Hay un argumento que suele usarse mucho para contradecir a aquellos que todavía creen en el socialismo: "Si el socialismo es el paraíso terrenal que pretende ser, ¿por qué la gente se escapa de Cuba en balsa?"
Yo, que he estado ahí y que sé que está lejísimos de ser el paraíso terrenal que pretende ser, uso un argumento que me contó un cubano que fue mi guía por las calles de La Habana: "¿Sabes que fue lo primero que hicieron Fidel y el Che después de que triunfara su Revolución? Cada uno expropió la fábrica de sus habanos preferidos (Cohiba y Montecristo respectivamente) y la puso en el jardín de su mansión"
Cabe aclarar que la historia es obviamente exagerada y que se usa sólo para demostrar un punto, al menos hasta donde se sabe. Cuando intenté confirmarla por mis propios medios entendí que hay cierto secretismo al respecto de las dos empresas en cuanto a la época por la que triunfó la Revolución de los hermanos Castro, Camilo Cienfuegos, Ernesto "Che" Guevara y tantos otros. El tema no se toca. Todo lo que se dice es que con la Revolución los dueños originales tuvieron que exiliarse.
Dudo que sea tan así, tan burdo como él lo hizo notar. Cabe aclarar también que mi viaje fue por los tiempos en los que Fidel Castro seguía vivo pero ya no estaba en el poder, cuando el clima opresivo de tantas décadas se había aflojado un poco y los locales podían criticar al régimen con algo más de libertad.
Aun así persistía en él cierta cautela. "Tu amigo", decía él cada vez que quería referirse a Fidel Castro sin nombrarlo directamente.
Como muchos lo han contado, en Cuba existe sobrepoblación de profesionales al punto de que él era un ingeniero químico devenido en guía turístico.
Sus críticas iban por ese lado, por el trabajo que había perdido en una destilería que el régimen había dejado caer en la decadencia.
"La Plaza de la Revolución, expresión del orgullo del socialismo reinante, tiene ese gris algo descuidado del que nada parece escapar".
Dos países diferentes
La realidad es que Cuba es dos países diferentes. Por un lado, la Cuba reservada al turismo: con taxis de lujo, mega hoteles all inclusive en playas soñadas y restaurantes de comida local que cobran en dólares y a los que jamás podría acceder un cubano.
Por el otro, la de los autos urbanos que siguen en actividad desde los cincuenta, los profesionales subempleados y la conmovedora historia de una camarera que nos contó, cuando supo que éramos argentinos, que su hija estaba enloquecida con “Patito Feo”, una serie infantil que había terminado 7 años antes.
Por un lado, están los hoteles repletos de estadounidenses y canadienses -que muy a menudo se ponen rojos por el sol, la canilla libre o ambas cosas-, en los que todo es servido en exceso y se puede disfrutar a gusto en playas preciosas de arena blanca, mar transparente y sol ardiente, con bebidas hasta en la reposera.
Por otro lado, las historias de vida sufridas y tristes de la gente que conocés en el camino, esa leve impresión de opresión que te invade cuando te imaginás soportando esas condiciones sin escapatoria posible o incluso hasta el consejo de nuestro guía de que no repartiéramos entre los niños de la calle la bolsa de chupetines que habíamos llevado para ese fin para evitar que se formara a nuestro alrededor una multitud que iba a seguirnos todo el día.
La Habana es una ciudad preciosa, perfecta expresión de lo que fue la época colonial española en el Caribe. Pero también eso, el que todavía sea una ciudad de aspecto colonial, significa la expresión del delirio de unos pocos sobre la cara visible de un país.
Los edificios de la ciudad son viejos. Y no sólo viejos sino avejentados. Incluso la Plaza de la Revolución, expresión del orgullo del socialismo reinante, tiene ese gris algo descuidado del que nada parece escapar.
La Habana es una ciudad hermosa, pero una que te provoca una enorme tristeza. Después de una semana de estar tirado al sol disfrutando de comodidades de primer mundo, recorrer esas calles viejas y conocer a esa gente inquebrantable a la que medio siglo de socialismo despiadado no le ha borrado la sonrisa, te parte el alma.
Quizás el viaje debería haber sido planeado al revés, para que esa pena atragantada no empañara un poco el final de mi viaje por las dos Cuba, dos países diferentes que probablemente no puedan encontrarse en muchísimos años.
La mejor expresión de esa contradicción entre la Cuba dolarizada para turistas y la revolucionaria para cubanos, es que el trago llamado Cuba Libre, expresión popular por excelencia y hecho con el mejor ron del mundo, lleve Coca-Cola.
Moneda e internet, dos de los desafíos que tienen en la isla
Cuba es especial por muchas razones. Una de ellas es que es uno de los pocos países del mundo con dos monedas en circulación, expresa Guillermo D. Olmo en bbc.com.
El periodista agrega que se trata del Peso Cubano o CUP, en la que el Estado paga los salarios de los trabajadores, y el CUC o Peso Cubano Convertible, equivalente a 25 CUP.
Economistas dentro y fuera del país advierten desde hace años de la necesidad de terminar con una anomalía que impide que las reformas económicas fructifiquen.
Aunque en Cuba servicios como la educación y la sanidad son gratuitos, los cubanos que trabajan para el Estado (aproximadamente el 75% de la población) perciben su salario en pesos cubanos, mientras que los productos que adquieren en tiendas y supermercados se venden en CUC, con lo que su poder adquisitivo se resiente enormemente.
El gobierno se ha fijado el objetivo de la unificación monetaria, pero tampoco ésa es una misión sencilla.
Muchas empresas estatales llevan su contabilidad desde el supuesto de que un CUC vale casi lo mismo que un dólar estadounidense, pero en realidad éste es su valor sólo en las casas de cambio oficiales de Cuba. En el extranjero, el CUC no es objeto de intercambio.
Esto genera “enormes distorsiones” que impiden conocer la situación real de esas compañías y el valor de muchas exportaciones que se canalizan a través de ellas.
Cuba es uno de los pocos países en el mundo con dos monedas en circulación. Por otra parte, se estima que sólo el 5% de los cubanos tiene internet en su casa.
“Con la unificación, muchas quebrarían”, afirma el economista cubano radicado en Estados Unidos Carmelo Mesa-Lagos. Otro efecto indeseado sería el de la inflación. Unificar dos monedas de valor tan diferente provocaría un aumento de los precios.
Otro de los retos que tiene Cuba es acceder a internet. Sigue sin ser fácil para los cubanos. En primer lugar, por su poca accesibilidad. En la mayor parte del país, la red sólo está disponible en unos puntos Wifi de acceso públicosen la calle. Y luego por el punitivo precio.
Con un salario mensual que en la mayoría de los casos no supera los U$S 20 ó 30 mensuales, el dólar y medio que cuesta una hora de conexión supone un esfuerzo que pocos pueden permitirse.
Según el informe sobre la libertad en la red de la organización Freedom House de EEUU, Cuba sigue siendo uno de los países del mundo con una más baja penetración de internet y el gobierno bloquea los sitios que considera inadecuados, entre ellos muchos de los promovidos por la oposición.
Se estima que apenas un 5% de los cubanos tiene internet en su casa.
En los últimos meses, la compañía estatal de comunicaciones, Etecsa, puso en marcha un plan con el que pretende extender internet en los hogares del país.
Los críticos señalan que el costo sigue siendo demasiado elevado y la velocidad de la conexión, muy lenta. El nuevo presidente de la isla se refirió al problema de la red el pasado febrero.