Aunque muchas veces se cuestiona la calidad de la educación que da la escuela, lo cierto es que no pierde la valoración positiva que implica su impacto sobre las oportunidades que abre.
Una encuesta puso en evidencia que en los barrios de menores ingresos las familias tienen una percepción positiva de la escuela. Esta es percibida como una institución que mejora las oportunidades laborales y base de una posible movilidad social.
Según un trabajo realizado por el Observatorio Argentinos por la Educación 9 de cada 10 familias (89%) consideran que las posibilidades de sus hijos/as de conseguir empleo crecen si terminan el colegio secundario. Adicionalmente, las familias destacaron la importancia de que sus hijos e hijas reciban formación profesional, laboral y de oficios durante la secundaria.
Los datos surgen del informe “¿Qué esperan de la educación las familias de los barrios populares?” realizado junto a la Secretaría de Integración Socio Urbana del Ministerio de Desarrollo de la Nación.
Una encuesta publicada en agosto por Unicef expresó que los padres de los diversos segmentos socioeconómicos participantes en general, hacen cuestionamientos pero no dejan de considerar como positiva la educación.
Allí, 23% de los hogares opinó que no se está pudiendo avanzar con los contenidos pendientes pese a que hay iniciativas de apoyo escolar. Además, 50% de los hogares considera que los niños y niñas terminarán sus estudios con menos aprendizajes de los que deberían haber logrado y los niños y adolescentes coinciden con esa mirada. Esto genera miedo sobre cómo va a ser el desempeño a futuro y su transición hacia la vida adulta.
Pero por otra parte, un trabajo del mismo observatorio publicado también en agosto concluyó que 9 de cada 10 familias tienen una valoración muy positiva de la experiencia educativa de sus hijos. El abordaje se hizo en escuelas primarias. Por el contrario, solo la mitad (52%) cree que esa situación se replica a nivel general. Además, cuánto más alta es la formación, más baja la valoración.
La educación publica abre esta oportunidad para todos los chicos aunque hay condicionantes.
“La escuela sigue siendo sinónimo de ascenso social. Un 90% de familias de los barrios populares de nuestro país consideran que su hijo/a va a tener más posibilidades de conseguir trabajo si termina el secundario”, señala Paulina Calderón, exministra de Educación de San Luis. Y agrega: “Llama la atención que alrededor de un 40% (de primaria y secundaria) que asiste más de 4 horas diarias manifiesta no recibir ningún tipo de servicio alimenticio, ni desayuno, ni merienda, ni almuerzo”.
Qué aporta la escuela
La enseñanza de oficios, idiomas y actividades vinculadas con el mundo del trabajo aparece entre las principales demandas de las familias encuestadas. Educación Sexual Integral, arte y deporte también son mencionados en los reportes ante la pregunta sobre qué les gustaría que la escuela les enseñara a sus hijos/as.
El informe se basa en una encuesta de alcance nacional que incluyó 540 familias de barrios populares con hijos e hijas en la escuela primaria y secundaria. Por medio de la encuesta y de un estudio etnográfico, se buscó identificar las demandas y expectativas de estas familias respecto de la educación de sus hijos/as.
“Los sectores populares mantienen la fe en el valor de las titulaciones para que sus hijos tengan acceso al mercado de trabajo. Sus demandas sobre la escuela están asociadas a esta expectativa: quieren computación, inglés, arte y oficios. Supongo que dan por sentado que la escuela les proporcionará los recursos básicos de la cultura como la lectoescritura y las matemáticas. Son esperanzas y expectativas totalmente razonables y fundamentadas en un sentido común que se conformó en el seno de una sociedad que proporcionaba una relación casi automática entre educación y empleo. Hoy los vínculos entre estos dos términos son más complejos y requieren cambios en los dos términos de la ecuación”, reflexiona Guillermina Tiramonti, investigadora de FLACSO.
Lo cierto es que la escuela es la oportunidad para acceder a recursos que quizás de otro modo no obtendrían.
