Cristina Fernández de Kirchner no estará este domingo, por orden de sus médicos, en el hotel NH que está en las inmediaciones del Cabildo para hacerse cargo de la derrota del oficialismo nacional en los principales distritos electorales del país, que fue presagiada por las elecciones primarias de hace diez semanas.
Las cámaras de televisión y todos los medios enfocarán su atención en Daniel Scioli, el gobernador bonaerense, porque ni Martín Insaurralde ni Daniel Filmus, quienes encabezan las listas del kirchnerismo en la Provincia y en la Capital Federal respectivamente, podrán celebrar un triunfo sobre sus rivales. Tampoco podrá festejar el Frente para la Victoria en Santa Fe, Córdoba y Mendoza, donde la oposición se repartirá el grueso de los votos.
Scioli, a quienes todos le reconocen su obstinación y paciencia infinita en la construcción política, aceptó el desafío de ponerse la campaña de "la madre de todas las batallas" al hombro antes de que la Presidenta tuviera que ser intervenida quirúrgicamente y debiera salir de la escena política para hacer estricto reposo.
Lo hizo por una sencilla razón de supervivencia política. Pretende el apoyo de la Casa Rosada en el tramo final de su segunda gestión y que todo el peronismo oficialista se ordene progresivamente detrás de su candidatura presidencial. Y necesita, por otro lado, reducir el impacto de la aparición de esa nueva figura de la política argentina que es Sergio Massa, quien desde el mismo territorio, la Provincia, busca erigirse en candidato presidencial de un peronismo reciclado, es decir, del post-kirchnerismo.
Todo hace prever que Scioli y Massa pelearán, hipotéticamente, por el mismo electorado en 2015 mientras la Presidenta se tomará su tiempo para elegir a quién impulsar como su sucesor (Scioli o algún referente más cercano a Olivos como Sergio Urribarri o Jorge Capitanich).
Cristina Kirchner cumplirá el domingo tres años en la soledad del poder porque fue el 27 de octubre de 2010 cuando Néstor Kirchner falleció sorpresivamente en El Calafate. Esta semana, la Presidenta fue sometida a estudios cardiológicos en la Fundación Favaloro mientras aún se recupera de la operación en la que se le drenó un hematoma que tenía en el cráneo producto de un accidente doméstico el día posterior a las elecciones primarias.
Según indicaron los portavoces de la Casa Rosada, la Jefa de Estado se mantiene ajena a los últimos acontecimientos de la vida política argentina, como el nuevo choque -el sábado pasado- de una formación del tren Sarmiento en la estación de Once que, por suerte, no dejó víctimas fatales. A pocas horas de las elecciones, el ministro Florencio Randazzo tuvo que anunciar que el Sarmiento será íntegramente estatizado, decisión que -afirmó- no tomó la mandataria.
Resguardada de las malas noticias, Cristina Kirchner podrá desentenderse este domingo de los resultados electorales adversos. Ya consiguió que Scioli sea quien ponga la cara bajo la promesa de dejarlo llegar a 2015 sin ponerle trabas políticas y económicas a su administración provincial y tentándolo con darle el apoyo decisivo a su candidatura presidencial (al revés de lo que pasó cuando Carlos Menem debió aceptar que Eduardo Duhalde sea el candidato en 1999 en una puja que deterioró las chances del peronismo).
Pero la Presidenta también necesita sobrevivir políticamente. La apuesta de Cristina Kirchner es conservar la mayor porción de poder luego del inminente traspié electoral para tener capacidad de seguir incidiendo en la política pre y post 2015. En su entorno se entusiasman con dos hechos: (creen) que en 2014 la economía tendrá un comportamiento un poco mejor a la de 2013 y (sostienen) que las encuestas todavía indican que casi la mitad de las opiniones se inclinan por una percepción positiva de la mandataria.
Fue por ello que se decidió, después de las PASO, "provincializar" las campañas del Frente para la Victoria para que sean los referentes territoriales los responsables de los resultados de este domingo. Al revés de 2011, cuando su nombre arrastraba hacia arriba incluso a candidatos perdidosos o ignotos.
