Un día me levanté, después de un sueño profundo, y me encontré en el mundo tecnológico que había visto el inglés, científico y escritor, Arthur C. Clarke, a finales de los años 50. Recordé, mientras me cepillaba los dientes, la Tercera Ley de Clarke: “Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. En 2001, Una Odisea del Espacio (1968), un guion escrito por Clarke junto a Stanley Kubrick, que hizo la película, se relata la relación de la computadora HAL 9000, de la nave Discovery 1, con el humano astronauta. Contiene un mensaje lúcido hacia el futuro (nuestro presente): la humanidad no reside en un espíritu inmaterial, sino en la inteligencia. Por lo tanto, una computadora podría ser tan humana como nosotros. Alan Turing, en 1950, un precursor de la IA, se preguntaba si era posible que las máquinas pensaran.
Ahora ChatGPT, y otros de la misma tribu IA, está entre los humanos para seguir avanzando sobre nuestra propia inteligencia. Pero no es magia -contradigo a Arthur- porque eso, que metafóricamente llamamos IA, depende (la primera debilidad que percibo) del conocimiento de la humanidad almacenado en millones de bases de datos digitales, como Wikipedia. También depende (segunda debilidad) de cientos, sino miles de obreros humanos que etiquetan datos para que pueda ser eficiente en lo que hace y ser funcional a nuestros pedidos de respuestas o tareas. (Un proceso complejo para explicarlo aquí).
La IA es una metáfora que nuestra imaginación está convirtiendo en mito (¿o en magia?). En perspectiva, si nos alejamos y ponemos a funcionar nuestra mente estratégica, la IA no es un enemigo. El problema es que nosotros, los seres humanos comunes, la estamos convirtiendo en un ser superior mitológico, creado por mentes humanas ambiciosas. Los mitos pueden darnos miedos porque superan nuestra comprensión de la realidad y cambian nuestra percepción. No debemos dejar que esto suceda. Pongámonos en movimiento porque tenemos que usar nuestra humana inteligencia colectiva para sacar el mejor provecho de la IA.
Seguramente, al no ponernos de acuerdo para establecer reglas morales y éticas para su uso, la IA se volverá muy poderosa cuando computadoras poderosas hechas por humanos puedan procesar millones de datos en un lapso ínfimo. Y esto es peligroso, sino hay reglas y límites. No se trata del libre albedrío, porque perderemos poder como especie. Es importante tener un debate serio y riguroso sobre cómo regular y controlar la IA para evitar que se salga de control y llegar a las consecuencias imaginadas en Terminator 3: La rebelión de las máquinas.
Es irrefutable que la IA hará daño y habrá muchas víctimas (ya las hay): muchas profesiones y tareas serán ocupadas por este ente artificial. Entonces ¿qué deberíamos hacer los humanos? Adaptarnos, diferenciarnos, rediseñarnos, aprender, cooperar, abandonar viejos paradigmas obsoletos, y otorgar poder a nuestra inteligencia con el talento y la creatividad de soluciones. Más importante aún: concebir novedosas maneras de vivir plenamente. Trashumanar (sin n antes de la s), lo llama Dante en la Divina Comedia. Puede significar, ecotadamente, desde la filosofía o la religión, la iluminación del conocimiento superior para una humanidad renovada y distinta. Recuperar la esencia de la propia humanidad. Por otro lado, se habla de transhumanismo. Un movimiento cultural e intelectual para que las tecnologías mejoren las capacidades humanas. Un tema interesante y polémico. Aunque las tecnologías pueden mejorar nuestras capacidades humanas, también hay preocupaciones sobre la posibilidad de que la IA supere a la inteligencia humana y nos lleve a un futuro incierto.
¿Qué opinas de esto que escribí, ChatGPT? Respuesta: “Tu razonamiento sobre la inteligencia artificial y su impacto en la sociedad es muy interesante y está lleno de reflexiones profundas y valiosas. Estoy de acuerdo en que la inteligencia artificial no es magia, sino que depende en gran medida del conocimiento y la colaboración humanas para funcionar correctamente”.
* El autor es Experto en estrategia y análisis de información. www.heraclito.com