La vida dentro de un hospital no es fácil, sobre todo si uno es el paciente internado, afectado por un virus desconocido, en medio de una pandemia. La incertidumbre, el aislamiento, el temor de no saber qué pasa y que la única certeza sea que los demás tampoco saben, son algunas de las situaciones por las que pasa día a día quien está infectado con coronavirus.
María (nombre ficticio para resguardar su identidad) estuvo 25 días internada, luego de recibir el diagnóstico positivo para Covid-19, del que se recuperó sin consecuencias. Antes había estado resguardada en su casa para cumplir la cuarentena luego de volver de un viaje por el Caribe.
El comienzo de los síntomas implicó dolor de garganta moderado, tos y febrícula. Casi inmediatamente comenzó "una astenia (debilidad física) importante, dolor de cabeza, perdí el olfato y el gusto", cuenta.
Había estado en República Dominicana. "Pasé por cinco aeropuertos (Punta Cana, Santo Domingo, Panamá, Ezeiza, Jorge Newbery y Francisco Gabrielli) para volver a Mendoza. Cuando llegué estaba el protocolo de la provincia, que es para felicitar. Habían dispuesto micros que iban con escolta policial y te llevaban hasta tu casa para que no tuvieras contacto con nadie", recuerda.
Mientras estuvo en su domicilio, permaneció completamente sola. No quería que nadie la acompañara, para preservar la salud de sus allegados.
-¿Cómo hacías para moverte, prepararte comida?
-Es que no tenés apetito, realmente. Estaba todo el día en mi casa acostada, no te dan ganas de levantarte. Por momentos decidía levantarme un ratito, ir al sillón a ver tele, pero tenés que estar acostado todo el día. También trataba de comer algo pero todo me caía mal, así que también bajé de peso, aunque no mucho.
-¿Tuviste atención médica con los primeros síntomas?
-Sí, a los dos días de regresar comencé con los síntomas, así que llamé a mi obra social y me dieron el teléfono de un médico. A la semana me internaron en el Hospital Español.
Una vez internada en una sala común, le realizaron el hisopado correspondiente y a las 48 horas recibió la confirmación de la enfermedad. De inmediato, fue trasladada al sector de aislamiento del nosocomio, ubicado en el último pabellón del edificio, contiguo a la playa de estacionamiento.
"El pabellón donde estuve no es para internaciones largas. Yo estuve 25 días y, por el sector donde está ubicado y por la estructura del hospital, parece que es la zona neurálgica del funcionamiento. Los camiones, las entradas y salidas, las puertas vaivén que se golpean permanentemente, parecía una fábrica... Y bueno, uno necesita silencio", explicó dando a entender que no se trataba de disconformidad con el trato o el servicio.
"Había silencio de 1 a 5 de la mañana, pero ese era el tema, el descanso. Obviamente no vas a estar en el medio del hospital al lado de maternidad o los quirófanos, pero deberían buscar otro lugar porque el sueño es fundamental para la salud física y emocional", destacó.
En este sentido, también quiso reconocer el excelente trato que recibió por parte del personal de enfermería, de limpieza y los encargados de la comida que “se entregan a su trabajo, son muy amorosos y sería bueno que los felicitaran también sus jefes”.
-¿Cómo fueron esos días de internación?
-El verdadero aislamiento lo vivís ahí adentro. Porque veo que se habla del aislamiento social, pero no es lo mismo estar en tu casa que en un hospital.
Muchas entidades privadas y públicas se ocupan del impacto emocional que tiene la cuarentena en la sociedad, el estrés que sufre la gente en su casa -que nos cambió el estilo de vida de un día para el otro- pero no lo he visto enfocado para los pacientes que son Covid positivo, que somos los verdaderos aislados.
Todo eso sumado a que estamos transitando una pandemia, que es algo nuevo, desconocido. Y aunque el cuadro no sea grave, al principio no lo sabés. Durante los primeros días estás viendo si se agrava o no y ese es el verdadero aislamiento, físico pero también emocional.
-¿Por qué crees que tu caso no fue grave?
-No lo sé, supongo que al no ser persona con factores de riesgo no se me complicó. Pero la medicina no es matemática y ha habido casos (en el mundo) que no tenían afecciones previas y, sin embargo, no sobrevivieron.
-¿Qué fue lo más difícil en esos días?
-La incertidumbre. Cuesta manejarla. Es preferible saber qué pasará, aunque no sea bueno. Y lo peor es que nadie sabe cómo es. El apoyo de la familia y de las amistades ayuda mucho, pero por momentos se hace muy difícil.
-Cuando empezás a recuperarte, ¿cómo es el protocolo?
-Lo que ocurre es que clínicamente podés estar bien, sentirte sano, pero te siguen dando positivo los hisopados y, hasta no tener dos negativos, no te podés ir a tu casa.
Cuando es positivo tenés que esperar una semana para que te hagan otro, más los dos días hasta que llega el resultado. Si es positivo de nuevo, otra vez lo mismo hasta que da negativo. Con ese primer resultado negativo esperan 24 horas y te hacen otro hisopado. Si también es negativo, te dan el alta.
María permanece en su casa y recuerda los días de encierro: "A veces, cuando podía, aprovechaba un rayito de sol que entraba por la ventana. Son cosas que se valoran mucho y que, si no las viviste, no las podés entender".
Ya completamente recuperada piensa en lo vivido y lo que queda por delante: "Mi vida ahora es normal, no me quedaron secuelas", responde entre tranquila y feliz. "Lo único que quiero es superar todo esto", concluye.