El PJ mendocino no es ajeno a todos estos movimientos, pero sigue enfrascado en una batalla sorda entre los distintos sectores incluso en las vísperas de las elecciones. La pelea no es por ver quién gana por más en su territorio sino por ver quién pierde por menos ante el desastre que dejará el huracán de Julio Cobos.
Cuando faltaban algunas semanas para las elecciones de este domingo, las conversaciones del peronismo mendocino pasaban insólitamente por el reparto del poder que se dará en los próximos meses cuando deban cambiar las autoridades partidarias. La puja sin cuartel de La Corriente, el sector que conduce Carlos Ciurca, con los azules de Juan Carlos "Chueco" Mazzón sin dudas interfirió en la campaña y dejó como rehén al gobernador Francisco "Paco" Pérez quien, como le pasó a Celso Jaque cuando gobernó la provincia, no ha podido conducir al peronismo -un movimiento verticalista, en teoría- desde la Gobernación.
El peronismo mendocino tiene decidido correrse hacia el sciolismo, no observa en rigor muchas más posibilidades. En primer lugar porque ni Pérez, ni Ciurca ni los intendentes se animan a pasarse al post-kirchnerismo porque dependen de los fondos discrecionales que envía la Casa Rosada a los distritos amigos.
En segundo lugar, porque ven a Scioli como un candidato más cercano al gusto de los mendocinos, como un hombre de gestión que evita las polarizaciones y caer en el maniqueísmo tan propio del cristinismo. Sergio Massa, en cambio, es una incógnita para los caciques del PJ vernáculo, que están ansiosos por ver cómo el intendente de Tigre construirá poder, envuelto en las banderas de la oposición, luego del espaldarazo que tendrá este domingo en las urnas bonaerenses.
Sólo si observaran una corriente de opinión muy amplia del electorado mendocino hacia Massa habrá quien se anime a sacar los pies del plato. El PJ mendocino ya demostró ser lo suficientemente conservador como para no arriesgarse demasiado y lo suficientemente pragmático para acomodarse a tiempo cuando el poder cambia de manos.
Como viene pasando desde que llegó a la Vicegobernación, fue Ciurca quien anticipó la jugada del PJ local que, aún dividido, coincide en ver a Scioli como refugio. Por las páginas de este diario propuso la fórmula Scioli-Pérez para 2015, algo que sorprendió a muchos debido a que "Paco" venía insistiendo con ser pura y exclusivamente un soldado del cristinismo.
Se sabe: hay todo un sector del cristinismo que nunca quiso a Scioli y que espera ansioso que pasen estos comicios para romper la unión transitoria que la Rosada armó con La Plata para enfrentar la difícil parada electoral.
Pero algo cambió para Pérez después de las PASO. Al salir su administración derrotada de esa gran encuesta que fueron las primarias, su futuro político en el kirchnerismo quedó menguado sobre todo porque hay dirigentes provinciales que además de ganar son mandamases reales en sus territorios como los mencionados Capitanich, Urribarri y José Alperovich.
Por eso mismo, la semana que viene o la próxima, Pérez recibirá a Scioli en Mendoza para firmar un convenio con la ART del Banco Provincia. Asegura que la visita del hombre que este domingo enfrentará el resultado de las elecciones en nombre de la ausente Cristina Kirchner no debería leerse con connotaciones políticas.
Pero, en verdad, se trata de una foto esperada por todos en el PJ local: mostrarse con una figura importante que pueda amparar a los peronistas mendocinos durante el difícil tránsito que demandará la transición a 2015 sin un miembro de la familia Kirchner como nomenclador de alianzas y posicionamientos.
Hay más: todas las voces del PJ mendocino creen necesaria una figura moderada como la de Scioli para enfrentar la eventual candidatura presidencial de Cobos. Un 2015 con el ex radical K como atracción de una lista nacional que se proponga superar el desgaste del modelo económico y político del Gobierno nacional es el gran fantasma que anida en las cabezas de todos en un peronismo que sabe que tres de las cinco veces que llegó a la Gobernación desde el retorno de la democracia lo hizo adhiriéndose a una boleta presidencial triunfadora.