El acceso a libros en el hogar se ha mostrado que es un condicionante de buen desempeño pero en los sectores de bajos recursos están preocupados por el sustento esencial y claro, estos no abundan ni suele existir el hábito de la lectura. También lo es el nivel educativo de las familias.
Silvina del Pópolo, directora de Planificación de la Calidad Educativa , refirió en cuanto a cómo incide el nivel educativo de la familia: “Creemos en la valoración de lo escolar, que también se asocia a la asistencia, en un hogar en que se valora la propuesta escolar los chicos tienen mayor asistencia, termina siendo determinante la familia”. En ese sentido destacó que esas familias motivan más.
Hay una contracara en todo esto: cada vez son más las familias a las que les cuesta cubrir sus necesidades con sus ingresos, se conoció que la pobreza ascendió a 43%, según datos de la Universidad Católica Argentina. En ese contexto los más afectados son niños y adolescentes. Estos condicionantes afectan el desempeño y el acceso. En las escuelas, y también lo expresó la organización internacional, son cada vez más los adolescentes que deben incorporarse al mercado laboral para colaborar con los ingresos insuficientes de su familia. Esto en muchos casos redunda en deterioro del desempeño y abandono escolar.
Las condiciones socioeconómicas, asociadas a la inflación, la reducción del poder adquisitivo y dificultades en el mercado de trabajo han determinado que uno de cada tres hogares (36%) no pueda cubrir sus gastos corrientes y el 50% no puede solventar los gastos escolares, entre ellos la compra de libros y útiles.
Condiciones
El 35% de las familias señala que la infraestructura de la escuela a la que asiste su hijo/a se encuentra en condiciones regulares y el 50% afirma que está en buenas condiciones; el 13% restante percibe malas condiciones. Las cuestiones relativas a mejoras de infraestructura más mencionadas son la calefacción (40%) y los baños (39%). Otros reclamos frecuentes son la necesidad de más aulas, espacios de recreación, mayor mantenimiento y seguridad. En relación con la conectividad, casi 7 de cada 10 familias (68%) informan que las escuelas de sus hijos/as tienen conexión a internet.
Por otra parte, el informe explora aspectos relativos a los servicios alimenticios en contexto escolar. Según los reportes, la mayoría de los estudiantes solo recibe una comida liviana en la escuela (desayuno o merienda). En primaria, solo el 10,4% de los estudiantes que van 4 horas o menos reciben almuerzo, mientras que ese porcentaje aumenta a 62,1% en el caso de los que van más de 4 horas. En el nivel secundario, los reportes señalan que reciben almuerzo el 25,2% de las y los que asisten 4 o menos horas y el 25,9% que asisten más de 4 horas.
Cabe señalar que la Dirección General de Escuelas ha ampliado el acceso a jornada extendida lo que incluye alimentos y Mendoza es una de las provincias con mayor cobertura.
Otro de los datos destacados del informe indica que la elección de escuela por parte de los grupos familiares se basa, principalmente, en la cercanía: el 55% de las personas encuestadas menciona esa razón, mientras que el 15% menciona que eligió la escuela por “buenas referencias”. Además, 7 de cada 10 familias (70%) declaran que su hijo/a tarda habitualmente menos de media hora en llegar a la escuela.
“Hay que pensar la educación de forma integral. Desde el jardín hasta el secundario; y el acceso al mundo del trabajo, que es el sueño de todas las familias. Debería haber algún dispositivo que acompañe a los jóvenes en el acceso a su primer empleo o su primer trabajo. Porque el estudio les genera más gasto (transporte, insumos, indumentaria, etc) a esos pibes y en todo caso también a sus familias”, reflexiona Estefana Rodríguez, maestra y vecina de un barrio popular. Y añade: “Al problema generalizado de la falta de empleo, se le suma que en los barrios populares, aunque muchos terminamos la primaria y la secundaria, es difícil acceder a un trabajo con todos los derechos garantizados”.