El Tribunal y las partes intervinientes en el “Megajuicio” dejarán hoy, por algunas horas, la sala de debates del primer piso del edificio de Pedro Molina y España y recorrerán, una vez más, las dependencias del D2 en el Palacio Policial.
Con esta nueva visita se tratará de determinar otros lugares, aparte de los ya conocidos calabozos y la sala de torturas, donde estuvieron alojados tanto hombres como mujeres, muchos de los cuales continúan como desaparecidos.
Para mañana la actividad también estará centrada fuera de los Tribunales Federales, cuando se constituyan en el penal de Boulogne Sur Mer, donde casi la totalidad de los detenidos durante la última dictadura fueron alojados.
Denuncias
El “Megajuicio”, en la última audiencia tuvo varios testigos, pero hubo dos hechos significativos y que tuvieron relación a las compulsas para que se investigue por un lado el abuso sexual contra hombres que estuvieron alojados en el D2 y otra por falso testimonio contra una de las testigos.
Ambos reclamos judiciales fueron recepcionados por los jueces Alejandro Piña, Raúl Fourcade y Juan Antonio González Macías, pero como ya lo declaró el Tribunal, la resolución será dada a conocer a la finalización del debate.
En una extensa jornada el Tribunal, con preguntas de la fiscalía, escuchó el testimonio de Juan Carlos González y Héctor García, uno chofer de ómnibus y el otro empleado en el ex Banco Mendoza, en los años ‘70.
Y ambos relatos estuvieron referidos al paso por el D2, donde fueron torturados y después llevados a la Comisaría 6° de Capital, días antes de la visita que hizo a Mendoza el por entonces presidente de facto, Jorge Rafael Videla, con la advertencia previo al traslado de que: “Si llega a haber un atentado, ustedes son boleta...”.
Por su parte Eduardo Becerra quien fuera estudiante de la escuela de Periodismo, por primera vez en estos treinta y tantos años, se presentó ante un Tribunal.
El hoy licenciado en Comunicación fue interrogado por el querellante Pablo Salinas. Habló de sus compañeros militantes, se emocionó por los siete compañeros desaparecidos y también tuvo insultos para los genocidas.
Después, se sentó como testigo Alicia Morales, que estaba casada con Juan José Galamba. Ambos militaban en la Juventud Universitaria Peronista y junto a Jorge Vargas y María Luis Sánchez (ambos de San Juan) vivían en una casa de la calle Rodríguez de Capital.
De su relato se desprende que, junto a María Luisa y los hijos de ambos, fueron detenidas en junio del ‘76 y en el D2 fue torturada. También contó que Josefina, una nena de 5 años, hija de María Luisa, fue “obligada” a presenciar en ese lugar las torturas que le hacían a su padre, el abogado sanjuanino Jorge Vargas y que actualmente figura como desaparecido.
Esta nena fue entregada posteriormente a sus abuelos maternos y murió en un accidente doméstico.
Dos compulsas a resolver
Salinas le pidió al Tribunal que se investiguen las denuncias de abuso sexual cometido contra los hombres detenidos en el D2, lo que marcaría un hecho sin antecedentes, toda vez que hasta ahora las acusaciones han involucrado sólo a mujeres.
Por su parte el abogado Ariel Civit, tras la declaración de Alicia Morales, le pidió al tribunal que la testigo sea imputada por el delito de falso testimonios. Su reclamo se basó, fundamentalmente, en el hecho de que pese a que sus padres la vieron al otro día de su detención y fue visitada en distintos penales, dijo que Otilio Romano les había dicho que “no la busquen más....”.