La voz es un medio maravilloso de comunicación y de expresión artística, pero tiene una capacidad limitada de uso, y su buena salud dependerá de cómo se la utilice y de las habilidades de cada persona.
La voz es una función del organismo a la que hay que prestar atención y cuidar tanto como al resto del cuerpo. Es vehículo del habla, del pensamiento, de las emociones y refleja el estado de salud físico y mental. Solo quien la pierde, aun por un corto período, puede darse cuenta de la dimensión que esa falta tiene en su vida diaria.
Disfonía es el término que engloba cualquier tipo de alteración de la voz. Se diagnostican numerosos problemas vocales ocasionados por mal uso y abuso de la voz, por el esfuerzo que requiere hablar con barbijo en esta pandemia, por el teletrabajo, por hablar en un ambiente con elevado ruido ambiental, por la inadecuada climatización en diversos ámbitos laborales, por los hábitos tóxicos (tabaco, alcohol y/o sustancias adictivas), mala alimentación y, sobre todo, por la demanda vocal sin preparación previa en las personas que usan la voz como herramienta de trabajo.
Esta demanda vocal es diferente según sea la actividad, pero todos precisan una técnica vocal para poder desarrollar y mantener su trabajo siempre con voz saludable.
Es común que se piense que “estar ronco” no es un tema de salud; y ante la pregunta del médico acerca del comienzo de la disfonía, muchos responden: “Mi voz es así” o “todos en mi familia somos roncos”. Ese comentario nos está indicando, en realidad, la existencia de un posible trastorno vocal hereditario o de un nocivo uso familiar de la voz, sin que nadie se haya dado cuenta.
Dada la complejidad de la producción y de la función vocal, es necesario un abordaje interdisciplinario. El médico laringólogo y el fonoaudiólogo especializado en voz trabajan en equipo para alcanzar diagnósticos y tratamientos adecuados.
Un trastorno muy común es el relacionado con el abuso vocal o con el mal uso de la voz a causa de una mala técnica fonatoria. La unión de ambos factores puede ocasionar la aparición de edema en la mucosa de las cuerdas vocales y otras lesiones orgánicas, como nódulos, pólipos, quistes y hemorragias. También es habitual diagnosticar disfonías asociadas con el reflujo gastroesofágico (RGE). En estos casos, el contenido que asciende de la cavidad gástrica y del esófago afecta a toda la laringe y, en especial, a las cuerdas vocales.
Es difícil saber cuál es la capacidad fonatoria normal de una persona pero, en promedio, suele estar en dos horas diarias para la voz cantada y en cuatro horas para la hablada. Por encima de ese tiempo, hace falta una técnica depurada para evitar lesiones.
En síntesis, una voz disfónica no es normal: está denunciando una alteración en alguna parte de su producción. Una disfonía que persiste por más de quince días debe ser examinada por el especialista.
*Médica especializada en laringología y voz. Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Italiano. iris.rodriguez@hospitalitaliano.org.ar Contenido exclusivo de Rumbos.