Mediterráneo: descubrimientos arqueológicos diseñan antiguas rutas marinas

Los restos de veintidós naufragios, acontecidos entre 700 aC y 600 dC, abren a la arqueología la posibilidad de ampliar su conocimiento sobre rutas comerciales y tecnología de navegación en el Mediterráneo Oriental de aquellas épocas.

Mediterráneo: descubrimientos arqueológicos diseñan antiguas rutas marinas

Una ola de naufragios encontrados recientemente cerca de un grupo de islas griegas ha dado a los investigadores nuevo conocimiento sobre la evolución de rutas comerciales y tecnología de navegación en el Mediterráneo Oriental. Y con más exploración planificada, sigue siendo posible que se den aún más descubrimientos.

En setiembre, durante un lapso de dos semanas, pistas de pescadores locales y de buzos de esponjas llevaron a un equipo de arqueólogos griegos y estadounidenses a la ubicación precisa de 22 naufragios en un área de 44 kilómetros cuadrados alrededor del archipiélago de Fourni, al oriente del Egeo.

El hallazgo es notable tanto por el gran número de naufragios en un área chica como por el rango de períodos a los que pertenecen las embarcaciones.

El naufragio más viejo data del período Arcaico (700-480 aC), mientras que el más reciente es del período Medieval Tardío (siglo XVI dC). También se encontraron barcos del período Clásico (480-323 aC) y del período Helénico (323-31 aC), aunque la mayoría -12 de los 22- navegó y se hundió en algún punto durante el período Romano Tardío (300-600 dC). “Es un área extremadamente rica”, dice el director griego George Koutsouflakis, arqueólogo de la Superintendencia Helénica de Antigüedades Submarinas.

Encontrar 22 naufragios en apenas dos semanas es increíblemente raro, pero es probable que haya más descubrimientos en el área; el equipo ha sondeado apenas 5 por ciento de las costas de Fourni, y los pescadores locales les han dado más pistas.

Todos los barcos eran navíos comerciales que recorrían una ruta que conectaba a Anatolia, Samos y la región del mar Negro con Rodas, Chipre e incluso Egipto. Los barcos de madera generalmente se pudren bajo el agua o son comidos por gusanos de mar.

Pero su cargamento (antiguos jarrones de arcilla para almacenaje llamados ánforas) sobrevive. Cada barco llevaba cientos de ánforas. Al analizar el tamaño y forma de los jarrones, los arqueólogos pueden inferir cuándo y dónde fueron hechos.

Análisis de residuos o ADN confirmarán su contenido, pero los productos primarios no están en duda. “A partir de naufragios comparables y sitios terrestres, sabemos que los tres principales productos habrían sido aceite de oliva, vino y salsa de pescado”, dice Jeffrey Royal, codirector de la Fundación Náutica RPM, basada en Florida.

Estos artículos a granel probablemente fueron almacenados en las ánforas más grandes, mientras que las más pequeñas pudieron haber tenido jaleas, frutas, miel, avellanas, almendras y productos de lujo como perfumes.

En el período Clásico, muchas tripulaciones mercantes estaban integradas por entre 10 y 15 marineros. Para el período Romano Tardío, avances en tecnología de navegación, como las velas latinas que iban de proa a popa, redujeron las tripulaciones a entre cinco y siete personas. Al contrario de los famosos barcos de guerra griegos y romanos conocidos como trirremes, los barcos mercantes más chicos derivaban poder principalmente de las velas y no de filas de remeros.

Algunos de los barcos de alrededor de Fourni parecen haberse topado con tormentas repentinas y vientos fuertes que los aplastaron contra acantilados y formaciones rocosas en aguas bajas. “Se puede ver el patrón espacial de los sitios y reconstruir una historia posible sobre lo que pasó”, dice Peter Campbell, codirector del proyecto de la Universidad de Southampton.

“Pareciera que algunos fueron anclados detrás de acantilados para protegerse de un viento del noroeste, pero esto los hizo vulnerables a un viento del sur que los empujó contra los acantilados”, explica.

La probabilidad de supervivencia de los antiguos marineros habría sido pequeña. “De los 22 naufragios que estudiamos, probablemente hubo cuatro en los que podrían haber tenido la posibilidad de nadar a la playa o a la costa. Sin embargo, la mayoría de los lugares estaban próximos a escarpados acantilados. No hay forma de que hayan sobrevivido en una tormenta”, considera Campbell.

Los arqueólogos apenas han empezado a analizar el material que recogieron de los naufragios en setiembre, pero la abundancia de barcos romanos tardíos ya es impactante. Sospechan que este aparente incremento de tráfico pudiera conectarse al auge de Constantinopla y del Imperio Romano Oriental del siglo IV. Esperan que su investigación actual responda muchas preguntas específicas sobre antiguas redes comerciales marítimas y sobre cómo se relacionaron con las cambiantes estructuras políticas del Mediterráneo Oriental.

Fourni ya era conocida entre algunos contrabandistas antes del sondeo de setiembre. La gente local informó haber visto actividad sospechosa en el agua cerca de algunos lugares y los arqueólogos encontraron cierta evidencia de saqueo cuando bucearon en los naufragios.

Identificar la ubicación exacta de 22 de los naufragios del área facilitará que las autoridades griegas supervisen los lugares. Los arqueólogos también esperan que el conocimiento ganado durante las excavaciones confiera a las comunidades locales un sentido más fuerte de conexión con su historia.

“Una población local involucrada es la mejor forma de protección”, agrega Campbell.

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