Meghan Markle, la Wallis Simpson que cayó bien parada

La reina Isabel II es la reina que más ha durado en un trono europeo. Sabe que es necesario que todo cambie para que todo siga igual.

Meghan Markle, la Wallis Simpson que cayó bien parada
Meghan Markle, la Wallis Simpson que cayó bien parada

Estadounidense, mestiza, feminista, “ferozmente independiente” y divorciada: así definen a Meghan Markle, la supersexy actriz de “Suits” que la casa Windsor ha aceptado como esposa de Harry, segundo hijo del príncipe Carlos y Diana de Gales y ahora quinto en la línea de sucesión.

Hace menos de un siglo, otra estadounidense divorciada y ferozmente independiente provocó un terremoto en la Casa Real Británica, al punto que cambió la historia para siempre y acabó llevando al trono a Isabel II.

Eduardo VIII, rey del Reino Unido y los dominios de la Mancomunidad Británica, además de emperador de la India, se enamoró de Wallis Simpson.

Era estadounidense y divorciada como Markle, algo inaceptable en 1936, cuando anunció su compromiso.

El escándalo en una realeza, que sólo aceptaba vírgenes angelicales, desembocó en una catástrofe. El reinado de Eduardo duró apenas 325 días. Lo obligaron a elegir entre su mujer y la corona y abdicó.

Lo sucedió su hermano, Alberto, quien no estaba preparado para reinar y tuvo que superar la timidez, la tartamudez y acabó muriendo joven y estresado.

Alberto, convertido en Jorge VI, era el papá de quien luego sería Isabel II, la sobrina que nunca imaginó que se convertiría en reina y que duraría más que la mismísima Victoria, la monarca que marcó una era.

Isabel II y su hijo Carlos quedaron marcados por ese sacudón institucional. Carlos, incluso, se hizo íntimo de su tío cuando creció, y se dio cuenta de cómo había sufrido por amor el hombre que pasó su vida en las sombras y retirado.

Ahora, a menos de un siglo, entra en escena Markle, una mujer que en 1936 hubiera hecho estallar todo, a la que incluso los fans de la serie en Netflix han visto desnuda.

Pero Isabel II, marcada por el drama familiar de su tío, sabe cómo adaptarse a los tiempos. No por nada es la reina que más ha durado en el trono.

La actriz de 36 años no sólo carece de el aura de angelical y virgen, sino que además es mayor que Harry, sobrino nieto del abdicado Eduardo.

La familia real, lejos de hacerlo elegir o de desterrarlo de la dinastía Windsor, condenó en un comunicado “el sexismo” y “el racismo” contra Meghan en las redes sociales, porque la chica además de divorciada y “hot” es descendiente de afroamericanos y aparece en algunos videos subidos de tono en internet.

Meghan estuvo casada en primeras nupcias con un productor de cine, del cual se separó en 2013.

Penny Junor , la biógrafa del segundo hijo de Lady Di, dice que hasta el mestizaje será positivo para la corona que más popularidad y vigencia tiene en Europa, la que logró sobrevivir a todo.

“Esto demostrará que Harry es un hombre profundamente moderno, a la altura, y no una criatura extraña venida de otro planeta”, afirmó.

Isabel II, de 91 años, supo superar la muerte de Lady Di, el casamiento de su hijo con la también divorciada y amante de toda la vida Camilla Parker Bowles y ahora acepta de buena gana el matrimonio de su nieto con una mujer que en la época de Wallis y Eduardo hubiera provocado otro quiebre.

Tal vez sea la política que mejor sabe aplica la memorable frase del personaje de Tancredi en la obra maestra de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, “El Gatopardo”, que refleja la lucha de la aristocracia italiana por no caer en desgracia: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.

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