló Figueroa sobre los preparativos previos para una expedición que significó la exposición a condiciones físicas limite.
“Para la marcha, que se realizó casi en su totalidad sobre mar congelado -continuó- se llevaron alimentos para 10 días y otros 5 de reserva por eventualidades, sobre un trineo que pesaba alrededor de 60 kilos con esquíes y botas especiales, cuatro pieles de polar en la parte superior de cuerpo y tres en la parte inferior".
Luego, sobre la rutina de la caminata describieron jornadas de alrededor de 9 horas de marcha expuestos a temperaturas de entre 22 y 25 grados bajo cero, alternadas por quince minutos de pausa para infusiones calientes y la toma de complejos vitamínicos.
"Alrededor de las 18 armábamos la carpa mientras los mas jóvenes se dedicaban a la extracción de las muestras de hielo para traer a analizar", explicó Figueroa.
"Fue un desafío humano importantísimo, un trabajo en equipo ejemplar y llegar todos juntos y plantar la bandera argentina en el polo norte fue una satisfacción enorme para todos nosotros como representantes del país", concluyó Figueroa.