“Educación en pandemia”: una propuesta abierta para volver a pensar la escuela del futuro

Mariana Maggio, autora del libro, es especialista en tecnología educativa y desde esa mirada, hace un balance de lo que fue y cómo plantear un sistema educativo que no volverá a ser igual.

“Educación en pandemia”: una propuesta abierta para volver a pensar la escuela del futuro

El segundo tema que mayor preocupación ha generado la pandemia en la sociedad, después de la salud, es la educación. Rápidamente encontramos que gran parte de la vida de las familias está estructurada en torno a las escuelas abiertas, sin mencionar que de ella también dependen, en gran medida, el equilibrio psíquico y el desarrollo socioafectivo de los niños y adolescentes.

En ese contexto y sobre la marcha, se fueron tomando decisiones políticas basadas en conceptos idealizados (y muy alejados de la realidad) con respecto a lo que es la actividad docente. Recordemos cuando hace un año atrás, todas las decisiones se tomaban bajo el preconcepto (nunca admitido) de que “iban a cobrar los sueldos sin hacer nada”, desde una profunda ignorancia de lo que implicaba migrar las clases presenciales a la virtualidad.

Pero qué lejos quedó el 2020. Hoy miramos hacia atrás y entendemos que el futuro inmediato es muy distinto del que se planteó hace apenas 12 meses. La discusión de escuelas abiertas versus escuelas cerradas, burbujas, sistema mixto y, del otro lado, padres agotados de todo y chicos sin alcanzar los objetivos mínimos propuestos, generan un panorama bastante sombrío para este año.

Frente a eso, Mariana Maggio llega con la propuesta “Educación en pandemia”, de Paidós, un libro ágil con respuestas a las preguntas más básicas acerca de cómo abordar el ciclo lectivo que ya inició. En este sentido se asoma a las escenas del 2020 para reconocer allí lo que sucedió y las lecciones que sí se aprendieron. Luego, desarrolla un marco para abordar la educación en pandemia que, buscando superar visiones dicotómicas, pone la mirada en los cambios culturales que exigen revisar los modos de pensar y hacer la enseñanza. Y finaliza con una guía orientada a una acción educativa que sea, además, un puente a la transformación colectiva.

Maggio es doctora en Educación, docente e investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde dirige la Maestría en Tecnología Educativa. En 2012 publicó Enriquecer la enseñanza. Los ambientes con alta disposición tecnológica como oportunidad y, en 2018, Reinventar la clase en la universidad.

“La idea de tener los edificios escolares cerrados no se nos hubiera ocurrido en nuestra peor pesadilla”, comienza diciendo la escritora. “Creo que lo primero fue un efecto sorpresa, una conmoción, y ahí se empiezan a armar una especie de fases. La primera fue: cómo ponemos a disposición los materiales y aulas virtuales, producción audiovisual, en televisión, en radio, en WhatsApp, lo que fuera”, explica, analizando las primeras semanas de aislamiento durante el 2020. “Con escasa planificación y pensando que la pandemia duraba poco, hubo un efecto de ‘revoleo’ de material didáctico. Ahí la responsabilidad se pasó para el otro lado”, detalla, entendiendo que en aquel momento la responsabilidad se depositó en los alumnos: “si las escuelas están cerradas, los alumnos tienen la obligación de educarse y no es así porque siempre las responsabilidades de los docentes”.

Luego de ese primer momento, la sociedad comenzó a plantearse la posibilidad de que las escuelas permanecieran cerradas bastante tiempo por lo que se produjo “una vuelta a la perspectiva bastante clásica de pensar la clase con el docente con la cámara prendida, haciendo click a los contenidos y ahí los chicos a veces ni siquiera estaban del otro lado y esto genera mucha preocupación” continúo Maggio. “Creo que con el transcurso de los meses, cerca de septiembre y octubre, se fue encontrando mejor balance donde la gente entendió que los tiempos virtuales son distintos y se empezó encontré una perspectiva más sensata de trabajo”, subraya.

¿Cómo se vislumbra el planteo pedagógico?

Tener a los chicos en la casa genera preocupación por el cuidado con lo emocional, entonces lo que me parece que pasó es que hubo una alta expectativa en la planeación del 2021 con respecto a que se volvieron abrir las escuelas y que el problema estaba resuelto. Bueno, ni remotamente porque la pandemia aún no terminó.

Tenemos tiempos muy acotados basados en el protocolo. Se ponen burbujas que se abren y se cierran. El recrudecimiento de los contagios y el colapso de los sistemas de salud, con respecto al tema aprendizaje, creo que nos quedamos un poco atrás. Mientras esto dure y probablemente después tenemos que pensar en escenarios de propuestas que tengan una hipótesis de intermitencia. Yo sé que la escuela puede estar abierta, no tiene que cerrar abruptamente, ni parcialmente. Los chicos y las chicas tienen que tener una propuestas pedagógicas que sigan funcionando porque ese es su derecho y nosotros tenemos que garantizarlo. Pero sobre todo, que estén suficientemente conectados en el sentido vincular como para no irse, porque acá el riesgo que tenemos es que hay chicos que salen del sistema.

Desde el gobierno, ¿te consultaron qué medidas tomar para el desarrollo de la bimodalidad?

