A pesar de que en el 2021 la escolarización de los jóvenes experimentó una mejora con respecto a años anteriores, los jóvenes de 18 a 24 años excluidos del sistema educativo representan a más de la mitad.
Además, un cuarto de ellos no estudia ni trabaja, por lo que son doblemente excluidos (de la educación y del mercado laboral).
El porcentaje de mujeres que se encuentran doblemente excluidas, es decir que no trabajan ni estudian, es 10 p.p. mayor que sus pares varones. Un elemento a destacar es que los jóvenes pertenecientes a hogares pobres vienen mejorando su inserción educativa a lo largo de los años, logando aumentar casi 9 p.p. entre el 2017 y el 2021. Esto significó una reducción en los indicadores de los que solo trabajan y de los que no estudian ni trabajan.
Los jóvenes que no estudian ni trabajan de los estratos obrero integrado y trabajador marginal, a pesar de no haber experimentado un agravamiento de esta situación en pandemia, son los que presentan un mayor déficit (45,5% y 32,9% respectivamente) a lo largo de todo el periodo analizado.
Por último, a pesar de haber disminuido su proporción en la post pandemia por la búsqueda de trabajo, alrededor de 2 cada 10 jóvenes de hogares de estrato trabajador marginal no estudiaron ni trabajaron ni buscaron empleo en el 2021.