La última audiencia, ya que debido a la feria judicial no habrá más encuentros hasta el lunes 28 de julio, tuvo dos testimonios. Uno de una víctima directa, como lo fue Roberto Marmolejo, y el otro, en la presencia de Silvia Pagés, esposa del periodista sanrafaelino Santiago Illia, que desde 1976 figura como desaparecido.
Marmolejo, estudiante de Ingeniería Química en la Tecnológica, anticipó que tenía lagunas de memoria debido a tres accidentes, pero después se extendió en su declaración recorriendo sus detenciones y su paso por los calabozos de diferentes comisarías, hasta la llegada al D2.
Con relación a la lucha universitaria, donde había grupos de ultraderecha, recordó que durante una asamblea, entre 400 estudiantes sólo uno, "Paul Burlot, fue el que votó por la toma de la universidad y lo hizo con el clásico saludo nazi".
Si bien durante los encierros clandestinos permanecían generalmente con los ojos vendados o encapuchados, con el fin de hacerles perder toda noción de espacio y asegurarse que no reconocieran a sus torturadores, el testigo declaró que alcanzó a ver a uno de ellos y lo identificó con nombre y apellido: Celestino Lucero, detenido y acusado del homicidio de Francisco “Paco” Urondo.
Submarino seco
En la continuidad de su testimonio, Marmolejo contó que en el D2 “fui brutalmente golpeado y torturado”, recordando especialmente “los simulacros de fusilamientos” y el “submarino seco”, que consistía en que le colocaban una funda plástica en la cabeza hasta hacerle casi perder la conciencia. También hizo referencia a otro torturador: el suboficial de la Policía Federal Daniel Osvaldo Calegari.
Con relación a los estudiantes muertos, recordó a Mario Susso y Susana Bermejillo, esposa de Juan Carlos Carrizo, al que no pudieron encontrar. Su encierro continuó en el penal de La Plata.