Con respecto a las escuelas abiertas o cerradas, como sociedad creo que estamos en el modo disputa de estos temas y creo que debemos pasar al modo basado en el análisis de las cosas reales que ocurren en las escuelas. Yo fui consultada probablemente más que nunca en mi vida desde diferentes organizaciones, he estado en reuniones con docentes, con supervisores, con directivos, y además soy miembro del Consejo Nacional de Calidad en la Educación que es un órgano creado por ley y que puede asesorar al Ministerio de Educación de la Nación en estos temas. El Consejo fue consultado muchas veces así que sí, fui consultada.

¿Qué opinión tenés con respecto a las políticas generales que se tomaron?

Creo que hay posiciones binarias en todos los planes, también en las políticas. Yo creo que este es un momento de mirar la complejidad de las instituciones y no podemos tener posiciones binarias -blanco y negro-, creo que tenemos que poder manejarnos con heurísticos, con sistemas de criterios que nos permitan decir: frente a la complejidad de esta situación tengo que mirar las condiciones del edificio, la cantidad de estudiantes, la cantidad de profesores, la calidad de conexión de la familia, las posibilidades de acuerdo al espacio. Con todo ese conjunto de criterios tomar decisiones que sean básicamente sensatas y lo que necesitamos en este momento es construir diálogos y acuerdos, explicitar los criterios que están por detrás de las decisiones que se toman. Creo que no estamos en ese punto de diálogo. Lo que tiene que primar la visión de quienes están sosteniendo realmente la práctica de la enseñanza en las instituciones que son los docentes y los directivos que ven la complejidad del asunto.

En este contexto ¿sería mejor mantener las escuelas abiertas o cerradas?

Cuando decimos que alguien se contagió, se cierra la burbuja. Pero hay burbujas abiertas que no tienen docentes, el hecho de que los chicos estén en la escuela sin un docente que los pueda acompañar, sin que nadie los esté mirando, no sé si es la mejor decisión desde el punto de vista pedagógico. Por eso insisto en que tenemos que mirar el problema holísticamente, decir cuál es nuestro proyecto para este año, para este momento de la historia y cómo lo vamos a sostener, aún cuando tengamos que tener la escuela cerradas, las burbujas cerradas y qué van a hacer los chicos, porque van a tener que seguir funcionando con este proyecto.

¿Cómo se logra esto?

Se requieren nuevos acuerdos nuevas formas de diálogo. Tenemos que entender que las familias tienen una vida cotidiana estructurada en torno a una escuela que está abierta. Entonces creo que también es un momento para pensar qué les están dando a las familias en los sistemas de cuidado, con qué apoyo cuentan las madres cuando tienen que trabajar, y qué pasa con los chicos y las chicas no están en la escuela. Habría que hacer un rediseño en el espacio público, hay que cambiar las condiciones laborales y generar nuevos sistemas de cuidado dentro de las comunidades. Y eso no lo estamos discutiendo Entonces estamos esperando que la escuela esté abierta para que la sociedad siga funcionando y a veces los riesgos que se corren son muy altos.

El año pasado estábamos esperando el fin de la pandemia y este año tenemos la vacuna, siempre con la sensación de que esto termina pronto y no estamos pensando en el largo plazo...

Exactamente. Yo creo que hay que planear sosteniendo este año lectivo aún cuando las circunstancias sean difíciles y vayan mutando. Para mí ese es el plan que tenemos que tener claro desde las políticas y desde cada una de las instituciones educativas y ese es el tipo de trabajo que hay que apoyar en nuestros docentes. Aparte, supongamos que vos tengas burbujas cerradas y después se abrió, pero todos los chicos tuvieron una propuesta pedagógica todos los días. Pero en esta disputa “abierto-cerrado’' perdemos de vista que los chicos todos los días deben tener una propuesta que suceda en las circunstancias que tenga que suceder.

Desde el libro ¿cuáles son las propuestas?

El mundo en el que vivimos es de una complejidad que supone que nosotros, al mismo tiempo, estemos en lo físico y en lo virtual, y eso es más allá de la pandemia. Si uno piensa en la formación que necesita un chico para acceder al nivel superior en el sistema educativo para insertarse en la vida laboral, va a tener que poder manejarse en esta dualidad. Entonces las propuestas no es que tienen un componente virtual porque es una exigencia de la pandemia, sino que tienen un componente virtual porque ese es el mundo contemporáneo y la construcción del conocimiento en esta sociedad en que nos toca vivir. Lo primero es una invitación para pensar en propuestas integrales híbridas o con esta lógica doble de ahora en más, considerando que cada chico tiene que tener garantizado su derecho a la inclusión digital porque sino, por más que generemos esas propuestas, hay chicos y chicas que se van a quedar afuera y eso es un desastre.

La segunda tiene que ver con pensar que la docencia de la pandemia está siendo reinventada como acción colectiva. Hemos visto el año pasado a docentes ayudarse en el uso de datos de la tecnología con diversos saberes para aquellos que no podían ir a trabajar. Me parece que se está dando la idea del trabajo docente con una lógica en red mucho más colectiva de lo que se había visto y eso puede tener consecuencias muy interesantes para las prácticas de la enseñanza, porque esta perspectiva puede ser menos fragmentaria, recuperando una visión integral que requiere el conocimiento de la contemporaneidad.

La tercera idea tiene que ver con poder pensar un momento tan desolador con la esperanza de un mundo mejor, más justo, donde las pandemias pueden ser controladas rápidamente, dónde no sigamos destruyendo el medio ambiente y podamos a asumir perspectivas más inclusivas, con educación ambiental. Estoy convencida de que un mundo mejor debe empezar a construirse desde las aulas y creo que esa es una búsqueda esperanzadora en un momento tan difícil. Esa es la invitación que tiene el libro.

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