Después de haberle realizado implantes con células madres en China, Lucio Nazareno ya se encuentra en su casa de Tunuyán siguiendo a rajatabla el tratamiento de rehabilitación.
El niño -por quien miles de argentinos y varias figuras de nivel nacional manifestaron su apoyo a través de las redes sociales- ha presentado notables mejorías desde la cirugía. Su cuadro es irreversible pero sus papás tienen esperanzas en que logrará grandes avances en su calidad de vida.
El pequeño, de dos años, sufre de encefalopatía hipóxica. Contrajo esta enfermedad tras sufrir dos paros cardiorrespiratorios cuando pasaba por una cirugía en el Notti, a los ocho meses de haber nacido.
Los paros terminaron afectándole el funcionamiento cerebral. Debido a una complicación en su cuadro, recientemente le hicieron una traqueotomía y le colocaron un botón gástrico.
Desde que se dieron a la difícil tarea de reunir el dinero para que Lucio pudiera someterse a los implantes en China, sus papás sabían que no había chances de una cura definitiva. Sin embargo, sus expectativas se basaban en que el niño consiguiera mayor movilidad y se viera aliviado en sus dolores.
Entusiasmados con las respuestas del pequeño, Mayra y Matías comentaron que las mejorías se dejaron ver desde el primer implante de células madre.
“La kinesióloga lo sentaba y se quedaba así. Ahora está más atento al reflejo y al lugar de dónde proviene. No tiene las pupilas tan dilatadas. Sostiene la cabeza y puede tomar objetos, cosas que antes no podía hacer”, cuenta contento su papá, Matías González. Su mayor alegría fue cuando le habló a su hijo y él se dio vuelta para mirarlo.
Rehabilitación
Tras permanecer internado en una clínica por cuatro semanas en el país asiático, Lucio Nazareno regresó al país el pasado 5 de octubre. Ahora debe seguir un exhaustivo tratamiento -de lunes a sábados- con profesionales de distintas especialidades que trabajarán sobre su rehabilitación.
Además, cada dos meses la familia de Lucio debe enviar a China un informe con los avances y el estado de salud del pequeño.
“Dentro de ocho meses, en marzo, tenemos que enviarles una resonancia para que los especialistas de allá vean cómo han actuado las células. Si está todo bien, ya no tenemos que volver”, apuntó Matías.
El joven destacó que desde el principio supieron que “las células sólo aportaban el 35 por ciento de su mejoría; el 65% restante lo logrará con la rehabilitación”.
Pese a la inmensa alegría que tienen, los papás están preocupados por cuidar que Lucio no contraiga ninguna enfermedad. Sucede que el niño no puede presentar fiebre, porque las células implantadas correrían riesgo de destruirse.